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LOS 4 DÍAS QUE DESATARON LA TORMENTA

En Caracas algunos sectores están convencidos de que la crisis entre Colombia y Venezuela estalló cuando el presidente Hugo Chávez se enteró de que miembros de la Guardia Nacional recibieron una recompensa por ayudar en la captura del guerrillero de las Farc Rodrigo Granda.\ (VER EDICION NACIONAL: LAS CARTAS DE URIBE, FRASES POLEMICAS)

En Caracas algunos sectores están convencidos de que la crisis entre Colombia y Venezuela estalló cuando el presidente Hugo Chávez se enteró de que miembros de la Guardia Nacional recibieron una recompensa por ayudar en la captura del guerrillero de las Farc Rodrigo Granda. (VER EDICION NACIONAL: LAS CARTAS DE URIBE, FRASES POLEMICAS)
Y así lo habría ratificado el hecho de que durante un mes -desde el 13 de diciembre, día de los hechos, hasta el 13 de enero- la cúpula del gobierno de Chávez se mantuvo en silencio. Ese día -el pasado jueves-, por primera vez el vicepresidente José Vicente Rangel desató la lengua y puso en tela de juicio al ministro de Defensa de Colombia, Jorge Alberto Uribe.
"No sé si este funcionario (el ministro Uribe) ha calibrado la gravedad de su declaración al asumir públicamente que pagaron un soborno por secuestrar a una persona en un país extranjero -denunció Rangel- (...) es extremadamente grave porque entre los sobornados están efectivos de la Fuerza Armada Venezolana".
Hasta ese momento, la parquedad de Caracas para hacer cualquier tipo de reclamo sobre el episodio provocó interrogantes. Surgieron hipótesis a manera de respuesta y todas ellas asumían que de una u otra manera ambos presidentes sabían que la captura de Granda se había dado en Caracas y para evitar complicaciones lo estaban manejando .
Algunos aseguraban que la actitud del gobierno chavista tenía que ver con las renovadas buenas relaciones personales entre los dos presidentes; otros, sostenían que a ninguno de los dos les convenía hacer bulla porque de fondo estaba la ilegalidad de una captura sin mediar la orden de Interpol, e incluso hubo quienes dejaron entrever que era un procedimiento ya probado.
De hecho, el ex ministro de Interior y Justicia de Colombia, Fernando Londoño, reconoció que el procedimiento era el mismo utilizado en el caso Tyson . La Policía de Colombia detuvo a este guerrillero del Eln en abril del 2003 y lo mostró como detenido en Puerto Santander (Norte de Santander) a pocos metros de la línea fronteriza y desde ese momento se expresaron las dudas de si su captura se había producido en Venezuela. Poca diplomacia
La estrategia entonces, en el caso Granda, parecía ser la de que las dos partes guardaban silencio. Tanto así que el 15 de diciembre -un día después de que la Policía de Colombia lo presentó como si hubiera sido capturado en Cúcuta-, EL TIEMPO publicó un artículo advirtiendo que podía haber sido detenido en Caracas el 13 de diciembre. Pero tras la denuncia, los dos gobiernos guardaron silencio.
Lo que no contaban era que el caso se podía complicar porque ya desde el 13 de diciembre distintas entidades del Gobierno filtraron a los medios la captura de un pez gordo de las Farc, el mismo presidente Uribe en por lo menos dos reuniones privadas comentó con orgullo que la captura se produjo en Venezuela y las Farc no querían desaprovechar la oportunidad de poner en aprietos a los gobiernos.
Luego, cuando grupos "bolivarianos" y "revolucionarios" comenzaron a agitar las aguas alegando por distintos medios en Caracas que se había violado la soberanía venezolana, también se tuvo la impresión de que los dos gobiernos estaban sintonizados.
En ambos países salieron a hablar los ministros encargados de la Policía, no le dieron tratamiento diplomático al episodio y cada capital exponía unos argumentos mínimos para explicar su actuación. Bogotá decía que ellos lo habían capturado en Cúcuta y Caracas que estaban investigando.
En cuestión de días la publicación de más detalles sobre el secuestro de Granda -y el comunicado de las Farc en el que se quejaban y solicitaban explicaciones al gobierno venezolano- provocó la primera declaración del ministro del Interior de Venezuela, Jesse Chacón, el 6 de enero.
El domingo 9, habló por primera vez del caso el presidente Hugo Chávez más para salirles al paso a las insinuaciones de que su gobierno había nacionalizado a un guerrillero de las Farc. Con el viejo pasaporte de Granda en su mano, aseguró que el llamado "canciller" parecía haber hecho una vida normal y legal casi todo el tiempo, incluso ante los ojos de las autoridades colombianas.
Esa fue la primera vez que Chávez aseguró que la policía de Colombia estaba mintiendo sobre la captura de Granda en Cúcuta y sugirió su participación en el secuestro, a espaldas del presidente Uribe.
El tratamiento que Chávez le ha dado a Uribe en el episodio ha sido una constante: lo ha eximido de culpa. Solamente, este viernes en la noche, y al comentar la respuesta dada por el mandatario colombiano a su exigencia de una rectificación, el venezolano "ojalá el presidente de Colombia reflexione y no termine apoyando el delito que cometieron aquí".
Destapan las cartas
Luego, el parlamento venezolano, liderado por una famosa diputada chavista Iris Varela, anunció la creación de una comisión para investigar las circunstancias del secuestro. Varela advirtió que podría tratarse de una operación encubierta en la que participaron funcionarios colombianos.
Pero fue el miércoles de esta semana cuando se produjo un hecho que calentó los ánimos de las autoridades venezolanas: el reconocimiento, por parte del ministro de Defensa colombiano, Jorge Alberto Uribe, de que el Gobierno pagó recompensa por obtener información para capturar a Granda.
Al día siguiente, tomó el micrófono el vicepresidente venezolano, José Vicente Rangel, y advirtió que "la pelota estaba del lado colombiano". Chávez ya había llamado a consultas al embajador en Bogotá, Carlos Santiago Ramírez, quien amaneció el jueves en Caracas.
Ese día, hubo cruce de declaraciones entre los vicepresidentes de los dos países. Mientras Rangel aseguró que el ministro de Defensa colombiano y su gobierno formaron parte de un "soborno" y, por lo tanto, estaban involucrados en el "secuestro", Francisco Santos defendió el pago de recompensas y dijo que los cazarrecompensas del mundo eran bienvenidos en Colombia para capturar a los bandidos de los grupos armados ilegales.
Por su parte el ministro del Interior de Venezuela, Chacón, dio una rueda de prensa en la que quedaron claros dos propósitos: uno, tratar de librar al Gobierno de Venezuela del señalamiento de ser refugio de guerrilleros -insistió en que Granda había utilizado documentos falsos y que no existía orden de captura en su contra- y dos, trasladar la culpa a la cancha de Colombia acusando al Gobierno del presunto secuestro.
En ese momento se hizo evidente la falta de tratamiento diplomático entre los dos países. Y en particular, el hecho de que Colombia no tiene técnicamente embajador en Caracas, pues tras cuatro meses en esa capital Chávez no le ha recibido las cartas credenciales.
Esa noche, el gobierno venezolano reveló que fue un grupo de militares venezolanos -del Ejército y la Guardia Nacional- quienes, en contacto con el Gaula y la Dijín, concretaron el pago de la recompensa y el secuestro del "canciller".
Hasta ese momento la cancillería venezolana estuvo relativamente en calma. El llamado a consultas al embajador no produjo la típica nota de protesta, por lo que todo parecía indicar que el gobierno venezolano no daría otros pasos.
Pero el apresamiento de los militares venezolanos tuvo un tremendo efecto en Chávez a quien, según algunas fuentes, afectó particularmente el hecho de que fueran efectivos de la Fuerza Armada Nacional (y no de la policía técnica, como se había dicho hasta el momento) los autores materiales del secuestro.
Hay quienes dicen que Chávez busca un pretexto para depurar la Guardia Nacional que es la única fuerza que le hace falta para depurar a su gusto. Y aún más, que los crecientes rumores en Caracas de que Washington tenía que ver en el asunto, habrían también exaltado los ánimos del mandatario.
Viernes estratégico
Ese jueves, en la Casa de Nariño se dieron cuenta de que la temperatura subía y ante la posibilidad de que Chávez se viniera con todo, sacaron de la gaveta varias resoluciones de la ONU para defenderse. Las cartas que Uribe se podía jugar eran las de ratificar el compromiso de todo el mundo de luchar contra el terrorismo y las normas que prohíben expresamente que un país -como en este caso sería Venezuela- fuera refugio de terroristas.
La jugada sería interesante en la medida en que trata de centrar el debate sobre la necesidad de combatir de manera conjunta el terrorismo, para tratar de bajarle el perfil al debate de si Colombia violó o no la soberanía de un país vecino.
Por eso, si bien hasta esta semana no existía ninguna investigación contra Granda distinta a rebelión (la orden de captura es de agosto del 2004), en la mañana del viernes el fiscal general Luis Camilo Osorio anunció que le iniciaron investigación por su supuesta participación en el lío de las armas de la conexión Montesinos-Farc. Es decir, se le da a Granda un estatus de investigado por terrorismo -que justifica el argumento del gobierno Uribe- y ya no solo por rebelión.
De hecho, la Interpol había rechazado la orden de captura internacional contra Granda, al parecer por tratarse de un delito que como la rebelión no es aceptado en las circulares rojas.
Curiosamente, y como si fuera parte de una sola estrategia, ese mismo viernes dos de los periódicos más importantes de Washington coincidieron en arremeter contra Chávez con argumentos muy similares. Un editorial del Washington Post señaló que Venezuela dio "santuario" al guerrillero Rodrigo Granda pese a pertenecer a una organización catalogada por E.U. como "terrorista", criticó las leyes de mordaza a la prensa y expropiación de tierras, y los esfuerzos por distanciarse de Estados Unidos y "otros países vecinos" y de las medidas tomadas luego de los ataques del 11 de septiembre.
Y de otro lado el Washington Times en un artículo reveló que la Casa Blanca endurecería su posición frente a Venezuela por su actitud hostil hacia Estados Unidos y acusó a Chávez de "apoyar grupos radicales" de otros países de la región como las Farc y "minar los gobiernos democráticamente elegidos". Y menciona en particular la necesidad de cooperación de antiterrorismo y antinarcóticos.
Cara a cara
Ese mismo viernes, y como lo presagiaba Bogotá, la crisis estalló en Caracas. Chávez, aprovechando el solemne discurso de rendición de cuentas anual ante la Asamblea Nacional, anunció que el embajador Carlos Santiago no regresaría a Bogotá y que los negocios entre los dos gobiernos quedaban suspendidos si no había una disculpa colombiana a la violación de la soberanía venezolana.
El discurso de Chávez interrumpió el Consejo de Ministros de dos días que había iniciado Uribe en Bogotá. El Presidente se encerró en una sala de la Casa de Nariño con el Vicepresidente, la Canciller, los Ministros de Interior y Defensa, la ex embajadora María Angela Holguín, el Alto Consejero presidencial y sus dos consejeros de comunicaciones a redactar una respuesta, que fue consultada con varios ex presidentes.
En un comunicado de nueve puntos, no pidió disculpas, dijo que los miembros de la ONU no pueden albergar a terroristas de manera "activa" o "pasiva" y afirmó que Granda es un miembro de una organización terrorista y que en esa condición participó en el Congreso Bolivariano de diciembre en Caracas.
Además, respaldó a la Policía Nacional, negó que Colombia hubiera violado la soberanía venezolana y le pidió al gobierno de Chávez activar un mecanismo para resolver las diferencias entre los dos países.
Antes de acabar ese viernes crítico, Chávez volvió a responder a Uribe y dijo estar "preocupado" por la respuesta de su homólogo, le pidió reflexionar e insistió en que "un delito -el terrorismo- no se combate con otro delito -el supuesto secuestro-".
Ayer sábado, sin embargo, aunque la tensión no cedía, se sintieron ciertos aires de calma. El presidente lvaro Uribe dijo a sus ministros -en la continuación del Consejo interrumpido- estar dispuesto a discutir cara a cara con su colega venezolano.
Uribe explicó que le gustaría hablar del tema con Chávez, ante otros presidentes de la región. La Casa de Nariño no descarta que se convoque a una sesión extraordinaria de la nueva Comunidad Suramericana de Naciones.
Curiosamente, el mandatario venezolano también expresó en la mañana su voluntad de arreglar por las buenas con el presidente colombiano, según reveló el representante a la Cámara Gustavo Petro, tras dialogar con Chávez.
Sobre el tema conversaron los cancilleres de los dos países. El viernes en la noche la ministra Carolina Barco llamó a su colega venezolano Alí Rodríguez para comentarle el interés de Colombia en crear un mecanismo de mayor jerarquía de los que hoy existen para abordar la crisis. Rodríguez, con la parquedad que lo caracteriza, dejó entrever que no habría problema.
A todas estas, según fuentes del alto gobierno, durante todo el episodio los dos presidentes no se han puesto en contacto. "Solo conversaron por teléfono el 2 de enero, se dieron el feliz año, pero no hablaron nada del tema", dicen.
- Confuso cierre de frontera..
CUCUTA
Durante noventa minutos, Venezuela cerró en la tarde de ayer la principal frontera terrestre con Colombia. Ningún colombiano podía pasar a pie, ni en carro, ni en moto por los puentes internacionales Simón Bolívar y Francisco de Paula de Santander, que unen a Cúcuta con las ciudades vecinas de San Antonio del Táchira y Ureña.
Inicialmente, a las 3 de la tarde, las autoridades de migración venezolana informaron que recibieron la orden desde Caracas de no dejar entrar a su territorio a ningún colombiano. Solo podían pasar aquellos que tuvieran la doble nacionalidad, es decir, cédula venezolana.
Sin embargo, a las 6 de la tarde, la versión cambió. El general Jaime Escalante, jefe del Comando Regional No 1 de la Guardia Nacional en San Antonio (Táchira), insistió en que el Gobierno venezolano no ha ordenado el cierre de las fronteras y aclaró que la restricción que se registró ayer en el paso de vehículos y ciudadanos colombianos correspondió a un operativo contra el contrabando.
"Entre las 4 y 5:30 de la tarde (hora colombiana) realizamos un operativo contra el contrabando de gasolina venezolana. Eso fue lo que pasó. Después de las 5:30 la situación se normalizó y repito que no hemos recibido ninguna orden de cierre", dijo el oficial del vecino país.
Durante los 90 minutos que duró el operativo sorpresa decenas de carros con placas colombianas quedaron apostados a un lado de la frontera mientras sus conductores sufrieron con la tensión y la incertidumbre que produjo el accionar venezolano.
Humberto castellanos, un tendero cucuteño que surte su negocio con productos venezolanos y que permaneció estancado en la frontera, dijo: "Uno no sabe que puede pasar de ahora en adelante y no es justo que estando la situación tan tensa la Guardia Venezolana se ponga a hacer este tipo de operativos".
Igualmente, por la crisis generada entre los dos países, las estaciones de gasolina de Venezuela redujeron ayer las cuotas de combustible que les vendían a las cooperativas de La Guajira.
Esto ocasionó que en Maicao los precios de las pimpinas (recipientes de 5 galones) aumentaran de 8.000 pesos hasta 20.000.
Igualmente, en las estaciones de servicio de Riohacha comenzaron a verse ayer colas de vehículos, cuyos conductores comienzan a pensar en una posible escasez.
- La llamada de la canciller Barco
La diplomacia, ausente en la crisis, apareció el viernes por la noche. Luego del cruce de pronunciamientos públicos de los presidentes Uribe y Chávez, la canciller Carolina Barco llamó por teléfono a su homólogo venezolano, Alí Rodríguez, para avanzar sobre la propuesta de Colombia de activar un mecanismo para solucionar la crisis.
El gobierno colombiano, le dijo Barco, está interesado en crear una comisión distinta a las que hoy existen, para darle mayor jerarquía. Se habló de la posibilidad de una comisión en la que participaran directamente los dos mandatarios. La cual estaría relacionada con el cara a cara con el que ambos presidentes se mostraron el sábado dispuestos a sostener.
Rodríguez, con la parquedad que lo caracteriza, dejó entrever que no habría problema y que estarían pendientes de que se concretarán los términos de la idea. El ministro chavista aprovechó para expresarle la molestia de su país por el problema en el que se encontraban.
Esa nueva posibilidad -el diálogo directo- dejaría en segundo plano la resolución 1373 de la ONU que Colombia también ha querido utilizar. Expedida el 28 de septiembre del 2001 como reacción a los ataques terroristas del 11 de septiembre, obliga a los países de la ONU a cooperar en la lucha antiterrorista, a negarles refugio a terroristas, a controlar las fronteras -incluyendo la revisión exhaustiva de documentos de migración- y a extraditar o a perseguir a los terroristas en cada país.
El documento sirve, según analistas consultados, a manera de argumento para exigir a otra nación ciertos comportamientos, sin embargo, en la práctica al que lo incumple no le pasa nada.
"El mecanismo de auditoría, principal instrumento antiterrorista del Consejo de Seguridad, muestra señales de fatiga. Está basado en la presentación de informes de los Estados. El Comité contra el Terrorismo que los analiza no tiene capacidad de sancionar y, debido a que los Estados están presentando su segundo o tercer informe, su poder recomendatorio está agotado", explica Laura Gil, internacionalista y experta en el tema ONU.
En vista de sus limitaciones, el Consejo de Seguridad expidió otra resolución, la 1566 del 2004, con la cual pide al Comité contra el terrorismo de la ONU que empiece a visitar a los países y crea un grupo de trabajo para que se empiecen a discutir medidas para darle más dientes a la 1373.
- No es la primera pelea Diplomática de Chávez.
El incidente con Colombia no es el único caso en el que el presidente de Venezuela, Hugo Chávez, tiene roces con países latinoamericanos. Antes sus dardos alcanzaron a Panamá, Chile y República Dominicana, sin contar los cruces de declaraciones desentonadas con Estados Unidos.
AGOSTO DEL 2003: El gobierno del presidente Chávez congela las relaciones de Venezuela con Panamá luego de que la entonces presidenta Mireya Moscoso justifica el indulto otorgado al anticastrista Luis Posada Carriles y afirma que su vida corre peligro si es extraditado a Venezuela. El vicecanciller Arévalo Méndez anuncia el retiro "inmediato" del embajador venezolano en Panamá, Flavio Granados, y la suspensión de la visita oficial que tenía prevista Chávez al istmo con motivo de la transmisión del mando de Martín Torrijos, el primero de septiembre. Dos semanas después de que Torrijos asume el poder, Venezuela y Panamá normalizan sus relaciones.
SEPTIEMBRE DEL 2003: Venezuela suspende el envío de petróleo a República Dominicana argumentando que desde allí el ex presidente venezolano Carlos Andrés Pérez (asilado en ese país), planea una conspiración contra el presidente Chávez en la que están implicadas varias empresas. El vicecanciller Arévalo Méndez afirma: "No vamos a permitir que con nuestro petróleo se financie el terrorismo como lo han hecho hasta ahora".
15 DE NOVIEMBRE DEL 2003: Venezuela y Chile tienen serios roces en sus relaciones a raíz de las declaraciones del presidente Chávez de que "soñaba con bañarse en una playa boliviana", y su insistencia en apoyar una salida al mar para Bolivia por territorio chileno. Esto causa irritación en el gobierno de Santiago, que retira a su embajador en Caracas. Tres meses más tarde, tras conversaciones diplomáticas, normalizan sus relaciones.
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