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Bogotá

‘Así esté en el cielo o en el infierno leeré EL TIEMPO’

La oficina de Guillermo siempre estuvo colmada de historias. Todos sus objetos, como su vieja máquina de escribir, guardan algún recuerdo de su vida.

La oficina de Guillermo siempre estuvo colmada de historias. Todos sus objetos, como su vieja máquina de escribir, guardan algún recuerdo de su vida.

Foto:Miltón Díaz / El Tiempo

Esta es una sentida despedida a quien fuera uno de los lectores más apasionados del periódico. 

Carol Malaver
–¿Quién es?
–Le habla Guillermo Rozo Riveros, ¿cómo me le va?
Cuando él llamaba se iban el estrés o el afán propio de los periodistas. Con solo recordar que este señor, a los 79 años, se estaba graduando de abogado era inevitable recargarse de buena energía.
Pero este jueves nos enteramos de su partida y es inevitable recordar una de las frases que me dijo en su última entrevista y que remató con una de esas carcajadas que solía dar. “Así esté en el cielo o en el infierno seguiré leyendo EL TIEMPO, desde allá escribiré” (risas).
Durante décadas, Rozo se levantó con este periódico y desde 1978, sin falta, mandó su columna al Foro del Lector. “Me publicaban el 90 por ciento de las cartas”, dijo, y claro que podía demostrarlo, pues coleccionaba todos los recortes y los archivaba por fechas.
La última que envió al director hablaba de fútbol: “La Selección Colombia que participará en el Mundial de Rusia-2018 es, sin hipérbole, el mejor combinado nacional en toda la historia del fútbol nacional (...). Todos los colombianos tenemos que acompañarlos y hacer fuerza a nuestro combinado, que es un orgullo nacional”.
Tampoco olvido su oficina. Cada esquina estaba tapizada de historias. En una, por ejemplo, reposaba el cuadro de la actriz mexicana María Félix con su firma. La logró un día al montarse a un carro con ella.
Esa misma tarde de entrevista recordó que con todas esas historias logró conseguir amigos en la universidad. Para los que no saben, don Guillermo se graduó a los 79 años como abogado, el 12 de diciembre de 2014.
Antes de su grado, don Guillermo no cabía de la dicha.

Antes de su grado, don Guillermo no cabía de la dicha.

Foto:Miltón Díaz / El Tiempo

Tuvo una vida de universitario con canas. Dice que se echó unas al aire en La Ambrosía, un bar de la carrera 13 con calle 47. “Me tomé mis tequilas. Allá se me olvidaba que era diabético”.
Mientras sus compañeros conseguían todas las sentencias en internet, Guillermo prefirió hacerlo como en los viejos tiempos: pasaba horas revisando carpetas de hasta cien páginas en la Corte Constitucional . Lo mismo pasó con sus trabajos. Todos los hizo con una máquina de escribir Remington. Cada semestre que pasaba era un orgullo para sus hijos. Era todo un personaje.
Días previos a semejante logro fue que sostuvimos la última conversación en persona y hasta dimos un paseo por la plaza de Sopó.
Era un baúl de recuerdos. Su bachillerato lo cursó en el colegio de La Catedral en plena plaza de Bolívar y allí se hizo amante de la historia y las fechas importantes.
La primera que le llegó a la mente aquel día fue la del 29 de septiembre de 1956, cuando se casó; la segunda, el día de la muerte del presidente John F. Kennedy, en 1963, y cuando se pensaba que seguía con otro hecho histórico dijo: “No se me olvida cuando conocí a Lady Gaga; sí, la que se puso un traje de carne, eso fue en septiembre de 2012, en México”.
Guillermo también era fiel escucha de la emisora La W, duró trece años participando en el tema del día.
Su pasado estaba colmado de anécdotas. Estudió Comunicación Social y Periodismo en la Javeriana, otra de sus pasiones. Trabajó en la Voz de Bogotá, en radio Eldorado y su voz quedó en la historia por las cuñas radiales, esas inmortalizaron su voz.
“Panam, usamos solo Panam, el fabuloso calzado plástico para toda la familia”, era una de ellas. También fue amigo de los dueños de almacenes Only, a quienes convenció de incursionar en la radio. Todo esto lo alternó con su trabajo en el Banco de la República, de donde se pensionó.
Otra cosa movía su espíritu jovial: el fútbol. Vivió la época dorada de Millonarios. Era de los niños que se colaban con algún extraño al estadio El Campín con tal de no perderse los clásicos así fuera desde la tribuna de gorriones.
Con esta nota, EL TIEMPO y todos los periodistas que lo conocimos queremos hacerle un sentido homenaje y recordar esa frase famosa de Albert Einstein que siempre traía a colación, incluso, el día de su grado: “Hay una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica: la voluntad”. Su velación será este viernes en la calle 98 n.° 17A-20 en la sala 1 de la funeraria Gaviria y sus exequias en la iglesia Santa Clara en la carrera 8A n.° 98-31, a la 1 p.m.
CAROL MALAVER
SUBEDITORA BOGOTÁ 
En Twitter: @CarolMalaver
carmal@eltiempo.com
Carol Malaver
icono el tiempo

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