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Bogotá

Las bicicletas sin frenos, un ‘hit’ en las carreras de la Virgilio

Expertos aseguran que pedalear hacia atrás trae problemas en las rodillas y ligamentos.

Expertos aseguran que pedalear hacia atrás trae problemas en las rodillas y ligamentos.

Foto:cortesía Camilo Suan - Falco Team.

Conocidas como de piñón fijo tienen una particularidad: para frenar, se pedalea hacia atrás. 

Un riesgo para muchos y una pasión para otros. Las ciclas de piñón fijo marcan hoy la tendencia del ciclismo urbano en Bogotá.
En este mecanismo no existe punto muerto, lo que quiere decir que el ciclista debe mantenerse pedaleando, ya que las ruedas giran de forma simultánea con los pedales, haciendo que estas se mantengan en marcha, sin importar la velocidad. Además, este tipo de ciclas no tienen frenos. Para detenerlas se debe pedalear hacia atrás, sistema conocido en el medio como skid.
Su diseño minimalista, peso liviano y facilidad de reparación las convierten en una de las bicicletas preferidas para movilizarse en la ciudad. La variedad de precios, que van desde los 500.000 hasta los 5 millones de pesos, también son un plus para los gustos y presupuestos.
Tienen una similitud con las ciclas de carrera, lo que las posiciona como el transporte ideal para los rutinarios trancones de Bogotá. En la actualidad existen más de 10 colectivos en la ciudad que promueven y llevan a cabo actividades en torno a estas.

Una noche de carreras

Martes, 8 p. m. Biblioteca Virgilio Barco. Un parlante suena a todo volumen, a punto de estallar; el aroma suave y agradable del tinto, proveniente de un carrito en la calle, impregna el lugar.
Camilo Suan y Mariana España, dos aficionados de las ‘fijas’, como comúnmente se les dice a este tipo de ciclas, se encuentran al lado del parqueadero de la biblioteca, el lugar que acoge en el día a los lectores y se convierte en las noches en una pista de carreras para los aficionados.
Mariana es estudiante de biología, tiene 20 años y hace tres empezó con esta pasión. Recuerda que “al principio era solo un gusto, y luego todo lo que ahorraba era para comprarle cosas a la bici”. Ahora corre todos los ‘martes de chicas’, en los alrededores de la Virgilio.
Allí se reúnen más de 100 simpatizantes los martes y cerca de 200 los jueves, para ‘la noche de chicos’, días en que se realizan las critériums: carreras de aficionados en las que se corre para definir quién hace el mejor tiempo en un circuito. En este caso, la ciclorruta de la biblioteca cuenta con “buena iluminación y es central en la ciudad, además de segura, lo que la hace el escenario perfecto”, dice Camilo.
Esa noche, Mariana se preparaba para competir, mientras Camilo, su amigo y patrocinador, la acompañaba y le daba concejos antes de comenzar la carrera.
Suan, conocido en el medio como uno de ‘la vieja escuela’, es amante de las fijas en su tiempo libre. Lleva cuatro años en la movida y es el fundador de Falco Team, reconocido colectivo de la ciudad.
Según dice, aunque montar este tipo de bicicletas es “una grata experiencia”, también es arriesgado, “ya que al no tener frenos, uno debe ser más ágil y estar más concentrado”. Por eso considera que es necesario tener mucha confianza en una ciudad como Bogotá, en la que la cultura vial no es la mejor.

Al principio era solo un gusto, y luego todo lo que ahorraba era para comprarle cosas a la bici

La carrera comienza. Categoría expertas. Siete vueltas, siete competidoras y una sola ganadora. Megáfono en mano, una mujer grita: ‘a la una, a las dos, ¡ya!’ Mariana mueve sus piernas con fuerza. Cerca de un metro y ochenta centímetros de estatura la convierten en una máquina.
Segunda vuelta. Mariana grita, se la ve enojada; una contrincante la empuja y casi la hace caer.
No clasifica. Se quita el casco. Abraza a Camilo, quien trata de tranquilizarla y le dice: “El próximo martes será”.
BOGOTÁ
Natalia Silva 
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