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Bogotá

Jóvenes empresarios les apuestan a los drones

Los integrantes del proyecto Valto afirman que el negocio de los aparatos aéreos seguirá en aumento en los próximos años.

Los integrantes del proyecto Valto afirman que el negocio de los aparatos aéreos seguirá en aumento en los próximos años.

Foto:Carlos Ortega / EL TIEMPO

Dos pilotos comerciales encontraron en estos aparatos voladores una oportunidad de negocio.

De volar de una ciudad a otra, piloteando aviones comerciales, Santiago Espitia y Felipe Castillo pasaron a apostarle al negocio que generan los drones. Valto, la empresa que idearon en el 2015 y crearon en el 2016, hoy suma diez personas y va en ascenso.
Su negocio, por ahora, no es vender este tipo de aparatos de control remoto. Su apuesta se enfoca más en ofrecer soporte aeronáutico para la creciente industria. ¿Y eso qué significa? Por un lado, “hacemos entrenamiento de pilotos de drones y asesoramos a esos operadores en cuanto a la regulación aeronáutica a la que está sometida el uso de los aparatos. Esos son nuestros factores diferenciadores”, reseña Felipe.
Por otro lado, Valto brinda servicios aéreos con base en los artefactos voladores, en temas de ingeniería, levantamiento topográfico, seguimientos de obras civiles, fotos y videos. Ingenieros, fotógrafos, expertos en cinematografía y, claro, pilotos, conforman el staff de la empresa. A sus 26 y 27 años, ambos socios ven que el futuro del negocio es prometedor y con potencial a extenderse sobre nuevos campos.
“En agricultura se pueden hacer muchas cosas con los drones, como verificar el estado de salud de las plantas tras adelantar fumigaciones. Ese campo no se ha explorado mucho y hay potencial, una vez la gente empiece a enterarse más del servicio lo van a requerir más”, advierten.
Dadas las amplias tomas que logran captar estos aparatos, los clientes pueden basarse en ellos para mapear terrenos, promocionarlos de forma más atractiva o incluso diseñar esquemas de seguridad.
Tras evaluar el negocio y ver cómo funciona, encontraron que sí, se venden y se usan muchos drones en la actualidad, en tanto el desarrollo tecnológico cada vez los hace más veloces, ágiles y multifuncionales. Pero esos avances no van a la misma velocidad de la formación de quienes se encargan de pilotearlos día a día.
Felipe Castillo (derecha) es cofundador de Valto, junto a su colega Santiago Espitia. Enseñan a pilotear drones de manera segura.

Felipe Castillo (derecha) es cofundador de Valto, junto a su colega Santiago Espitia. Enseñan a pilotear drones de manera segura.

Foto:Carlos Ortega / EL TIEMPO

Cuidado

En Colombia, la Circular 002 del 2015, de la Aeronáutica Civil, también llamada Regulación de Uso de RPAS (Remotely Piloted Aircraft Systems, que del inglés traduce Equipos Aéreos de Operación Remota), es la norma que rige sobre estos artefactos. Y las infracciones de la misma son cotidianas.
Según lo encontrado por Valto (apócope de Volar Alto), hay tres violaciones frecuentes. La primera y más común, volar sobre aglomeraciones de personas. Elevarse sobre una multitud en un concierto o en una marcha, por ejemplo, no se puede, toda vez que se pone en riesgo la integridad de la gente.
La segunda, y no menos repetitiva, es romper el límite de elevación permitida para el dron. La máxima altura autorizada para volar es de 152 metros (o 500 pies) de distancia entre el terreno y el aparato volador. Esta medida se establece a partir de la altura mínima a la que pueden volar aeronaves (aviones, avionetas, helicópteros), como precaución para que drones y estas aeronaves de mayor tamaño no colisionen, para disminuir el riesgo de impacto y accidentes.
En caso de que una empresa o persona requiera subir más allá de lo permitido con su aparato, para captar un terreno más amplio (por citar un caso), existe la posibilidad de obtener una autorización, siempre y cuando se tramite ante la aeronáutica (lea recuadro Permisos y futuro).
Y la tercera tiene que ver con el alejamiento excesivo del aparato. Este no se puede alejar más de 750 metros del operador. No obstante, los drones disponibles, explican estos expertos, pueden alcanzar hasta siete kilómetros de distancia en relación con su operador, lo que puede generar que el piloto pierda de vista el aparato. Esta, justamente, es una infracción, pues está prohibido perder el contacto visual con el artefacto volador. Lo anterior ocurre porque hoy el dron permite ver lugares y detalles que sin ellos sería más costoso poder registrarlos. Piense, por mencionar algo, en las torres y cúpulas de iglesias, terrenos escarpados entre montañas o zonas boscosas de difícil ingreso.
Como se ve, las expectativas con la industria de los drones son elevadas. De ahí que ahora Santiago Espitia y Felipe Castillo alternen sus horas de trabajo entre las cabinas de los aviones que llevan de una ciudad a otra con el tiempo que pasan formando, supervisando y operando de forma segura estos artefactos que poco a poco entran en un boom que los hace volar cada vez más alto.

Permisos y futuro de estos artefactos

Es común que, para obtener mejores imágenes cenitales (aéreas), los operadores o pilotos de drones los eleven más de lo permitido (150 metros o 500 pies), sin tramitar el permiso para hacerlo. En caso de que se requiera ascender más alto de lo permitido por la Circular 002 del 2015, de la Aeronáutica Civil, se debe tramitar un permiso ante esa entidad, mínimo dos días antes del vuelo.
En este documento se debe establecer el día que se volará y la hora (lo que se conoce como plan de vuelo), el dron debe estar registrado en la entidad y con papeles al día, el operador debe contar con entrenamiento (certificar horas de estudio teórico y de vuelo, en escuelas que cuenten con la autorización legal) y la empresa que asumirá la responsabilidad tiene que estar debidamente constituida.
Una vez se radica la autorización, se debe esperar la respuesta (de ahí que se pida con dos días de anticipación).
Si alguien es sorprendido quebrantando la regulación vigente, la autoridad policial está autorizada para exigir el aterrizaje del aparato. 

Transporte

Al preguntarle a los socios de la empresa Valto si piensan que en un futuro (entre 20 y 30 años) los drones se convertirán en un medio de transporte en las ciudades, respondieron que sí es probable.
“Pero no será en un futuro tan cercano. El avance en la aviación va a paso lento pero seguro. Entonces, esos vehículos drones serían semiautónomos, con personal volándolos en tierra. Pero esto tomará su tiempo”, expuso Felipe Castillo, piloto profesional y cofundador de Valto.
FELIPE MOTOA FRANCO
Redactor de EL TIEMPO
En Twitter: @felipemotoa
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