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LÍDERES CONMEMORARON VICTORIA ALIADA EN MOSCÚ

Con el Kremlin feliz por la presencia del jet-set político mundial pese a la ausencia de notorios invitados en las paradas militares; con la marcha de oposición más importante de los últimos tiempos y mucha fanfarria, pompa y despliegue de armamento en las oficiales, y con cientos de miles de endomingados ciudadanos paseando, Moscú marcó ayer el cincuentenario de la Victoria en la II Guerra Mundial con una fiesta apoteósica.

Alvaro Sierra
Difícil transmitir la magnitud de la parada que a partir de las nueve de la mañana ejecutaron 4.570 veteranos de la II Guerra cargados de medallas y de años al ritmo de una orquesta de 800 músicos en el escenario histórico de la Plaza Roja. El empavesado resonaba con miles de pasos de marcha. El eco gutural de 4.570 hurra emitidos al unísono rebotaba en las paredes centenarias del Kremlin.
La última vez que este corresponsal presenció una parada en la Plaza Roja fue el 7 de noviembre de 1990. Esa fue la última parada militar soviética. La de ayer, en memoria de una victoria que costó una carnicería a este pueblo, recordaba en todo las de entonces. A la factura y el tamaño de los carteles gigantes que colgaban en el Museo de la Revolución, se añadían sus motivos: la mujer de pañuelo negro en la cabeza llamando a enlistarse, el soldado de casco y capote, la estrella de la URSS son familiares desde hace décadas a todo habitante de este país.
La parada se hizo con todas las de la ley. El mariscal Govorov, héroe de la II Guerra, la abrió y los veteranos le respondieron con un estentóreo Sirvo a la Unión Soviética .
Abría la marcha el estandarte rojo con la hoz y el martillo que ondeó sobre el Reichstag en Berlín el 8 de mayo de 1945. Seguían los ancianos, portando los diez estandartes originales de los respectivos frentes en que se entabló batalla hace 50 años, y no pocos tenían lágrimas en los ojos.
Y, tras ellos, cursantes de la Escuela Militar Suvorov y, cosa que ha producido no pocos diplomáticos estertores, escuadrones de las distintas fuerzas del ejército, entre los cuales había 60 marinos del Báltico y la Flota del Norte y 60 paracaidistas y hombres de las Fuerzas Especiales que combatieron en Chechenia y fueron condecorados.
Desfile para pocos
Boris Yeltsin, parado junto a la plana mayor del gobierno ruso por primera vez en su vida en el sitio de los secretarios generales comunistas, la tribuna del Mausoleo donde aún reposa la momia de Lenin, en medio de un silencio sepulcral por doce minutos saludó a los veteranos y los países vencedores, describió los horrores que Hitler planeaba hacer con Moscú y llamó a impedir el renacimiento de la semilla venenosa del fascismo .
Quizá porque abajo, a la izquierda de Yeltsin y para su casi completa felicidad, estaban el presidente estadounidense Bill Clinton, que llegó ayer a las seis de la mañana con su esposa y su secretario de Estado, y el primer ministro británico John Major. Como más tarde se sabría, en las sendas reuniones que sostuvo Yeltsin con ellos, los trató de tú, les dio las gracias por venir y le dijo a Clinton con un abrazo cuánto tiempo hace, Bill! , y a Major te doy la bienvenida viejo amigo . No asistieron Francois Mitterrand, ni Helmut Kohl, ni los demás europeos.
Todo, pues, para que los veteranos desfilaran históricamente en la Plaza Roja ante Boris, Bill y John.
Moscú era una fiesta
A las once de la mañana arrancó, a tres kilómetros de allí, una marcha paralela convocada por 23 grupos de la oposición comunista y nacionalista, que la policía empezó estimando en 12 mil personas y se volvió, al llegar a la altura de la Plaza Maniezhnaia, junto a la Plaza Roja, un mar incontable de banderas de la URSS y de viejitos con retratos de Stalin y de Lenin.
Media hora tardaron las largas columnas en entrar finalmente a la Plaza Lubianka. En la tribuna, bajo las ventanas del edificio del KGB, la flor y nata de la oposición rusa.
Mientras los opositores tronaban en el centro, la celebración oficial se convertía, en las 135 hectáreas del Monumento a la Victoria de Poklonaia Gor (Montaña de la Inclinación), en una demostración de lo más selecto de la técnica militar soviética. Diez mil hombres de todas las ramas de las Fuerzas Armadas y academias de élite desfilaron con aún mayor pompa que los veteranos en la Plaza Roja. Y tras ellos 240 unidades de técnica militar. Por primera vez circularon abiertamente la unidad de artillería motorizada Smerch y el complejo blindado antiaéreo S-300, además de modernos tanques T-80 y blindados de asalto BMP-3.
De nuevo estuvieron ausentes los huéspedes occidentales. Esta vez, todos. Sólo llegaron una vez terminado el desfile militar, para la inauguración formal del complejo a la Victoria, presidido por el obelisco de la Diosa Nika, cuyos 141.8 metros de alto conmemoran los 1.418 días que la guerra duró para la URSS. Aquí habló medio mundo.
Los presidentes cumplieron presidencial labor: inauguraron el complejo y con él el imponente semicírculo de mármol de casi 200 metros que completa el Monumento a la Victoria, caminaron por el Museo Central de la Gran Guerra Patria, donde están la Estatua de la Madre Llorando y los nombres de los casi 12.000 héroes de la guerra, entre ellos Stalin.
Como estaba previsto, a la cita final, la recepción y comida oficiales que dio Yeltsin desde las seis de la tarde, no faltó absolutamente nadie. Rusia no veía a table semejante miríada de personalidades hace casi cien años.
Jefatura rusa feliz porque le salió la fiesta. Oposición dichosa por la magnitud de la marcha que protagonizó. Pero, sin duda, el más contento fue el pueblo ruso. Todo el centro de Moscú estuvo cerrado al tráfico. Por la avenida Tverskaia, cada cien metros, hay un estrado y música. Jovencitas del brazo estrenando minifalda veraniega, viejitos con tulipanes, parejas elegantes con hija de lacito de raso. Cientos de miles de moscovitas se endomingaron ayer y estuvieron en la calle por lo menos hasta las diez de la noche, cuando culminó el día con un espectacular evento de fuegos artificiales que se vio de todos los puntos de esta ciudad de 10 millones de habitantes.
Alvaro Sierra
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