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Bogotá

Una sesión para el insulto / Voy y vuelvo

Los insultos en el Concejo envían un pésimo mensaje sobre el nivel de discusión que se está dando en la ciudad y envilece el debate político.

Los insultos en el Concejo envían un pésimo mensaje sobre el nivel de discusión que se está dando en la ciudad y envilece el debate político.

Foto:Abel Cárdenas - Archivo / EL TIEMPO

Las expresiones de odio dichas por los concejales contribuyen a desprestigiar a la corporación.

Por los días de Semana Santa, el secretario de Salud, Luis Gonzalo Morales, publicó un tuit citando a un pensador que, palabras más, palabras menos, decía que los políticos y los pañales deben ser cambiados con la misma frecuencia, por idéntica razón. Aunque en el fondo todos entiendan lo que quiso decir, el texto no cayó bien entre algunos concejales que esta semana se vinieron lanza en ristre contra el funcionario.
Habría que conocer el contexto en el que se hizo el tuit, una herramienta cada vez más peligrosa, en la que proliferan mentiras a diestra y siniestra sin que los usuarios se sonrojen a la hora de decirlas o repetirlas. Pero acá fue tomado de manera personal.
Debe estar cansado Morales con los desplantes del Concejo, con los reclamos permanentes por los cambios que ha hecho en el sector, por haberles quitado la burocracia; logros que esos mismos políticos se niegan a reconocerle porque varios de ellos ya no gozan de las prebendas ni los favores que tuvieron. ¿Se aprovechó el texto en mención para pasar cuentas de cobro? Vaya uno a saber.
Pero qué importan las críticas. Lo que realmente debe importar es que la ciudadanía entienda el modelo y se sienta beneficiada. Las críticas, los reclamos y los debates forman parte del juego democrático y hay que aceptarlo. Lo del tuit era innecesario. Fue ingenuo y exacerbó los ánimos de forma inoportuna. No le queda bien a un secretario del despacho hacer tales insinuaciones en medio de la coyuntura política que se vive. Dicho esto, tampoco hay razón para que un concejal curtido en el oficio, con una personalidad que soporta este y otros comentarios, responda como respondió. Jorge Durán se vino lanza en ristre contra una persona que, como él, merece respeto. Palabras más gruesas que el tuit de Morales se han escuchado en el cabildo, en eso hay que ser justos. Y también es cierto que Durán ha hecho comentarios xenófobos terribles en el pasado.
Pero al cabildante se le fue la boca. Su vulgarismo no respetó ni a los colegas presentes, ni a las mujeres ni a los medios que recogieron sus palabras y las volvieron virales para exponerlo no como un representante de los bogotanos, sino como un político intocable.
El concejal creyó que con frases como “representamos al constituyente primario” le estaba permitido tildar de ‘farsante’, ‘poco hombre’, ‘parásito’ a un funcionario. Pues no. Los ciudadanos elegimos concejales para que hagan contrapeso al Gobierno central, para que nos representen y defiendan nuestros intereses, no para que exhiban sus dotes de oradores otoñales en un escenario que merece dignidad.
Lo lamentable es que este episodio suceda justo cuando un reciente informe del programa Concejo, Cómo Vamos destaca la labor de los cabildantes en el último semestre de sesiones. ¡Incluido Durán! La mayoría de ellos quedó en un promedio alto, sobresalieron los debates de control político a temas que son del interés de los bogotanos. Y en lugar de promover estos resultados y darlos a conocer a sus electores –que siguen percibiendo una imagen poco favorable de ellos– ¿adivinen qué fue lo que más se comentó ese día? Claro, los insultos en el recinto.
Dirán algunos que se trata de mojigatería, que en otros espacios incluso se van a las trompadas y que el episodio no reviste mayor trascendencia. No. Las expresiones de odio, dichas por quienes, ahí sí, nos representan en el Concejo, solo contribuyen a desprestigiar a la corporación, a alimentar aún más la violencia entre la gente, que ya se agrede sin misericordia en la calle o en las redes; se envía un pésimo mensaje sobre el grado de discusión que se está dando en la ciudad y envilece el debate político.
Gandhi dijo alguna vez: “La felicidad consiste en poner de acuerdo tus actos con tus palabras”. Señores funcionarios, señores concejales, así no se sientan felices de verse las caras todos los días, al menos traten de seguir este consejo para ver si todos conseguimos sentirnos bien representados, un poco mejor y más optimistas.
ERNESTO CORTÉS FIERRO
Editor Jefe EL TIEMPO
erncor@eltiempo.com
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