¡Hola !, Tu correo ha sido verficado. Ahora puedes elegir los Boletines que quieras recibir con la mejor información.

Bienvenido , has creado tu cuenta en EL TIEMPO. Conoce y personaliza tu perfil.

Hola Clementine el correo baxulaft@gmai.com no ha sido verificado. VERIFICAR CORREO

icon_alerta_verificacion

El correo electrónico de verificación se enviará a

Revisa tu bandeja de entrada y si no, en tu carpeta de correo no deseado.

SI, ENVIAR

Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí.

Archivo

La Comisión de la Verdad, ¿por qué es clave para la paz?

Debe ser el escenario para que las partes reconozcan su responsabilidad en la guerra.

La creación de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad, la Convivencia y no Repetición es fundamental para el proceso de paz.
Su funcionamiento se hará realidad cuando se logré un acuerdo sobre los puntos que faltan en la mesa: víctimas, justicia y, por supuesto, legitimación democrática de los acuerdos.
Sin embargo, una escalada de hostilidades, como la que se vive actualmente, con el aprovechamiento de enemigos de la reconciliación, podría llevar al traste la iniciativa.
El gobierno del Presidente Juan Manuel Santos tendrá que cerrar filas para establecer una política nacional de paz, sin dejarse afectar por las voces que claman por el fin de la negociación.
Las Farc, por su parte, deben dejar de afectar al pueblo colombiano a través de ataques como los producidos en los últimos días. Las partes deben parar ya y acordar un fin de esta brutal escalada militar a través de un cese verificable de hostilidades con acompañamiento de los países veedores del proceso.
El funcionamiento de la Comisión tendrá como objetivo desentrañar la verdad ─elemento esencial de la justicia transicional─, ser el escenario para que las partes reconozcan su responsabilidad y plantear los objetivos para la concreción de las garantías de no repetición.
Al final de su tarea, deberá ofrecer unas recomendaciones para que se materialice el perdón, se produzcan sanciones para ejercer cargos públicos, se establezcan compromisos de reconstrucción de tejidos sociales en territorios afectados y se provoque un desminado focalizado, entre otras medidas. Su conformación será plural, consonante a lo indicado en la mesa y deberá representar diversos sectores del país. La pluralidad será sinónimo de cohesión y dignificación social.
Para llegar al escenario planteado es necesario que se logren acuerdos parciales sobre los puntos restantes, teniendo en cuenta el itinerario de desgaste, la escalada de las hostilidades y la falta de información de la ciudadanía sobre lo que pasa en la Habana.
Del mismo modo, en el capítulo de la justicia debe acogerse la doctrina del margen nacional de apreciación, con lo cual un conflicto que es único en el continente y que tiene un complejo entorno histórico podría prescindir de la típica justicia retributiva para abordar los componentes de justicia transicional, uno de los cuales es la verdad sobre lo ocurrido en esta mala herencia histórica que hemos recibido los colombianos.
Una vez se firme el acuerdo se procede al desarme de la guerrilla y la Comisión de la Verdad se pone en funcionamiento. Es necesario cambiarle la cara a nuestro destino. Ojalá se pueda.
Foto: Eliana Aponte /EL TIEMPO
Experiencias comparadas: Guatemala, Salvador y Sudáfrica
Las Comisiones de la Verdad han sido recurrentes en momentos que le ponen fin a un conflicto. Se pueden contar más de 20 en el mundo. Colombia debe mirar con detenimiento tres que a mi juicio son relevantes ─a pesar de la insularidad de su conflicto─, para aprender de las virtudes y también de sus errores.
Las tres comisiones son Salvador, Guatemala y Sudáfrica. La primera, se estableció para resolver un conflicto armado que azotó el pequeño país centroamericano de 1980-1991 y que produjo más de 75,000 muertos.
Su funcionamiento se dio luego de firmado el acuerdo de paz, el 27 de abril de 1991 en México. Entre sus objetivos se destacan proponer reformas y medidas de reparación, permitiendo algunas atribuciones judiciales. Luego de ocho meses de trabajo, tiempo insuficiente para recoger la información pertinente, terminó su labor.
Al final, las recomendaciones fueron aceptadas a medias por una parte del establecimiento y se produjo una ley de amnistía general ─cinco días después de publicado el informe─. En el año 2012, la Corte Interamericana de Derechos Humanos la rechazó en el caso “El Mozote”.
En Guatemala, el conflicto era más complejo. El trasfondo de la guerra era de carácter xenofóbico y produjo un genocidio contra el pueblo Maya.
En el marco de la firma del Acuerdo de paz en la ciudad de Oslo (Noruega), el 23 de junio de 1993, se produce una amnistía condicional y se establece una Comisión de Esclarecimiento Histórico. A diferencia del caso salvadoreño, su trabajo, que duró 18 meses, se enfocó en desentrañar el largo conflicto (1962-1996) con miras a la construcción de medidas de reconciliación.
Como en el caso salvadoreño, la inexistencia de cohesión nacional llevó a las autoridades de ese país a desconocer en parte lo establecido en las recomendaciones por la Comisión a pesar de su naturaleza extrajudicial.
Por último, la Comisión de la Verdad y la Reconciliación en Sudáfrica plantea un interesante paradigma para tener en cuenta. Su convocatoria y funcionamiento ─a pesar de la complejísima estructura del apartheid─ fue rodeada y apoyada por las partes, permitiendo una proyección del discurso de paz en una sociedad afectada por un conflicto histórico que duró desde 1960 hasta 1994.
Sus objetivos como los de los países precedentes fueron: promover unión nacional, reconciliación, determinar las causas de violencia y establecer medidas de reparación. Un anticipo a lo que llamamos hoy “justicia transicional”. Contrario a los casos centroamericanos, en este conflicto el nivel de cumplimiento de las recomendaciones fue alto, al punto que el Comité de Amnistías aprobó solamente aquellas producto de una verdadera colaboración con la Comisión.
El caso colombiano es diferente por la naturaleza del conflicto. No obstante, es menester poner sobre la mesa algunos elementos planteados para no cometer los mismos errores vividos en otras experiencias transicionales.
Ideas sobre elementos de la Comisión de la Verdad en Colombia
Para efecto de consolidar las ideas centrales de la Comisión tendría que tenerse en cuenta varios aspectos que son necesarios para avanzar en este tipo de iniciativas.
En primer término, tomar en consideración el informe 'Basta ya' publicado por el Centro Nacional de Memoria Histórica, y los informes de la Comisión de Historia y del Conflicto que aunque no son unificados, de ellos se extraen dos categóricas conclusiones: 1. la existencia de responsabilidad de las partes en el conflicto y 2. la constatación de un conflicto armado con diferentes grados y escalas en los más de 50 años de guerra en Colombia.
En segundo término, el gobierno y las Farc deben crear una política unificada de paz, con discursos de reconciliación en todas sus instancias. La labor de la Comisión deberá ser respaldada por las partes y promovida en la sociedad. Sembrar la paz es una condición esencial para generar acompañamiento de la gente. Debe recordarse que son los ciudadanos quienes tendrán la última palabra frente al proceso.
De lo que se trata en últimas es de “legitimidad democrática”. Esta tarea es esencial. El hecho de que el proceso pase por un mal momento, no implica que los colombianos no acepten la paz. Recordemos que durante la década del ochenta, el M-19 participó en actos deleznables como la toma del Palacio de justicia (1985) y el secuestro del político conservador Álvaro Gómez Hurtado (1988). La opinión pública de la época no tenía afecto alguno por los guerrilleros. Tres años después, en 1991, ese grupo fue parte importante de la Asamblea Nacional Constituyente. Hechos como estos demuestran que la opinión pública es voluble frente a los discursos de paz o guerra.
Un tercer punto tendrá que ver con la composición de la Comisión. En principio, el negociador Humberto de la Calle indicó que serán 11 personas de reconocida independencia, elegidas por un Comité acordado por las partes en un periodo de tres años. Las 11 personas deben ser reconocidos miembros de la sociedad en diferentes segmentos. En ese punto, la partes podrían tomar como ejemplo la manera como se configuró la Comisión de la Verdad en Sudáfrica.
Por último, debe reiterarse que no es una Comisión extrajudicial. Sin embargo, recogerá testimonios de víctimas, victimarios, establecerá contextos y, con ello, determinará responsabilidades personales y colectivas, sin incidencia penal.
Foto: Eliana Aponte /EL TIEMPO
Estas responsabilidades deberán concretarse en recomendaciones para la labor de verificación y acatamiento de las partes en el posconflicto. Quienes no cuenten la verdad y su responsabilidad, quedarán por fuera de los beneficios que se acuerden en el marco de la justicia transicional. Por ello, debe rodearse la Comisión para evitar que se presente un rechazo a las recomendaciones, como ocurrió en Salvador y Guatemala con las fuerzas armadas y los partidos políticos de derecha.
Con la Comisión de la Verdad habrá justicia transicional
La justicia transicional es un elemento esencial de la Comisión para el Esclarecimiento a la Verdad. El acuerdo de justicia previo al funcionamiento de la Comisión debería indicar que quien diga la verdad, acepte la responsabilidad, repare las víctimas y se reconcilie con ellas podrá ser beneficiado de mecanismos de justicia transicional. Si las partes no se someten a la Comisión no podrán ser beneficiados de las medidas. Esa sería la condición para establecer un camino distinto a la retribución o pena de prisión.
La justicia transicional es un elemento esencial de la Comisión para el Esclarecimiento de la Verdad. El acuerdo de justicia previo al funcionamiento de la Comisión debería indicar que quien diga la verdad, acepte la responsabilidad, repare las víctimas y se reconcilie con ellas podrá ser beneficiado de mecanismos de justicia transicional. Si las partes no se someten a la Comisión no podrán ser beneficiados de las medidas. Esa sería la condición para establecer un camino distinto a la retribución o pena de prisión.
La esencia de la Comisión -a pesar de ser extrajudicial- es la de sembrar lo que discutíamos en estos días con el jurista Juan Daniel Jaramillo: la “Justicia prospectiva” es decir permitir que las generaciones futuras tengan parámetros de acción distintas a las generaciones pasadas y presentes. Cambiar los valores de guerra y conflicto por los de la paz.
El infierno que hemos vivido debemos dejar de sufrirlo. Traigo a la memoria un diálogo del Kublai Kan con el veneciano navegante Marco Polo en un hermoso libro de Italo Calvino llamado “Las ciudades invisibles”. En él se habla de cómo escapar del infierno que nos rodea.
Marco Polo indica: “Hay dos maneras de no sufrirlo. La primera es fácil para muchos: aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de no verlo más. La segunda es peligrosa y exige atención y aprendizaje continuos: buscar y saber reconocer quién y qué, en medio del infierno, no es infierno, y hacerlo durar y darle espacio”.
Llegó la hora de hacer durar el discurso de paz en medio del infierno, pero para ello necesitamos acciones de paz. El presidente Santos ha mantenido el diálogo, las Farc deben escuchar el clamor ciudadano y parar. De lo contrario, será tarde.
FRANCISCO BARBOSA
Profesor e investigador
Universidad Externado de Colombia
Ph.D. en Derecho Público (Université de Nantes, Francia)
icono el tiempo

DESCARGA LA APP EL TIEMPO

Personaliza, descubre e informate.

Nuestro mundo

COlombiaInternacional
BOGOTÁMedellínCALIBARRANQUILLAMÁS CIUDADES
LATINOAMÉRICAVENEZUELAEEUU Y CANADÁEUROPAÁFRICAMEDIO ORIENTEASIAOTRAS REGIONES
horóscopo

Horóscopo

Encuentra acá todos los signos del zodiaco. Tenemos para ti consejos de amor, finanzas y muchas cosas más.

Crucigrama

Crucigrama

Pon a prueba tus conocimientos con el crucigrama de EL TIEMPO