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Más que mil debates

En países como Colombia, se han acostumbrado a que debatir es anular, liquidar.

EDITORIAL
Una imagen vale más que mil debates: la fotografía en la que la primera dama de Estados Unidos, Michelle Obama, abraza al impopular expresidente republicano George W. Bush le ha dado la vuelta al mundo, porque es una prueba de que en ciertas democracias no es una opción aniquilar al que piensa diferente, ni es una costumbre echarles la culpa de los problemas de un país a los gobiernos anteriores, ni es impensable que las figuras de los partidos opuestos comprendan que el Estado es una construcción –y una responsabilidad– de todos.
No es extraño que las sociedades vivan polarizadas alrededor de los temas álgidos. Tanto en Estados Unidos como en Europa la sociedad se divide en dos a la hora de acercarse a temas como el matrimonio igualitario, la adopción gay o la guerra. Pero, de cierto modo, se consigue reunir a la gente a la hora de desearle lo mejor a su país, a la hora de asumir los fracasos y los logros de sus líderes. No es inusual que los expresidentes conservadores de una nación comprendan las angustias de los presidentes liberales y guarden un silencio prudente y noble sobre los resultados de sus sucesores.
Si algo produce la fotografía del abrazo entre Michelle Obama y George W. Bush, en la que la ex primera dama Laura Bush y el presidente Barack Obama celebran la situación, es una profunda envidia por los logros de una sociedad que consigue paliar con humor y solidaridad las más grandes crisis. Sobre todo en estos países, que, como Colombia, se han acostumbrado a que debatir es anular, liquidar.
Bush ha repetido una y otra vez que prefiere no hablar del gobierno de Obama porque tiene claro lo duro que es día por día su trabajo. Ha aparecido siempre en las grandes ocasiones al lado de un presidente con el que no tiene en común la manera de resolver los problemas de los estadounidenses, pero comparte, sin ambages, a los Estados Unidos. Qué triste ver que en la Colombia de hoy una solidaridad como esa es imposible. Que solo tres de los cinco expresidentes hayan estado presentes en la firma de la paz con las Farc es una señal de lo lejos que estamos de ello.
editorial@eltiempo.com
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