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EMBAJADAS DE LA PROVINCIA

En la Casa de Antioquia se gestó la negociación del metro de Medellín. En la del Valle, los primeros contactos para la desmovilización del M-19.

REDACCION NACIONAL
Estos son apenas dos de los logros que puede mostrar la diplomacia regional en Bogotá. Es que la provincia también tiene sus embajadas .
No se trata de fortines como los que exhiben las legiones extranjeras. No. Son casas u oficinas desde las que los departamentos mantienen sus relaciones con el Gobierno Nacional y, en algunos casos, con los del exterior.
Como la plata está en Bogotá, las regiones vieron la necesidad de tener su propia sede en la capital. Desde ellas se buscan inversiones y se hace lobby a los políticos, que aquí se mueven como delfines.
Los paisas fueron los pioneros. Desde 1935 constituyeron una delegación en Bogotá y en 1977 montaron su sede regional. Otros departamentos siguieron sus pasos y abrieron sus sedes en la capital, la mayoría en el centro de la ciudad.
Como casas u oficinas funcionan las de Antioquia, Arauca, Atlántico, Boyacá, Caldas, Cesar, Chocó, Huila, Nariño, Norte de Santander, Quindío, Risaralda, Santander, Sucre, Tolima y Valle.
También existen representantes de Amazonas, Casanare, Guainía, Guaviare, Putumayo, Vaupés y Vichada, que aunque no tienen sede, cumplen labores similares.
Hay casas para todos los gustos. La de Antioquia es una mansión en una zona residencial del Parque Nacional, mientras la de Sucre queda en una oficina de un edificio del Centro Internacional. Las hay también pequeñas, como la de Caldas, que tiene apenas dos funcionarios, otras tienen muchos empleados, como la de Nariño, en donde trabajan 11 personas.
A pesar de la crisis
Las casas fiscales también sirven de vitrina. Los bordados de Cartago o la promoción del festival del Mono Núñez, en el Valle, son algunos de los eventos que se venden desde ellas.
Toda idea que tenga que ver con el desarrollo del Valle y su promoción tiene espacio aquí y para las administraciones tenemos la misión de facilitar sus gestiones en la capital , dice el delegado en Bogotá, Luis Ignacio Daza Silva.
La idea es vender el departamento. En la embajada de Risaralda convirtieron uno de los cuartos en una fonda paisa para promocionar el turismo de la región. También, sirven de hotel, pues varios gobernadores se hospedan en ellas cuando vienen en visita oficial.
Pero no todo es fiesta. La misión más importante es la diplomática .
La función primordial de la casa es asegurar recursos para el departamento. Agilizar trámites, hacer seguimiento a los proyectos y evitar que se queden estancados en alguna gaveta del centralismo oficial es parte de su misión.
Pese a la crisis que agobia a muchos departamentos, la mayoría responde por el mantenimiento de sus casas.
La de Boyacá es una de la más costosas. Tiene un presupuesto de 113 millones de pesos para nómina (un delegado, dos profesionales universitarios, dos secretarias, mensajero y conductor). La del Valle dispone de $ 82 millones con los que cubre nómina, servicios y atenciones. Para mantener estos costos se unieron la Alcaldía de Cali, la Gobernación y Emcali. Pero hay otras que no tienen muchos recursos, como la de Arauca, que maneja cerca de tres millones de pesos mensuales.
No obstante, el apretón también se ve llegar. Ya se anuncian recortes en el presupuesto del próximo año. En la Casa de Risaralda pasará de 48 400.000 de este año a 38 000.000 para 1999.
Otras tienen que buscar financiación con entidades. La Casa del Tolima funciona por un convenio entre Cooperamos Tolima y la Gobernación, que lo único que aporta es el salario de su representante, Hugo Patarroyo.
Pese a todo, las gobernaciones coinciden en que vale la pena mantener sus embajadas en Bogotá, pues entre trago y reuniones se van consiguiendo los recursos para sus regiones.
UN CONSULADO HASTA CON FANTASMA PROPIO
Marina Lombana dirige la ofensiva diplomática de Antioquia en Bogotá. Desde hace cinco años está al frente de la delegación en la capital.
Ella está informada de los proyectos que cursan en las altas corporaciones, hace lobby con magistrados, congresistas y demás funcionarios y toca las puertas de delegaciones extranjeras cuando es necesario. También acude a parlamentarios y ministros paisas para empujar empresas regionales.
Por eso no son extraños desayunos de trabajo, almuerzos, cenas y cocteles, siempre amenizados por el aguardiente Antioqueño, que nunca falta en las jornadas de discusión y persuasión.
La embajada funciona en una confortable mansión ubicada a un costado del Parque Nacional, con escalas de madera barnizada, sillas y mesas también de madera y jarrones en cerámica. Tiene dos dormitorios con oficina incorporada, auditorio, hall y una biblioteca de autores antioqueños abierta al público.
Desde 1977 es la casa del gobernador de Antioquia, el alcalde de Medellín, sus gabinetes y funcionarios de institutos descentralizados que llegan en misión oficial a Bogotá.
Mientras el anterior gobernador, Alvaro Uribe Vélez, prefería el albergue de esta sede a los hoteles capitalinos, el actual, Alberto Builes, no la utiliza demasiado.
Para mantener aceitada la diplomacia hay seis empleados un conductor, dos aseadoras, secretaria, mensajero y la directora.
Los gastos de funcionamiento salen de un fondo de cuatro millones de pesos que se reembolsan cada que se acaban. Además, cada personaje que necesita un servicio paga de su bolsillo las actividades.
Como buena mansión, tiene fantasma propio, que hace años llevó a un vigilante a renunciar porque no soportó que le jalara la ruana. El mismo fantasma, dicen, se pasea por los pasillos hasta el amanecer como ánima en pena.
Pese a esto, los que no se han espantado son los inversionistas, pues, según asegura Marina Lombana, los empresarios no dejan de asistir a las reuniones de negocios.
Destacado
Los gastos salen de un fondo de cuatro millones de pesos que se reembolsan cada que se acaban.
NO TODAS MARCHAN COMO DEBEN
La Casa del Cauca desapareció hace doce años porque, según la Oficina Jurídica de la Gobernación, no cumplía ninguna labor positiva.
Y es que para algunos departamentos, sostener una casa fiscal es más un lujo que una necesidad. Por ejemplo, sectores políticos de Nariño cuestionan la labor de la delegada en Bogotá. La consideran un ente burocrático más que debería suprimirse .
Carlos Albornoz, senador conservador, dice que lo ideal es que la oficina en Bogotá les ahorre los viajes al Gobernador y a sus funcionarios para disminuir los viáticos. Considera que este tipo de dependencias no deben ser ruedas sueltas de las administraciones, porque los funcionarios en Bogotá no asisten a las oficinas y no tienen ningún control.
En el caso de Nariño el recorte burocrático debería comenzar por acabar con este tipo de dependencias , sostiene.
La planta de personal de la Casa de Nariño la conforman once personas: un secretario delegado, un asistente de proyectos, dos secretarias ejecutivas, un operador de sistemas, un asistente administrativo, un jefe de comunicación y protocolo, dos conductores, un mensajero, dos aseadoras. La nómina mensual es del orden de los 8,5 millones de pesos.
Según la Gobernación, la casa presta apoyo logístico y de gestión para el gobernador, sus secretarios y gerentes o directores de entidades descentralizadas.
Además, se promueven y coordinan eventos y programas que buscan el desarrollo de Nariño.
DIPLOMACIA CON LAS UÑAS, PERO CON EFECTIVIDAD
Colaborar al máximo, gastando lo mínimo . Ese es el lema de la Delegación de Norte de Santander.
Norma Romero, asistente de la casa, asegura que allí se trabaja con austeridad pero sin descuidar el servicio a sus principales clientes: el gobernador, los alcaldes y todo el que necesite información sobre el departamento.
La sede de esta embajada fue arrendada en abril pasado a la Caja de Retiro de las Fuerzas Militares y allí trabajan, además de ella, el delegado, Hernando Barjuch, una secretaria y el mensajero.
Además de las labores propias de sus cargos, ellos responden por la limpieza y la organización del local, porque la nómina no incluye a la aseadora.
Pese a la austeridad, normalmente 3 ó 4 alcaldes viajan a Bogotá en una semana y el personal y los recursos de la casa se ponen a su total disposición. Son como nuestros jefes , dice Norma, que no tiene problema en prestarles su carro para que se desplacen durante su visita a la capital.
Aquí no se varan a la hora de conseguir lo que falta. La forma como se armó la embajada es apenas una muestra: el Corpes Centro Oriente les prestó escritorios, el computador, el televisor y la fotocopiadora y algunos ministerios les regalaron muebles que habían dado de baja.
La papelería se la envía la imprenta del departamento y la Lotería de Cúcuta, que tiene una oficina en la delegación, es la dueña del fax, los teléfonos y las mesas. La Opinión les regaló la suscripción.
Una buena relación con el gremio compensa la falta de recursos. El año pasado el Huila les prestó la casa para el lanzamiento del festival Sin fronteras y acuden a Sucre, que queda en el mismo edificio, cuando se acaba el papel o necesitan otro computador.
Aquí tenemos una política de puertas abiertas , dice Norma, quien considera que la austeridad no hace imposible ejercer una buena labor. El Gobernador nos pregunta qué les hacemos a los que vienen que vuelven tan contentos .
Destacado
El Gobernador nos pregunta qué les hacemos a los que vienen que vuelven tan contentos .
BUSCANDO CASA EN BOGOTA
No todos los departamentos se pueden dar el lujo de tener su propia embajada en la capital.
En este momento, tres de ellos están buscando casa.
En una reunión, los mandatarios de Amazonas, José Arcesio Murillo; de Caquetá, Luis Antonio Serrano, y de Putumayo, Jorge Devia Murcia, estudiaron la posibilidad de fundar la Casa de la Amazonia en Bogotá.
Los tres, afectados por la crisis fiscal, están conscientes de la necesidad de crear un consulado que les sirva a toda la región.
La idea no es otra que buscar mayor atención para sus departamentos en la capital, pues el centralismo los obliga a desplazarse constantemente a Bogotá a gestionar no solo la consecución de recursos sino la solución a problemas de diversa índole.
Por ahora, el gobernador de Caquetá se queda en su apartamento cuando viene a Bogotá y coordina con un asesor del Corpes las citas con funcionarios del Gobierno Nacional.
Sin embargo, los mandatarios creen necesario tener un sitio propio para realizar las conversaciones e impulsar los negocios que tengan que ver con su región, que tiene varias cosas en común.
Si la idea de la Casa de la Amazonia se cristaliza, los mandatarios quieren que allí no solo funcione su representación en la capital, sino que tengan asiento entidades como la sede del Corpes de la Amazonia, Corpoamazonia y el Instituto Sinchi de Investigaciones Científicas del Amazonas.
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