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No es tiempo de apuestas ingenuas / Análisis

"Si alguien dice que en Venezuela se vive la dictadura, tiene que razonar las implicaciones de eso".

Corresponde a las fuerzas democráticas venezolanas hacer un balance de eso que se llamó ‘La Salida’: una marcha convocada con la idea de que había que buscar un fin inmediato del régimen de Maduro.
Desde su aparición como propuesta, ocurrieron fenómenos lamentables, como la irrupción de ‘oposi-troles’ en Twitter que insultaban a cualquiera que identificaran como ‘colaboracionistas’ (‘el traidor-de-Capriles’) y demás.
El doloroso balance es de por lo menos tres personas muertas, unos 60 heridos, más de 100 detenidos y el hecho inédito del bloqueo de la señal del canal internacional NTN24, una de las pocas ventanas que transmitió al mundo los suceso de esa jornada.
Resulta muy grave que dos de los principales líderes opositores se encuentren en situación comprometida y una de las tareas urgentes de los demócratas es apoyarlos más que nunca, mostrarles toda la solidaridad.
A los que escarnecen e insultan a la oposición, a los que preguntan con sarcasmo “si hay que esperar hasta 2019” hay que preguntarles ahora: ¿Están satisfechos? ¿Sienten que ese sacrificio sirvió para acercar la victoria?
¿Consideran que las cosas van ahora por el camino expedito? ¿Por la calle?
Resulta insólito, pero muchos de los jóvenes asistentes a la marcha del 12-F pensaban que ese día verían el nacimiento de un nuevo gobierno en Venezuela.
Hoy, luego de los desmanes de los paramilitares, ya no vale invocar que el gobierno es malévolo, porque ese es precisamente el punto de partida. Si alguien dice que en Venezuela se vive una dictadura, tiene que razonar las implicaciones prácticas de eso.
La inquietante inocencia de algunos políticos, que hacen patente una ingenuidad que no corresponde a sus edades y responsabilidades, no tiene lugar. Parecieran no entender contra quién se están enfrentando y que no debe arriesgarse impunemente la vida de los jóvenes ni la de nadie, ni crear la ilusión de opciones rápidas y fáciles.
Movimientos que han desafiado a otros regímenes parecidos, de corte fascistoide o comunistoide, han tenido siempre clara la necesidad de luchar para ensanchar la participación y no jugarse el resto en apuestas ingenuas que ponen en riego todo lo que con esfuerzos se ha conquistado.
Carlos Raúl Hernández
Doctor en Ciencas Políticas, catedrático de UCV.
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