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Un año después de la tragedia de los niños de Fundación

Aún se siente el dolor tras el incendio del bus irregular en el que murieron 34 menores de edad.

Yomairis Molina aún no encuentra consuelo por la pérdida de su hija menor. Claudia Meza Molina, quien el próximo 8 de agosto cumpliría 10 años, era su compañera. Todas las noches dormían juntas porque su marido trabajaba como jornalero en una finca y en las mañanas tenía que buscar que estuviera lista a tiempo para que fuera a la Institución Educativa Departamental Fundación, sede Antonio Nariño, donde cursaba segundo de primaria. (Vea el especial gráfico: recuerdos de 33 sonrisas).
El domingo 18 de mayo de 2014, Claudia se levantó temprano sin problemas. El día anterior la habían invitado a la escuela dominical de la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia y estaba emocionada porque iba a montar en bus y además estrenaría el bolso que le regaló su hermana mayor.
“Era la primera vez que iba. Las primitas habían ido dos veces y le habían dicho que iban en buseta y estaba alegre porque iba a pasear. Se alistó desde las 7 de la mañana y se fue para el frente a esperar el resto de los niños y se fueron todos juntos. A las 8 los recogieron. Esa fue la última vez que la vi”, recuerda Yomairis, vestida de luto, sentada en la sala de su casa en el barrio Faustino Mójica, que construyó de material con la ayuda de la Iglesia Pentecostal.
La tragedia ocurrió al mediodía. El grupo de niños regresaba de la Iglesia Pentecostal y el bus, que tenía vencido el Seguro Obligatorio de Accidentes de Tránsito (SOAT) y había incumplido la revisión técnico-mecánica, se varó cerca del estadio de fútbol. El conductor, Jaime Gutiérrez, quien tampoco tenía licencia de conducción, intentó encender el vehículo, que funcionaba a gas, echándole gasolina al carburador y se incendió, causándole la muerte a 33 niños y una mujer.
Luis Alfonso Tapias, quien perdió a dos de sus cuatro hijos: Luisa Fernanda, de 7 años, y Dianis Norena, de 9, va todos los días al cementerio Ángeles de Luz, donde están sepultados 28 niños y Rosiris Hernández, la única adulta que murió en el accidente.
Los primeros cinco meses no podía dormir y perdió el apetito, pero con el apoyo de psicólogos de la Iglesia Pentecostal y de la Alcaldía ha logrado sobreponerse. Su hija Kendris, de 5 años, quien también iba en el bus pero salió ilesa, y Ángel Luis, quien nació seis meses después de la tragedia, también los han ayudado a él y a su esposa Blanca García a superar el dolor. (Lea también: Ordenan captura de dueño del bus de tragedia en Fundación)
El bebé está llenando el vacío que nos han dejado las niñas, no de un todo, pero sí nos ayuda bastante. De todas maneras lo perdido es perdido y son cosas que uno no recupera nunca”, dice Luis Alfonso, quien trabaja como mototaxista.
En el sitio donde se incendió el bus, la Alcaldía de Fundación se comprometió a construir un monumento en homenaje a los niños fallecidos. Sin embargo, hoy lo que hay es una carpa donada por el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar, con algunas fotos de los niños, pasacalles con mensajes y flores de plástico. “Con el monumento no han cumplido. Nos dijeron que después del aniversario lo van a poner y era para que estuviera ahora para el 18 de mayo”, dice Luis Alfonso Tapias.
Los familiares de las víctimas también se quejan de que el Gobierno y la Alcaldía de Fundación han incumplido con la pavimentación de la vía que conduce al cementerio Ángeles de Luz y con el sistema de alcantarillado en el barrio Faustino Mójica, donde vivían la mayoría de los niños fallecidos.
La alcaldesa Luz Stella Durán dijo que tiene 86 millones de pesos para hacer el monumento. El año pasado le pidió ayuda a la Primera Dama de la Nación, María Clemencia Rodríguez, porque la propuesta más barata que le presentaron superaba los 200 millones, pero no tuvo eco. “Con esos recursos le hicimos una propuesta a un escultor de Barranquilla y en eso estamos”, dijo Durán. La entrega está prevista para julio. (Vea: La tragedia del bus que se incendió en Fundación, Magdalena)
Con relación a la vía al cementerio dijo que presentaron un proyecto ante el Departamento para la Prosperidad Social (DPS) y que el Ministerio de Transporte envío unos funcionarios para que inspeccionaran la vía, pero no han logrado que sea asfaltada. En el barrio Faustino Mójica dijo que van a instalar el alcantarillado en la calle principal y a construir cinco manjoles, pero las obras tampoco han iniciado.
Aunque el Gobierno Nacional entregó en diciembre pasado 38 viviendas gratis en la urbanización Los Rosales a los padres de los niños muertos y heridos en el accidente, la mayoría no se ha mudado porque dicen que está muy lejos y que prefieren quedarse en sus casas en los barrios Faustino Mójica, Altamira y Vista Hermosa, donde nacieron y crecieron sus hijos.
Ornela Torregrosa y su esposo Breiner Rocha, quienes perdieron a sus únicos hijos Lucas, de 4 años, y Breiner, de 8, son de las pocas familias que se han mudado a Los Rosales. Desde febrero arrendaron su casa en Altamira y se trastearon a su nuevo hogar, donde Ornela atiende una miscelánea en la que vende útiles escolares, minutos de celular y bisutería que ella misma confecciona después de ser capacitada por la Fundación Semillas del Mañana. Además, en el patio tienen 30 gallinas ponedoras que les entregaron en diciembre y que ya comenzaron a poner huevos.
En eso se entretiene todo el día, mientras su esposo trabaja en la ebanistería que montó con los 12,3 millones de pesos que les entregó el Fondo de Solidaridad y Garantías (Fosyga) –en total giraron 394 millones para 26 familias de los niños fallecidos– porque el bus no tenía seguro obligatorio.
Con la ayuda de Dios he logrado salir adelante. Todavía tengo dos psicólogas, de la Alcaldía y de la Iglesia, y no quiero que me dejen sola. Ellas me ayudan bastante, me hacen charlas. Vienen dos veces al mes. Uno va superando poquito a poco”, dice Ornela, quien se hizo la operación de ligaduras de trompas, pero ahora quiere tener otro hijo. (Lea: Víctimas de tragedia de Fundación piden justicia)
En agosto pasado, la Secretaría de Salud Departamental les hizo exámenes a varios padres para hacerles tratamiento de fertilidad y después no volvieron a atenderlos. Pero Ornela ha seguido por su cuenta con la EPS. “Me han devuelto los papeles cualquier cantidad de veces y he perdido mis viajes a Santa Marta hasta decir no más, pero esta semana con el favor de Dios me programan para hacerme la cirugía. Yo quiero tener mi familia otra vez”.
PAOLA BENJUMEA BRITO
Enviada especial de EL TIEMPO
Fundación (Magdalena).
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