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Así fue la visita de Carlos A. Lozada, jefe de las Farc, a JAL del sur

El miembro del secretariado fue invitado a la sesión. Dijo que van a hacer gobierno, no oposición.

BOGOTÁ
En la última silla, debajo del parlante y detrás de las cámaras de los noticieros de televisión, Marta Lucía Burgos Zabala, una ciudadana común, se sentó pacientemente a esperar la llegada del jefe guerrillero Julián Gallo, más conocido con el alias de Carlos Antonio Losada, miembro del secretariado de las Farc. Era la primera vez que iba a ver a alguien de ese grupo en persona y en un debate de la junta administradora local (JAL) de Ciudad Bolívar.
La mujer salió de su casa antes de las 8 de la mañana, bajó desde el barrio Potosí, en Ciudad Bolívar, en un bus del SITP con rumbo al centro comercial Metro Sur, ubicado frente al portal de TransMilenio. Allí, al costado oriental, funcionan varias entidades públicas, entre ellas la alcaldía local y la JAL.
En la puerta de entrada, una trabajadora de la empresa que presta vigilancia privada observa para todos los lados. Aunque está inquieta, no se la ve preocupada o nerviosa porque no hay mucho movimiento. En una mano tiene un celular de estuche de colores y en la otra, la bitácora. Es Deisy Blanco, de 36 años de edad, casada, con tres hijos. Ella no tiene ni idea de quién es ni ‘Losada’, ni mucho menos Gallo. “Hasta ahora me estoy desayunando”, dice la guarda de seguridad mientras espera el arribo del guerrillero.
Al lado izquierdo de su puesto de guardia está la miscelánea de Carolina Díaz, quien se asoma por el cubículo y grita: “Pato, Pato”. Por un momento la guarda se alertó, porque pensó que era la llegada del invitado. Pero no, en realidad llamaba a Patricia, su amiga de la lavandería. Ninguna de ellas sabía de la sesión que se organizó para hablar del proceso de paz y a la cual asistieron más de 60 personas, entre ellas ciudadanos, periodistas y Marta Lucía, quien todo el tiempo cargó en sus brazos a su hijo Dylan Steven Cartagena, de 13 meses de nacido.
De hecho, ella nunca se movió de ese puesto, que ocupó durante las 2 horas y 37 minutos de la intervención del ‘comandante’, como le dijeron algunos ediles, varios ciudadanos y ella misma. Mientras se acomodaba en la mesa principal, dos de sus escoltas, uno de chaqueta de cuero de color café y otro con una chaqueta deportiva de color azul, estuvieron atentos a todos los movimientos, incluido el café con leche y pan con ralladura de coco que le dejaron en la mesa. No probó.
Solo tomó unos cuántos sorbos de agua mientras decía, de forma contundente, a todos asistentes que la aspiración de ellos no era hacer oposición, en una clara alusión a que no iban a entregar las armas para irse a la casa y luego a ‘calentar curul’. ‘Losada’, quien fue líder de las milicias urbanas de ese grupo guerrillero en varias ciudades por cerca de 20 años de los casi 40 que lleva en ese grupo, dijo: “Nosotros le apostamos a ser gobierno, vamos a salir al escenario de la política, y no en oposición sino a hacer gobierno”.
“Yo vine para ver si como sociedad civil nosotros podemos participar y en qué nos pueden beneficiar a nosotros, a mi familia”, expresó la mujer mientras le daba de comer a su bebé.
En realidad, no fue un evento lleno de pancartas, ni de vivas ni tampoco de irrespeto o arengas.
Tras responder que los acuerdos de paz son para todos y cada uno de los colombianos, incluidos los jóvenes, las personas en situación de discapacidad, para la protección del medioambiente, y que evitar cualquier traspié depende de la apropiación que los ciudadanos tengan de este proceso, el jefe guerrillero abandonó el recinto no sin antes invitar a los ediles y a los ciudadanos a que visiten las zonas veredales.
A la salida, cuando ya se iba a subir en la camioneta blindada, pasó John Villarreal, habitante de Soacha, y de manera sarcástica le dijo: “Pilas con las escapadas de los guerrilleros de esas zonas”.
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