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¿De quién es el bendito soneto?

A raíz del libro ‘El olvido que seremos’, de Héctor Abad Faciolince, el autor paisa y el poeta bugueño están en una controversia sobre el origen de la composición. Se llama Epitafío. Y según el escritor Héctor Abad Faciolince, él mismo sacó este soneto del bolsillo en el que lo llevaba su papá, Héctor Abad Gómez, cuando fue asesinado, el 25 de agosto de 1987.

“Ya somos el olvido que seremos”, empieza diciendo esta composición, que el
autor paisa retoma en el libro testimonial que publicó sobre la relación con
su padre.
“El polvo elemental que nos ignora”, continúa el poema que, en noviembre del
mismo año del asesinato, el escritor publicó en el Magazín Dominical de El
Espectador, en un artículo que se tituló Apuntes para una biografía.
Hasta ahí, todo va bien, Pero el asunto se enreda, como lo dio a conocer la
revista Cromos, cuando Abad Faciolince, al no encontrar documento alguno que
certificara la autoría de Jorge Luis Borges, decide llamar a su colega y
poeta Harold Alvarado Tenorio, teniendo en cuenta que este último es un
reconocido admirador del argentino y, entre otros trabajos, había hecho una
crónica De cómo escribí un prólogo de Borges, donde cuenta cómo se hizo
pasar por el autor gaucho, prologando un libro de su propia autoría.
“Cuando hablé con Alvarado, me dijo que el soneto era de él, que lo había
compuesto en 1991 y que después lo publicó en la revista Número”, narra
Abad, desde Berlín (Alemania), donde está radicado.
La pregunta que se hacen muchos es cómo el poema que fue escrito, según
Alvarado en 1991, apareciera en el bolsillo de Abad Gómez, al momento de su
muerte en 1987. La respuesta podría ser que Borges sí lo hubiera escrito
antes, cosa que desmiente el autor nacido en Buga (Valle).
“Ese soneto lo escribí yo, pero eso lo hice para divertirme. No era algo
para engañar a nadie, lo hice como un ejercicio literario y cuando se
publicó, se sabía que no era de Borges. Me pareció bien, pero ahora lo que
pasa es que me están tratando de poner como un falsificador y yo no soy
tal”.
Alvarado explica que lo hizo, bajo el título de Cinco sonetos inéditos de
Borges, como una cosa borgiana. De la misma manera como el escritor
argentino hacía ese tipo de ejercicios.
“Yo he hecho eso siempre –añade–. A mí me gusta escribir ese tipo de cosas,
me gusta escribir con pseudónimo. La esencia de la escritura de Borges es
esa, el juego, la parodia, la ironía, poner nombres ficticios, todo eso lo
hizo él y los que somos borgianos lo imitamos”.
Para Abad Faciolince lo más probable es que haya sido así, sin negar la
posibilidad que lo haya escrito Borges.
“Yo no sé de quién es –manifiesta–. Parece de Borges, pero aparentemente lo
escribió Tenorio. El problema es que no hemos encontrado la publicación
original. No sabemos si apareció antes en El Mundo o El Colombiano, de donde
mi padre lo habría copiado”.
El escritor antioqueño también le encuentra explicación a todo esto en un
fenómeno al que él llama “lectores distraídos” y destaca que se trata de
algo muy parecido a la realidad borgiana, de múltiples autores, de cosas que
se escriben antes de que se hayan escrito, de la posibilidad de que alguien
escriba algo sin darse cuenta, de otra persona.
Para él, esto se ha convertido en un enigma que quiere dilucidar, no de una
manera borgiana, sino de una forma real. “Y eso será cuando encontremos la
bendita publicación de Alvarado Tenorio”, asevera desde el invierno en
Alemania.
En la misma Cromos, Abad Faciolince dice que esto ya se transformó en una
novela. Por eso, cuando se le pregunta cuál sería el desenlace de la
historia, no duda en responder: “El final más bonito sería que, en efecto,
si lo hubiera escrito Borges, que a Alvarado Tenorio se le hubiera olvidado
que lo había leído del argentino y que lo copió de memoria, sin darse
cuenta. Es un juego literario, legítimo, eso se puede hacer, yo no lo estoy
acusando a él. Solo lo estoy diciendo que es un gran parodista”.
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