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Bogotá

Gran cumbre de nobeles de paz en Bogotá

Jody Williams (cuarta de izq. a der.) hace parte, junto con otras cinco ganadoras del premio, de la organización Nobel Women's Initiative.

Jody Williams (cuarta de izq. a der.) hace parte, junto con otras cinco ganadoras del premio, de la organización Nobel Women's Initiative.

Foto:Nobel Women's Initiative

Llegarán personas y organizaciones para dar un espaldarazo al proceso de desarme de las Farc.

Este jueves se inicia el evento más importante programado en Bogotá para el 2017. El prestigio de los invitados lo demuestra: 29 galardonados de todos los continentes, entre personas y organizaciones, llegarán para asistir a la XVI Cumbre Mundial de Premios Nobel de Paz.
Es la primera vez que una urbe latinoamericana acoge esta reunión anual, que se celebra desde 1999. La Cámara de Comercio de Bogotá (CCB) disputó la sede con otras seis capitales, incluidas Santiago de Chile y Ciudad de México. El proceso de paz que el Gobierno Nacional adelantó con la guerrilla de las Farc fue uno de los factores que estimularon a la organización del encuentro para concederle a Colombia este privilegio, que se otorga mediante votación de los propios galardonados. Como el Nobel de Paz entregado al presidente Juan Manuel Santos, se trata de un reconocimiento a la búsqueda de la reconciliación y la protección de los derechos humanos que emprendió el país en los últimos años.
Personajes de la talla de la guatemalteca Rigoberta Menchú y el polaco Lech Walesa expondrán sus experiencias en campos que abarcan desde la lucha contra las minas antipersonal y las armas nucleares hasta los derechos de los niños y las mujeres. En total, habrá nueve paneles, y la mayoría de actividades tendrán lugar en el recinto de Corferias.
Antes de Bogotá, la cumbre se llevó a cabo en Roma, París, Berlín, Hiroshima (Japón), Chicago (Estados Unidos) y Varsovia, entre otras ciudades.
En esta ocasión, el papa Francisco dirá las palabras inaugurales (mediante un video). “Colombia vive un momento histórico al poner fin a un conflicto armado con más de 50 años de duración. El acuerdo de paz trae esperanza no solo para nuestro país, sino para el mundo. Por eso nos interesa tanto compartir este logro y apoyarnos en los nobeles para ayudar a construir una paz sostenible”, expresó la exministra Mónica de Greiff, presidenta de la Cámara de Comercio.
EL TIEMPO participará de este evento como aliado estratégico y ofrecerá a sus audiencias un cubrimiento exhaustivo en todas sus plataformas.
Como un anticipo de lo que será esta importante reunión, hoy publicamos una entrevista con Kailash Satyarthi, de India, y otra con Jody Williams, de Estados Unidos, ganadores del premio Nobel de la Paz en el 2014 y 1997, respectivamente.

‘Sin inclusión es imposible la paz’: Kailash Satyarthi

El ingeniero eléctrico Kailash Satyarthi creó la organización Bachpan Bachao Andolan (Movimiento por la Protección de los Niños) para sacar a cuanto menor de edad pudiera de la esclavitud, de la explotación y de cualquier actividad que atentara contra la niñez. Era 1980. Más de 30 años después, en el 2014, este indio de 63 años, que abandonó la docencia para dedicarse de lleno a la causa, recibió el premio Nobel de la Paz.
Luego de 37 años de activismo, de conseguir restablecer los derechos de al menos 83.500 pequeños y de llevar a juicio a cientos de explotadores (personas y empresas), este hombre moreno y de barba entrecana sigue enérgico para emprender más tareas que ayuden a la misión que se trazó.
El mes pasado logró que el presidente de India, Shri Pranab Mukherjee, se adhiriera a su idea más ambiciosa hasta el momento: 100 Millones para 100 Millones. Así se denomina la campaña que empezó a extender por el mundo y busca involucrar a 100 millones de jóvenes que han tenido una vida amable para que ayuden a 100 millones de niños vulnerables.
¿Cómo espera conseguir semejante ayuda?
Con una peregrinación orbital, con activismo en las redes sociales y tocando puertas de gobiernos y corporaciones, para que respalden con voluntad y dinero este gran propósito.
Desde Roma, su última parada antes de viajar a Bogotá para asistir a la Cumbre Mundial de Premios Nobel de Paz (del 3 al 5 de febrero en Corferias), dijo lo que piensa de Colombia, cuáles son sus expectativas sobre la reunión y qué enseñanzas le ha dejado su periplo por la infancia.
¿Qué es lo que más lo motiva para asistir a la Cumbre en Bogotá?
Que allí estará un grupo de personas que trabajamos fuertemente por la paz del mundo para atraer a más personas a ser parte de este trabajo por la humanidad. Además, Colombia se está convirtiendo en un ejemplo para todos, y debemos atraer a la gente joven para que se integre al transporte de las ideas de paz. De hecho, queremos llevarle esperanza a la juventud, a los menores de edad, para que crean en el camino de reconciliación que quiere recorrer Colombia, y que se reconoce globalmente. Antes he estado en proyectos para Latinoamérica, durante cerca de 12 años, y he sido testigo de la excitación que genera en los muchachos trabajar por sus países y su propia gente.
¿Trae algún mensaje para este país?
Sí, me gustaría felicitar a los líderes de la Asociación Mundial de Galardonados con el Premio Nobel de Paz por la cumbre. Y, así mismo, al Presidente de Colombia y a los habitantes de su país por darle forma al proceso de paz.
Usted ha trabajado duro por el respeto de los niños. ¿Cómo se consigue que esta población salga de los círculos viciosos de explotación y otros abusos?
Tiene que generarse una fuerza social que envuelva a los políticos y a la gente del común. Por mi experiencia en India, digo que hay que trabajar muy duro para generar una consciencia en cada comunidad, en todas, para que esta explotación sea vista como algo reprochable e impracticable. Por ejemplo, en una de nuestras campañas instalamos 16.140 calcomanías en 320 aldeas de todo el país, lo que ayudó a tomar consciencia de lo mal que está que los niños sean usados como realizadores de las labores domésticas que deben hacer los adultos. En la misma línea, enviamos 6.487 cartas a jueces de la Suprema Corte, al Departamento de Educación, al Departamento de Asuntos Sociales y a otras instituciones para recordarles y exigirles que trabajen de forma constante contra la explotación y el abuso.
Ahora, es innegable que la política económica de cada país debe preocuparse por garantizar condiciones de vida digna a la gente, que evitarán que se use a los niños en el trabajo, porque ellos deben estar en la escuela, de forma democrática, constante y tranquila.
¿Cuál ha sido el mayor aprendizaje durante su trabajo por las víctimas de la explotación?
Que hay un valor muy puntual por el que todos pueden vivir en paz: la libertad. No importa si son cristianos, hinduistas, budistas o de cualquier credo, el anhelo común siempre es la libertad. Y que una vez conseguida esa libertad, la educación con calidad es lo que les permite ser mejores personas. Los gobiernos a veces olvidan que sin inclusión es imposible conseguir la paz: ¿cómo no incluir a los niños? Una vez que pasan varias generaciones y se ven efectos positivos de la inversión en los niños, el establecimiento se da cuenta de que es más rentable gastar dinero en ellos porque trae beneficios amplios para la sociedad.
¿Y hacia dónde apunta 100 Millones para 100 Millones?
La importancia de los jóvenes es mucho mayor de lo que a veces se piensa. Por eso, la campaña los quiere convertir en activos sociales, en personas que desde sus posibilidades también pueden aportar para que la vida de otros, que no han tenido las mismas oportunidades, alcance las garantías básicas de libertad, educación y salud.
Mi idea fue lanzar un plan que convierta a 100 millones de jóvenes en los campeones y líderes de la solidaridad. Aquí combinamos redes sociales, actividades de concientización y otras estrategias para convencer a las organizaciones de eliminar completamente el trabajo infantil, los niños esclavos y los jóvenes asociados a sus cadenas de suministro y producción.
A quienes sigan con estas prácticas los haremos visibles frente al mundo para que se tome consciencia y no se consuman sus productos. Y estamos en la búsqueda de patrocinadores que nos ayuden a cambiar la vida de esos 100 millones que están en situaciones que no deberían estar.
Volviendo a Colombia, ¿qué tratamiento piensa que deben tener los niños desvinculados de la guerra?
Los primeros esfuerzos que se deben hacer para la reintegración deben ser con ellos, los niños y jóvenes que estuvieron involucrados. En primer lugar hay que recuperarles su dignidad, brindándoles oportunidades de desarrollo y rodeándolos de afecto, porque las emociones positivas para ellos son fundamentales. Se les debe garantizar que nunca, pero nunca, van a volver a situaciones como las que vivieron. Y la sociedad, bajo ninguna circunstancia, debe estar recordándoles la experiencia que vivieron porque tienen el derecho de avanzar en su vida desligados del pasado.
FELIPE MOTOA FRANCO
Redactor de EL TIEMPO
En Twitter @felipemotoa
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