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Bogotá

Actores y cantantes: el talento artístico que se rescató del ‘Bronx’

En la obra ‘Gloria, un canto a la vida’ convergen los jóvenes que se capacitaron en artes en el Idiprón y contaron con el apoyo de la Secretaría de Cultura.

En la obra ‘Gloria, un canto a la vida’ convergen los jóvenes que se capacitaron en artes en el Idiprón y contaron con el apoyo de la Secretaría de Cultura.

Foto:Cortesía Idiprón

Bailarines, músicos y pintores están surgiendo de los centros del Idiprón. Crearon un musical.

La noche del pasado 7 de abril, unos 1.500 espectadores acudían al teatro Jorge Eliecer Gaitán a ver algo que hasta hace más de un año parecía impensable: un musical protagonizado por 84 jóvenes que vivieron en las calles y en el infierno del ‘Bronx’, o que estuvieron en riesgo de habitarlo.
Esa noche, el talento nato de estos cantantes, músicos, bailarines y actores brilló y fue ovacionado a través de la obra ‘Gloria, un canto a la vida’, la cual marcaba su renacimiento y en la que convergía toda una movida cultural nacida en cada una de las 24 unidades de atención del Idiprón (Instituto Distrital para la Protección de la Niñez y la Juventud).
La obra se sacó adelante en un tiempo récord, todo para que estuviera lista para cuando se conmemorara un año del fallecimiento del sacerdote Javier de Nicoló, fundador del Idiprón.
Para lograrlo, contaron con el apoyo de Idartes, que llevó como director general de la obra a Nelson Celis, quien forma parte de la Compañía Nacional de las Artes; mientras que el profesor de artes escénicas del Idiprón, Harold Fonseca, lideró la producción con todos los artistas.
El argumento es la historia de Gloria, una joven de un pueblo aledaño a Bogotá que va hasta el ‘Bronx’ en busca de su hermano, el día en que las autoridades realizan la toma.
El resultado, un musical que fluctúa entre ritmos de rap, música tradicional, coreografías de danza contemporánea, ‘break dance’ y un final con una canción dedicada a Javier de Nicoló. Todo autoría de los mismos muchachos.
El profesor Fonseca señaló que a ellos se les trató de la misma forma que a cualquier artista profesional, dejando a un lado el contexto social de vulnerabilidad del que provenían, como el hecho de que algunos estaban en proceso de desintoxicación, otros nacieron en la pobreza extrema o forman parte de grupos amenazados por la discriminación, como fue el caso de las actrices transgénero que participan en la obra.
“Trabajamos prácticamente de manera individual con cada uno de ellos. Les quitamos esa etiqueta de estar en el Idiprón que se asocia con vandalismo y demás, porque queríamos que los reconocieran por su talento, y los tratamos como lo que son: artistas”, explicó Fonseca, quien agregó que una de sus satisfacciones es que varios de estos jóvenes se dedicarán a la actuación profesional como proyecto de vida.
“Desde pequeña me ha gustado bailar y por eso quise participar en la obra. Allí pudimos demostrar que podíamos cambiar, y sentí que era importante y podía hacer mejores cosas. Ahora quiero estudiar una carrera y ayudar a los habitantes de la calle”, narró Carolina Suárez, de 18 años, una de las chicas que participó en la coreografía de ‘break dance’ y quien tuvo problemas de drogas y deambuló sin hogar por la ciudad un año, incluso llegando al ‘Bronx’.

La movida cultural

‘Gloria’ es la obra de arte más destacada de toda esa movida cultural, pero además hay cantantes, pintores y 111 jóvenes que se dedican al ‘stomp’, una disciplina musical en la que se hace percusión con material reciclable y que está sirviendo para hacer campañas de cultura ciudadana.
Además del trabajo en el Idiprón, en la Secretaría de Cultura tienen la iniciativa Habitar mis Historias, en la cual se promueve la recuperación de habitantes de la calle y consumidores de psicoactivos mediante la creación artística.
A la fecha han participado 1.737 personas en 241 jornadas de talleres. De ellos hay unos 300 jóvenes artistas.

Pinturas de superación

Cuadros con colores por doquier, dibujos en carboncillo y algunas esculturas fueron creados por jóvenes y niños que encontraron en este arte su superación.
William Sierra, un artista plástico, fue el profesor que se dio a la tarea de lograr que ellos se enfocaran en lograrlo. “Les realicé primero unos ejercicios de motivación y descubrí que a ellos les gustan mucho los retos de pensamiento, y eso fue lo que les permitió acercarse al arte”, afirmó Sierra.
Luego de todo este trabajo, sus alumnos crearon obras en las que expresaron sus sentimientos y pensamientos, tras su recuperación de las calles. Todo quedó plasmado en una exposición que se montó en la plaza España, sitio por el que en algún momento deambularon sus autores. “Ese proceso duró cinco meses. Ellos descubrieron en la pintura una forma de liberación y ahora es parte de su vida”, agregó el profesor Sierra.

Raperos que resurgen de las ollas

En medio de las ruinas de lo que fue el centro del crimen del ‘Bronx’, dos generaciones de raperos –provenientes de infiernos parecidos: el ‘Cartucho’ y la ‘L’–, cantan en una caminata unas rimas que reivindican la recuperación.
“Idiprón mi hogar, mi casa, como ustedes ninguno. Aunque sucio y maoliente me trataron como hermano, y me brindaron la esperanza de recuperar mi vida”, dice el estribillo de la canción ‘Te amo Bogotá’, compuesta entre José Bonilla, ahora profesor en Idiprón, y Wílder Hernández, uno de sus alumnos.
Los dos protagonizan el video que conmemora el renacimiento de muchos que, como ellos, habitaban las calles. “Con los muchachos estamos manejando un mensaje positivo que con el rap entra más rápido a todas las comunidades”, afirma Bonilla, que instruye a los jóvenes en los elementos de la cultura ‘hip hop’. “Crecí con el rap y es mi estilo de vida. Pero tuve problemas con las drogas y terminé en esas ollas. Tras la intervención en el ‘Bronx’ ingresé al Idiprón y seguí componiendo. Y con el José hicimos la canción”, señaló Hernández.
El profesor Bonilla colaboró además con la preparación de los chicos participantes en la obra ‘Gloria, un canto a la vida’.

El sonido de lo que se recicla

Con tarros, botellas, baldes y canecas de plástico y de todo tipo de material reciclable, 111 jóvenes le apuestan a un sonido poco convencional, pero con mucho ritmo: el ‘stomp’.
A través de la percusión, estos muchachos –que superan adicciones, violencia y hasta crímenes que perpetraron contra ellos– realizan ‘performance’ en las calles con los que hacen campañas para mejorar la movilidad, prevenir el embarazo en adolescentes, mejorar la seguridad y la convivencia, entre otras relacionadas con la cultura ciudadana.
“Me llamó la atención ese arte porque a través de la música podía llevar un mensaje con el que se puede ayudar a la gente”, narró uno de los integrantes del grupo.
El encargado de capacitar y liderar a estos jóvenes fue el profesor Édison Roldán, quien después de unos cinco meses preparó a estos artistas.
JOSÉ DAVID RODRÍGUEZ
Redactor Bogotá
davrod@eltiempo.com
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