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Apenas buenos discursos La anodina gira de Obama

LUIOCH
Con más pena que gloria, el sábado pasado terminó la breve gira del presidente
Barack Obama por México y Costa Rica y, como de costumbre, sus discursos
fueron magníficos, aunque la sustancia quedó en veremos.
Urgido por sus anfitriones mexicanos a 'desnarcotizar' la relación bilateral,
Obama dio marcha atrás a lo que hasta ahora había sido la política
norteamericana de mano dura en el combate conjunto contra el narcotráfico y
aparentemente le cedió a México la responsabilidad de velar por su propia
seguridad.
Al mismo tiempo, Obama habló de crear una agenda bilateral que privilegie el
desarrollo económico, pero no ofreció planes concretos, no detalló los
elementos de la nueva estrategia de desarrollo, ni fijó los tiempos para
implementarla.
Lo que sí hizo fue dar un discurso memorable en el que describió a su
anfitrión en términos tan elogiosos que asombró a los propios mexicanos. "Qué
buen discurso del presidente Obama", declaró un joven de 24 años a los
reporteros de Los Ángeles Times, "pero ¿de qué México estuvo hablando?". No
menos explícita, la profesora Rosa Castro respondió a los periodistas con una
pregunta: ¿quién escribió el discurso de Obama, el equipo de Peña Nieto?
La pregunta es pertinente, porque, de cara al estrepitoso fracaso de la
"guerra contra el narcotráfico" del gobierno de Felipe Calderón, el nuevo
gobierno ha adoptado una nueva política de seguridad nacional que si bien dice
que incluye el combate contra el crimen organizado, exige a los distintos
actores sociales, a los medios, a la clase política, e inclusive a los
ciudadanos, que cuando hablen de la realidad utilicen una nueva 'narrativa'.
Que se 'desnarcotice' el discurso nacional.
El gran inconveniente es que los grandes problemas no desaparecen por decreto
y la realidad de un país no se cambia con un discurso. ¿Cómo va a funcionar la
nueva estrategia? Quién sabe. Por ahora, Peña Nieto les ha pedido a los
mexicanos que la ropa sucia no la laven ni en familia y a Estados Unidos, que
se olvide de los asesinatos en las calles y ponga su atención en el potencial
económico del país.
De México, Obama siguió su gira con destino a Centroamérica, donde, según
parece, los resultados de su visita fueron todavía más magros. 'Obama deja en
Costa Rica una agenda en crudo', se leía en el titular de un análisis sobre la
visita, publicado por el periódico La Nación.
Según los comunicados de prensa, el mensaje de Obama a los presidentes de
Guatemala, Honduras, Nicaragua, El Salvador, Costa Rica, Panamá, Belice y
República Dominicana fue parecido al que dejó en México: en vez de gastar
tanto dinero en la guerra contra las drogas, sus gobiernos deberían favorecer
el gasto en infraestructura, educación y energía en sus respectivos países.
Por más razonable e inclusive loable que sea instar a los gobiernos de la
región a hacer mejor uso de sus recursos, la triste realidad es que el
problema del accionar del crimen organizado no va a desaparecer porque se lo
ignore.
El problema de la inseguridad en la región exige la mejora del sistema
educativo, programas de estímulo económico y de disminución de pobreza, pero
también una estrategia efectiva contra el crimen organizado en todas sus
facetas, incluyendo la del narcotráfico.
El tráfico de drogas a Estados Unidos les crea un problema de seguridad
nacional que rebasa sus limitados recursos y el problema no tiene solución sin
la ayuda estadounidense. Y sobre esto, Obama no habló.
Peor aún, de los temas que se discutieron en las reuniones entre los
mandatarios no quedó ni plan ni proyecto de seguimiento. Al parecer, Obama
viajó a San José a una charla de café, en la que cada Presidente dijo lo que
quiso y de lo dicho ni huella quedó.
Sergio Muñoz Bata
LUIOCH
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