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EL ADIÓS A LAS ARMAS DE OCHO GUERRILLEROS

Por qué hombres y mujeres que literalmente le han entregado su vida a la guerrilla, deciden hoy por su propia cuenta y riesgo desertar de las filas subversivas?

Por qué hombres y mujeres que literalmente le han entregado su vida a la guerrilla, deciden hoy por su propia cuenta y riesgo desertar de las filas subversivas?
Según ocho testimonios recogidos por EL TIEMPO, varias de las razones obedecen al corazón: estar al lado de la persona que se ama, ver nacer y crecer a un hijo, reencontrarse con el papá luego de diez años de olvido, o ceder a los ruegos de una hermana, que a punta de angustia ha perdido más de 20 kilos de peso, han sido motivos para que abandonen las filas de las Farc y del Eln.
Pero para estos hombres y mujeres esos sentimientos pesaron más porque estuvieron acompañados del desencanto en la lucha armada, de la desazón de no saber a dónde conduce volar escuelas, de no entender para qué sirven los secuestros masivos.
También, del desconcierto que causa pregonar la igualdad y sufrir el privilegio que ostentan los jefes insurgentes, y de la rabia que da ver morir a familiares y gente suya por orden de la propia guerrilla. O de poder ser la próxima víctima, sobre todo después de que los paramilitares empezaron a hostigar fuertemente, y dentro de la subversión se inició una cacería de brujas, un mar de recelos y desconfianzas.
Ellos duraron entre 3 y 21 años en las filas guerrilleras y tuvieron bajo su responsabilidad el adiestramiento político de centenares de personas y la inducción de comunidades enteras a sus fines.
Hoy están de este lado de la sociedad. Marginados y estigmatizados. Marginados, porque tratan de volverse casi invisibles para poder sobrevivir, pues donde los encuentren los matan. Estigmatizados, porque ninguno se atreve a decir que fue guerrillero. Las puertas se les cierran antes de terminar de pronunciar esa palabra.
El programa gubernamental de Reinserción propició este conversatorio, que EL TIEMPO presenta por escenarios: lo que llevó a estas ocho personas a cuestionarse, el momento en el que decidieron desertar, el miedo que hoy los invade, la estigmatización que sufren y sus convicciones después de dejar la lucha armada.
Son los testimonios de Luis*, guerrillero durante 18 de sus 52 años; Germán*, que ingresó a las filas subversivas en el 78; José*, 21 de sus 39 años guerrillero; Hugo*, de 40 años, 3 de ellos en la guerrilla; y Camilo*, quien es hijo de mamá guerrillera y tiene hermanos y hermanas subversivos. Ellos son desertores del Eln.
Y las historias de Jorge*, insurgente 12 de sus 35 años; Pablo*, que duró 14 años en la subversión y escapó junto con su mujer, quien estuvo 10 años; y de María*, 10 de sus 32 años en la guerrilla. Ellos escaparon de las Farc.
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