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Al fin...

Tres años les tomó al Gobierno y al Eln comenzar. Ahora la pregunta es: ¿llegarán al final?

Hasta fines del año pasado, la pregunta en el proceso de negociación con las Farc era: ¿cuándo van a terminar? Con el Eln, en cambio, ha sido: ¿cuándo van a empezar?
La respuesta llegó hace tres días, con la instalación de la mesa en Quito. Tres años les tomó al Gobierno y al Eln llegar a este comienzo. Ahora la pregunta es: ¿llegarán al final?
Después de 26 meses para llegar a una agenda común, 10 meses de retrasos y dos instalaciones fallidas, arrancó, al fin, la negociación con el Ejército de Liberación Nacional.
¿Se podrá esta vez, al menos la quinta desde que se empezó a negociar con los ‘elenos’, en 1991 (sin contar intentos parciales anteriores)?
Hay elementos a favor.
Nada le gustaría más al presidente Santos que esta cereza en el pastel de la paz: sin los ‘elenos’ –todos lo saben–, la paz no sería completa. Juan Camilo Restrepo, jefe negociador del Gobierno, reconoció en Quito la “identidad e historia propias” del Eln y la independencia de este proceso frente al de las Farc; elementos importantes para su contraparte. Y aunque habló de celeridad, también dijo que no se trata de una “paz exprés”, otro tema sensible para el Eln.
‘Pablo Beltrán’, líder del equipo ‘eleno’, dijo que se puede aprender del proceso de La Habana. Y que su organización no busca hacer la revolución a través de la negociación. El título de su intervención fue elocuente: ‘Todos debemos cambiar’.
Dos discursos alentadores, por primera vez en mucho tiempo. Además, se va a negociar intensamente. Un ciclo maratónico de 45 días arranca el proceso; y se discutirán en paralelo los temas que más interesan a cada uno: participación de la sociedad, clave para el Eln, y medidas humanitarias (que incluyen el secuestro, crucial para el Gobierno, y la situación de los presos, central para los ‘elenos’).
Pero hay elementos en contra.
Al presidente Santos le quedan meses, no años. El país urbano de clase media está visiblemente cansado con la paz. Si no lo entusiasma la magna operación de ingreso de 6.300 hombres de las Farc a las zonas veredales, menos esta negociación lejos, en varios países y con un grupo del que sabe aún menos que de las Farc. Y que se hará en medio de una campaña electoral que hará todo, menos ayudar a buscar consensos.
La participación de la sociedad puede ser la cuadratura del círculo, por las ideas opuestas con las que las partes llegan a la mesa. Y, por más que lo nieguen, por más que su V Congreso haya llegado al consenso de ir a la mesa a ‘explorar’, los ‘elenos’ tienen su debate interno. El escepticismo del frente Occidental y del Oriental, sobre todo el ‘Domingo Laín’ (‘Pablito’, su jefe, en silencio), no facilita avanzar con un gobierno del que todos desconfían.
[Entre corchetes: la demora en empezar no solo debe atribuirse a los reparos del Gobierno, que el Eln ha señalado, sino a que, en Chocó (frente de guerra Occidental), no soltaron a Odín Sánchez hasta las últimas. Paradojas del secuestro: convertir en mártir mediático a un personaje condenado por vínculos con el paramilitarismo].
Un elemento decisivo para la negociación con el Eln va a ser la implementación de lo acordado con las Farc. Los ‘elenos’ tienen serias dudas, no sin fundamento, de que el Estado cumpla con hacer reformas básicas contra la inequidad social y la exclusión política características de este país. Si lo pactado en La Habana sobre transformaciones en el campo y la política avanza en la realidad, el Eln tendrá más motivos para creer que la negociación no es simplemente para que se desarme. Si no...
* * * *
Pero eso será tarea del próximo gobierno. Con los ‘elenos’ se perdió un tiempo precioso. Si todo sale bien, en el año y medio que le resta al presidente Santos, esta negociación solo logrará avanzar hasta hacerse irreversible. No hasta su final. Ese dependerá de su sucesor.
Álvaro Sierra Restrepo
cortapalo@gmail.com
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