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LAS APARIENCIAS NO ENGAÑAN

Buscan la perfección, y están muy cerca de lograrla. Pueden ser románticos, ágiles, modernos, livianos, variados, coloridos, útiles y hermosos. La revolución de los empaques hace que esta técnica, sin ser nueva, capture la atención de los consumidores en el mundo entero. Aunque ahora vienen en infinidad de materiales y formas, comenzaron siendo tristes frascos de vidrio, y la idea de envasar un producto para prolongar su duración no fue gracias a la falta de tiempo, sino a la guerra.

Cuando los ejércitos de Napoleón necesitaban sobrevivir en sus largas jornadas, un francés, Nicolas Appert, inventó el sistema de enlatado en jarras de vidrio.
Latas, vidrios y más tarde plástico, invadieron las estanterías de los supermercados, mientras que los envases se hacían cada vez más atractivos y útiles.
Sin embargo, nada cambiaba sustancialmente. Las amas de casa debían trabajar, comprar sus comidas, eso sí, bien envueltas, y cocinarlas durante largo tiempo.
Según Enrique Luque Carulla, un experto en mercados, la verdadera revolución del empaque la dio el microondas. Cuando nadie quería cocinar, el comercio inventó la comida rápida (hamburguesas, pizzas, pollos), pero aún no se producía nada rápido para hacer .
El microondas llevó la comida rápida a casa y logró que una comida completa estuviera lista en minutos cuando antes tardaba horas. Las pesadas ollas de aluminio y acero inoxidable abrieron paso a empaques livianos de plástico, con el sello para microondas .
Aunque en Estados Unidos esta tecnología llegó a comienzos de los ochenta, en Colombia entró con fuerza una década después, gracias a la apertura económica, y con esta comenzó el boom de los empaques.
En la actualidad, los materiales están cambiando cada día por otros más sofisticados, útiles para preservar los alimentos, atractivos, reciclables e higiénicos.
El vidrio, por su peso, fragilidad y costo está siendo remplazado por el PET (un tipo de plástico) en las botellas de gaseosas. Igual pasa con las latas; inutilizables en el microondas, inseguras y complicadas de abrir, están siendo remplazadas por plástico.
En Colombia hay varios tipos de empaques, que van desde los naturales, como las hojas de plátano que envuelven los tamales y dan un sabor característico a los alimentos, hasta el empaque aséptico, que es el más novedoso, en el que está empacada la leche UHT.
Este hizo su aparición hace treinta años en Estados Unidos, pero hasta ahora está llegando al país. Conocido como brik-pak por su similitud con un ladrillo (brick), el envase aséptico almacena sólo líquidos y en ocasiones líquidos con pequeños pedazos sólidos (frutas en el jugo).
También hay vidrio, utilizado en condimentos y licores; metal, con los múltiples tipos de enlatados y plástico, utilizado en diversos productos, que varían desde las cajas de huevos hasta envases para matamalezas, pasando por productos para microondas y cierres herméticos para la nevera.
Papel, cartón, madera y empaques flexibles como los de pasabocas, completan el cuadro.
Todos tienen puntos a favor que los han mantenido en el mercado incluso luego de la aparición de otros productos más actualizados. Así, el vidrio es hermético, protege de la contaminación y es higiénico.
Puede ser transparente, lo que resulta una excelente vitrina para quien quiera mostrar su producto u oscuro, ideal para envasar productos farmacéuticos que necesiten protección contra la luz.
Por otro lado, resulta costoso su transporte masivo debido a su peso, es frágil e inseguro cuando cae en manos de los niños.
El plástico, el gran sustituto del vidrio, es resistente, transparente y aislante (no transmite olores), pero sus compuestos pueden resultar tóxicos debido a los aditivos que se emplean en él.
El metal, particularmente el de los productos enlatados, se debe tratar adecuadamente para que coserve los colores naturales y sea higiénico, pero es fácilmente manejable, protege de la luz y la contaminación y mantiene frescos los alimentos.
Papel y cartón son baratos y fáciles de manejar, pero son permeables, y su resistencia no es muy alta.
La madera, por su parte, es resistente y barata, pero no es higiénica, impermeable o flexible.
Cada producto tiene un envase que lo conserve más tiempo fresco y apto para comer.
Así, la carne cruda a temperatura ambiente es el campo ideal para que crezcan bacterias y microorganismos perjudiciales para el hombre, pero su vida puede prolongarse cuando se mantiene en frío, sin congelar.
Lo ideal es empacar la carne sobre bandejas y envolverlas con papel transparente que permita la entrada de oxígeno. Aunque esto acorta la vida de la carne, le permite conservar el color rojo característico.
En Colombia hay poco problema con la frescura de frutas y vegetales, pero en los países con estaciones su conservación se dificulta y se vuelve muy costosa. Cuando se guardan en empaques flexibles, estos deben contener ciertos gases que se encuentran presentes en el aire y que impiden el deterioro de las frutas.
La apariencia física de los envases tampoco se ha descuidado. Además de que vienen en porciones individuales, los colores, formas y apariencia en general son igualmente importantes, porque buscan llamar la atención del consumidor.
Así, cautivan las cajitas, los tubos, los paquetes plateados de pasabocas y los vasos de sopa hechos en plástico que parece icopor.
Las etiquetas de los productos son una parte importante a la hora de hablar de empaques. Comenzaron siendo formas de distinguir un producto de otro, o simplemente de crear un vínculo entre el consumidor y la marca. Ahora existe toda una legislación al respecto.
En Colombia, los rótulos deben llevar el nombre del producto, sus ingredientes, contenido neto, nombre y dirección del fabricante (si es importado, el de la importadora), la leyenda industria colombiana (cuando lo sea), el número de licencia y registro sanitarios, sus condiciones de conservación y modo de empleo, código de producción y fecha de vencimiento.
En esto la estética también ha jugado un papel importante, porque las etiquetas son cada día más atractivas y coloridas, aunque no necesariamente más completas.
Una revolución en el empaque no implica un cambio de hábitos alimenticios. Simplemente es una forma más de conservar frescos los alimentos, utilizando un proceso más sencillo para su transporte y consumo, y haciendo su presentación más atractiva e higiénica.
El próximo paso es aprender a reciclar, para evitar que el plástico y los demás productos contaminantes invadan el planeta sin control.
El empaque perfecto
Dicen que la naturaleza es sabia, y ésta se ha encargado de demostrarlo varias veces. Un ejemplo de esto es que ha sido la única capaz de crear un empaque perfecto para un producto: la naranja.
Compuesta por una cáscara protectora, dura y llamativa, tiene en su interior una capa acolchada que protege el producto, puesto en contenedores iguales.
Cada contenedor está unido a otro por una delgada película de pegante que permite separarlos sin que sufran daño, y están en otra cubierta más fuerte que retiene el jugo y los conserva frescos.
Es sencilla de comer porque se abre con facilidad (no son necesarias las instrucciones) y cada contenedor tiene el tamaño de la boca, por lo que no se desperdicia jugo o carne al ingerirlo.
Por último, cada contenedor tiene una semilla en su interior. Es decir que se le da la posibilidad al consumidor de hacer el producto por sí mismo, sin comprarlo.
(Tomado de la revista Empaques. Adaptación de un texto de Bruno Munari).
Lo que no se ha desempacado
Aunque muchos proyectos de empaques están todavía en la mente de los creativos, otros ya son una realidad en el exterior.
Las frutas tropicales frescas, peladas y cortadas en cuadritos se venden en bolsas al lado de ensaladas variadas sometidas al mismo proceso de picado.
Los empaques comestibles son una nueva alternativa que toma auge en el mundo actual. Para envolver dulces, por ejemplo, es ideal el papel de arroz, que puede comerse en caso de que se quede pegado al dulce.
Las películas comestibles para los alimentos sellan su humedad, lo protegen del oxígeno y evitan su deterioro, y carecen de sabor porque están hechas de proteínas naturales.
Incluso la genética ha utilizado a la naturaleza para que se convierta en un envase perfecto. Actualmente se realizan pruebas para que el conocido maíz pira, con mantequilla y todo, se produzca directamente en los granos de mazorca.
En cuanto a latas, la idea de una gaseosa que se autoenfríe apenas se abra, es un proyecto que ha permanecido mucho tiempo congelado.
Las etiquetas también están en la mira de los diseñadores. Aquellas que cambian de color de acuerdo con el estado del producto ya están comenzando a utilizarse.
Entre los que todavía se planean, están los asépticos con productos sólidos, aluminio en el microondas y latas compuestas de plástico y acero.
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