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La resurrección de Fernando Araújo

Pese al grave riesgo de la operación, el regreso a la libertad del ex ministro demostró que sí es posible rescatar secuestrados por la vía armada.

AL PROMEDIAR LA MAÑANA del domingo 31 de diciembre, el ex ministro Fernando Araújo estaba resignado a iniciar 2007 al lado de 200 guerrilleros de las Farc que acampaban con él en un improvisado campamento construido en la espesa selva de los Montes de María, en la región oriental del departamento de Bolívar.
A esa hora, 10:15 a.m., Araújo escuchaba en un pequeño radio a la historiadora Diana Uribe, que en la cadena básica de Radio Caracol hacía un programa especial sobre la obra del poeta Federico García Lorca. No lejos de allí permanecían los subversivos, que retozaban distraídos.
Ninguno de ellos imaginaba que estaba a punto de culminar una operación de rescate que muy temprano esa mañana había sido autorizada por la familia del ex ministro de Desarrollo, secuestrado en Cartagena el 4 de diciembre de 2000.
En efecto, varias semanas atrás un hombre se había acercado a la sede de la Infantería de Marina en La Heroica y les dijo a los militares que estaba en capacidad de señalar el sitio exacto donde acamparía la columna del frente 37 de las Farc que estaba encargada de la custodia del rehén.
Tras evaluar la información, el alto mando castrense de la región, encabezado por el comandante del Comando Conjunto del Caribe, general Óscar González Peña, encontró que el delator podía tener razón y de inmediato puso el asunto en conocimiento del alto Gobierno.
En los siguientes días, González, el ministro de Defensa, Juan Manuel Santos y los comandantes de las Fuerzas Militares, la Armada y la Fuerza Aérea, dedicaron gran parte del tiempo a diseñar la operación de rescate, que según el informante debía ser ejecutada al finalizar el año, cuando los guerrilleros bajaban la guardia.
Un grupo especial entrenado en contraguerrilla, adscrito a la I Brigada de Infantería de Marina, fue encargado de ingresar a la zona a bordo de varios helicópteros que ametrallarían las posiciones subversivas.
Así ocurrió y el ex ministro Araujo jugó un papel decisivo en el éxito del asalto porque cuando las aeronaves llegaron no dudó un instante en escapar del campamento mientras los subversivos se reorganizaban para enfrentar a los militares. "Me di cuenta de que los helicópteros que sobrevolaban iban a atacar el campamento -relató Araujo tras su llegada a Cartagena-. Entonces dije: 'o me voy o me matan, es cuestión de vida o muerte'".
Araújo se internó en la selva sin rumbo fijo y sin saber que el combate había terminado con la muerte de seis guerrilleros y un infante de marina.
En los siguientes días la incertidumbre fue total porque el alto Gobierno y los militares perdieron el rastro del secuestrado, pese a que el monitoreo de las comunicaciones del grupo guerrillero dejó la sensación de que habían perdido a su preciado rehén.
Mientras tanto, Araújo deambuló por la selva durante varios días. En el día permanecía escondido y en las noches avanzaba con cuidado para evitar ser recapturado en una zona donde las Farc son amos y señores.
Finalmente, en la mañana del viernes pasado, 5 de enero, Araújo decidió salir de su escondite y buscar su salida a la libertad. Lo logró en la madrugada, cuando llegó al corregimiento de San Agustín, donde se encontró con infantes de marina que patrullaban la zona.
Lo demás es historia. Araujo, notoriamente delgado, pero en perfecto estado de salud, les agradeció a los militares el esfuerzo que hicieron para liberarlo y respaldó la estrategia de rescatar a los secuestrados por la vía armada. "Para mí hoy empezó el siglo XXI -dijo emocionado-. Desde el primer día soñaba con este día. Doy gracias a Dios porque me dio la oportunidad de hacerlo. Escaparme de un campamento con 200 guerrilleros fue una decisión muy dura y arriesgada. Pero me alegro de haberla tomado".
Aún cuando los familiares de varios secuestrados y la Defensoría del Pueblo expresaron su reserva por el peligro que encarnó la operación militar sobre el campamento guerrillero donde estaba Araújo y la suerte que correrán los demás secuestrados, lo cierto es que la liberación del ex Ministro demostró que sí es posible arrebatarles a las Farc a los rehenes que tiene en su poder desde hace varios años.
La de la semana pasada fue una acción militar que de entrada implicó un alto riesgo, similar a la que en el pasado produjo sensibles pérdidas -entre ellas la muerte de un gobernador y un ex ministro de Defensa-, pero que, en este caso en particular, se tradujo en que las Farc perdieran a un canjeable de lujo. 
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