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‘¡Cierre sus ojos y piense en Colombia!’

Un ex ministro y ex embajador de Colombia ante el Reino Unido y la Casa Blanca contó el otro día que cuando los ingleses experimentan una situación como la de Colombia con la apreciación de su moneda, solamente aciertan a exclamar: “¡Close your eyes and think of England!” (¡”cierre sus ojos y piense en Inglaterra!”). Una expresión como la anterior indicaría en castellano que frente a la revaluación actual del peso no hay alternativa distinta a aguantar el chaparrón; que, como están las cosas, no hay medida que valga. Es grave, pero es así. Todos intuimos que la tasa de cambio está muy lejos de lo que podría ser su nivel de equilibrio, si es que este existe; que la macroeconomía colombiana y sus perspectivas futuras no dan para que el precio de la divisa se encuentre en el nivel de hoy en día.

Pero contra las fuerzas del mercado es imposible luchar, a pesar de los
serios problemas de los empresarios que exportan y de aquellos que compiten
con las importaciones. Hay un fenómeno mundial de liquidez y unos
inversionistas que no saben en dónde colocar su dinero, por lo cual los
dólares están llegando a América Latina, a Europa Oriental y al Asia
Central. Hay, también, un fenómeno especulativo. Y no nos digamos mentiras,
el Gobierno no ha contribuido a evitar la revaluación: vendió en el mercado
los dólares que recibió por la privatización de Bancafé y de Ecogás y
mantiene un déficit fiscal elevado en una coyuntura en la cual esto es
exactamente lo opuesto a lo que debe hacerse.
Entiendo que para todos los colombianos sea muy difícil explicar qué es lo
que está sucediendo. Porque si bien en el pasado la tasa de cambio se
apreció –de hecho, la tasa de cambio real fue más baja en 1997 de lo que era
la semana anterior– lo que ha sorprendido es el ritmo al cual lo ha hecho en
lo corrido del 2007. Por lo mismo, las personas que, como escribió
recientemente Mauricio Reina, preguntan ¿“hasta dónde va a caer el precio
del dólar”? a quienes reconocen a un economista en los ascensores, en los
aviones o en las reuniones familiares, se llevan una frustración muy grande.
No obtienen una respuesta rápida y contundente (Mauricio Reina, ‘La
revaluación para dummies’, El Colombiano, 30 de mayo de 2007).
Ahora bien. Es paradójico que una situación causada en parte por el desborde
de gasto del Gobierno se compense mediante más subsidios, ayudas y créditos
baratos a los exportadores. El lunes anterior, los ministros de Hacienda y
de Agricultura anunciaron ayudas presupuestales directas por 200 mil
millones de pesos en este año y, al día siguiente, el Informe de la Comisión
Independiente de Gasto Público recomendaba efectuar un recorte inmediato de
gasto por la suma de 1,5 billones de pesos. El apoyo, entonces, no pasa de
ser un paliativo que va en contravía de la solución del problema y ni
siquiera se agradece. Inmediatamente después del anuncio del “salvamento”,
algún presidente de gremio salió a decir que la medida era “insuficiente”.
Una expresión a la cual nos tienen acostumbrados los representantes
gremiales.
Hay que pasar el aguacero. La tasa de cambio se va a devolver y, cuando lo
haga, va a devaluarse rápidamente, causando otros problemas y afectando a
otros sectores de la economía. Mientras tanto, cualquier medida que se
adopte traería más costos que beneficios futuros para la población en
general. Así las cosas, como bien lo anota el Informe de la Comisión de
Gasto Público, “el ritmo de crecimiento del gasto público, más que la tasa
de cambio, debería ser el tema central del debate económico nacional”.
* * * *
La idea de “cerrar los ojos y pensar en Colombia” sirve en nuestro contexto
para la revaluación y para muchas de las situaciones que se registran en el
país día tras día. Eso es lo que tantos colombianos hemos hecho, por
ejemplo, en la semana que termina, por no acabar de entender las razones de
Estado que llevaron al presidente Uribe a liberar 150 guerrilleros de las
Farc y a solicitarle comedidamente al señor Granda que abandonara la cárcel.
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