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Bogotá

Efraín, el hombre que se rebeló contra la fotografía digital

Nadie se imagina la emoción de ‘Efra’ cada vez que le llega material de fotógrafos del mundo.

Nadie se imagina la emoción de ‘Efra’ cada vez que le llega material de fotógrafos del mundo.

Foto:Claudia Rubio / EL TIEMPO

La revolución digital desplazó al retrato clásico, pero él se resistió. Aún revela con negativos.

Andrea Morante
Efraín Gómez Lara es el hombre del revelado químico. Un Quijote en la defensa de la cámara análoga, del rollo de película y del papel fotográfico. Ha logrado sobrevivir, por más de 12 años, al embate de la revolución tecnológica en una era digital en la que los celulares lo controlan todo, incluso, la imagen. Pero a él no. Su tiempo es otro.
Para ‘Efra’, como lo conocen en el medio, eso de las fotos digitales “no existe, eso no es fotografía; eso es una imagen en un aparato que es diferente”. Le provoca urticaria. De entrada, advierte que no va a ninguna de las exposiciones conceptuales, de retoque, de Photoshop o como quiera que la etiqueten porque, dice, son efímeras, son fáciles y así no le interesan.
“Es que lo digital es otro cuento, no da la calidad, así de sencillo”, precisa.
Lo que lo mueve es el trabajo clásico, el rollo en blanco y negro o en color, el gran formato. Y es ahí cuando comienza a recordar las icónicas fotografías de Manuel H, de Leo Matiz o de Sady González; de Carlos Caicedo, Nereo López, de Fernell Franco o, para no ir muy lejos, de Timothy Ross y Stephen Ferry. Se estremece con los trabajos de George Rodger, Cartier-Bresson, Robert Capa o Martín Chambi, entre muchos otros que se le pasan por la cabeza. Pero de estos quedan muy pocos.
Y sí, es un clásico sarcástico. Y certero: “No, esto no es locura, esto es emoción, es pasión, seriedad”, dice ‘Efra’ mientras recibe dos llamadas simultáneas en su celular, que es para lo único que lo usa. Una desde Medellín (Antioquia) y otra de Cali (Valle). Le avisan que viene en camino un trabajo periodístico en película para revelar.

En el cuarto oscuro

Hoy, a sus 55 años de edad, todavía es, si se quiere, aquel niño mensajero y laboratorista que a los 12 años ingresó por la puerta del almacén Zingg y por allí mismo se metió de lleno al cuarto oscuro a trabajar con emulsiones, haluros de plata (antes bromuros), fijadores, revelados y rinse, y de donde jamás volvió a salir. De eso hace 43 años.

Por favor golpear duro, me encuentro revelando. Gracias

Su vida es en blanco y negro y habla de esto, el B/N, como si fuera la última tecnología en fotografía. Y lo es, dice, porque los mejores fotógrafos del mundo, “los mejores”, insiste, aún trabajan así.
Son las nueve de la mañana y un hombre golpea fuerte en la puerta de la carrera 5.ª n.° 20-60, en el centro de Bogotá: ‘Por favor golpear duro, me encuentro revelando. Gracias’, se lee en el portón. ‘Efra’ y Pedrito llevan adentro más de tres horas revelando rollos por cantidad, porque no se puede dar el lujo de hace años: rechazar el trabajo para la próxima semana. Se sonríe y agradece que hoy le caiga trabajo.
El que golpea a este lado de la puerta es el cirujano plástico del hospital Simón Bolívar de Bogotá, Miguel Guerra, que acaba de llegar con 26 nuevos rollos fotográficos. Se saludan y tras precisar el material, el aficionado se despide no sin antes decirme que tiene unas 25.000 fotografías y más de 800 retablos en su oficina.
“El ojo mío se me pone cuadrado cuando disparo. Siempre ando con unos 20 rollos”, dice el experto en cirugía estética reconstructiva.
Por ahí mismo, en medio de la salida del cirujano, le llega el material de una fotógrafa francesa, quien acaba de recorrer las zonas veredales donde se lleva a cabo el proceso de desarme de la guerrilla de las Farc. ‘Efra’ sonríe como cuando a un niño le regalan el juguete anhelado.

‘No soy fotógrafo’

Hablar con este experto en químicos para fotografía es un proceso que lleva tres horas, el mismo que se necesita para revelar un rollo, sacar un contacto (las fotos pequeñas impresas) y lo que en la era digital se demora solo algunos minutos: tomar la imagen y subirla a un computador.
Es místico, preciso, cuidadoso, perfeccionista. No en vano es uno de los mejores en sacar material de fotografía revelado en los diferentes formatos para los más prestigiosos fotógrafos de guerra, de paz, para artistas, aficionados y para primíparos.
El revelado vale 20.000 pesos, con contacto. Un rollo está por los 35.000 pesos, mientras que en algunas de las cinco o seis tiendas de fotos que hay sobre la misma carrera quinta y sus alrededores, el revelado oscila entre 10.000 y 12.000 pesos. “Uso los mejores químicos del mundo”, precisa.
Se le pregunta entonces dónde están las fotos y cómo se puede ver su trabajo, porque hasta ahora nadie ha visto nada. El hombre, con su desparpajo de honestidad responde de forma categórica, casi que con un regaño: “Yo no soy fotógrafo porque ser fotógrafo es algo muy grande”, y se mete a su laboratorio.
Antes del 2005, las cosas eran diferentes. A su laboratorio, Poder Fotográfico, llegaban al menos 500 rollos al día desde materiales exclusivos de los duros reporteros de los medios de comunicación hasta registro de oficinas de prensa, de artistas, de primíparos y estudiantes que se querían destacar. Hoy no es así.
El viernes 2 de junio, por ejemplo, después de cuatro meses, consiguió ajustar 2.000 imágenes para impresión con el fin de lograr el margen de ganancia, porque los químicos le valen poco más de un millón de pesos. “Si no uso los químicos, se oxidan, se pierden y se daña el material”, y ese es un riesgo que jamás va a correr porque para él, dice, lo primero es el material de sus fotógrafos.
Sale, entrega los materiales, se toma un café, habla cortamente con tres estudiantes.
Recuerda la nueva generación, como Erik Herrera, un joven de 22 años a quien le dicen el ‘Viejo’ “porque tiene mucha madera para la fotografía”.
Antes de regresar al cuarto oscuro a trabajar en las fotos de formato de alta calidad, remata diciendo: “El blanco y negro es lo que mantiene la fotografía, es magia, es poder, es la madre de la fotografía”. Y cierra la puerta.
HUGO PARRA
Redactor de EL TIEMPO
Andrea Morante
icono el tiempo

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