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El tortuoso camino de la chatarrización para vehículos particulares

No se sabe a cuánto asciende la deuda por impuestos ni tampoco cuántos vehículos obsoletos hay. La ley aprobada aplicaria para autos particulares inservibles matriculados del año 2000 hacia atrás.

Colombia está a punto de empezar a recorrer los primeros kilómetros de un largo camino que en su momento transitaron países como Japón (2004) y España (2008): el de la desintegración de vehículos, el aprovechamiento de sus partes y la reutilización (reciclaje) de los automóviles.
Esto porque el Congreso aprobó una ley que facilitará, mediante la exención de impuestos y la eliminación de otras exigencias, la desintegración (chatarrización) voluntaria de automóviles particulares inservibles matriculados del año 2000 hacia atrás. Pero ese camino no es fácil.
Para empezar, es muy poca la experiencia que hay en Colombia sobre el tema. EL TIEMPO indagó con fuentes de los ministerios de Transporte y Medio Ambiente, encargados de reglamentar la nueva ley, pero es muy poco lo que conocen. Están esperando el texto aprobado y que el Presidente la sancione, e incluso, una fuente no descartó que fuera objetada por el mandatario.
Razones hay muchas, entre ellas, que ni el propio Ministerio ni los organismos de tránsito tienen idea sobre a cuánto ascienden las deudas por impuestos, ni saben cuántos vehículos podrían beneficiarse de esa ‘amnistía’ decretada por el Congreso de la República.
Ahora, el proceso de desintegración de vehículos particulares es complejo y no se monta de un día para otro. A lo cual hay que agregar que los colombianos son poco conscientes del daño ambiental que genera un vehículo abandonado e inservible u obsoleto, como se les denomina en otros países. “¿Cuánto me van a dar por el carro?”, fue la pregunta que más hicieron los lectores de Vehículos tras la publicación de la noticia, el sábado anterior, en EL TIEMPO.
Si se piensa en términos económicos y no en los beneficios para el medio ambiente, la verdad es que un carro viejo es chatarra que se paga por su peso en kilos. Esta sección indagó con fuentes que conocen el negocio que, entre otras cosas, no es sencillo, y mucho menos la desintegración de un automóvil que tiene un alto componente tóxico en muchas de sus partes. (Ver: ‘Así es el proceso de desintegración’).
Según esas fuentes, una vez desguasado y descontaminado un automóvil, su peso se reduce a 300 o 400 kilos, compuestos básicamente por la carrocería. Hoy, en el mercado se pagan entre 20 y 100 pesos por el kilo de chatarra, que luego es procesada para convertirla en acero. Y puede ser menos porque el país está importando grandes cantidades de chatarra de Brasil y Turquía, lo cual hace que el precio tienda a la baja.
En el hipotético caso de que una empresa pudiera recibir un auto particular para su desintegración, ésta tiene que descontar lo que denominan ‘impurezas’, esto es, lo que no les sirve como materia prima. Aquí se incluyen los fluidos (aceites, refrigerante, líquido de frenos, etc.), llantas, vidrios, airbags y cauchos, entre otros componentes.
Además, tienen que hacer la disposición de residuos, que también tiene un costo. Por ejemplo, el tratamiento de una caneca de 55 galones de aceite motor usado cuesta, en promedio, unos 200 mil pesos y el de una llanta, entre 200 y 500 pesos.
Los vidrios son un problema porque las películas que traen hacen difícil su reincorporación a la cadena industrial, aunque una empresa del sector está trabajando ya en ese proceso. Las baterías son de los pocos elementos que ya tienen bien establecido su paso a ‘una nueva vida’ porque las empresas tienen plantas para tratarlas y devolverlas al ciclo producción.
El hecho de que Colombia hasta ahora empiece a asomarse al mundo de la desintegración y reciclaje de automóviles deja al descubierto otras falencias, incluida la inexistencia de empresas (centros de tratamiento) que se dediquen a este negocio, con excepción de iniciativas privadas como la que tienen las compañías aseguradoras para disponer de sus vehículos siniestrados.
De ahí que, si la ley es sancionada por el presidente Juan Manuel Santos, empezará una verdadera carrera contrarreloj en la cual se tendrán que sortear muy difíciles obstáculos para que esta cumpla con sus cometidos, que son sacar de las calles los vehículos obsoletos y proteger el medio ambiente.
Lo que se recicla
Un alto porcentaje de las partes y componentes de un automóvil (88-90 por ciento) son reciclables. Piezas de acero, cobre, aluminio y plomo se convierten en materia prima de las fundidoras y, a la postre, forman parte en un determinado porcentaje en elementos de los nuevos automóviles, o en otros objetos.
Líquidos. Solo el 1 por ciento (refrigerantes, de frenos, aceites y combustibles) es regenerado para nuevos lubricantes. Lo demás es destruído de forma controlada para que no cause ningún tipo de contaminación.
En cuanto a las baterías, son llevadas a las plantas de fabricantes, que ya tienen establecido un proceso para su recuperación total y que se hace efectivo al momento de reemplazar una vieja por otra nueva.
Luego de que los autos llegan a un centro de tratamiento, estos son sometidos a un proceso para aprovechar al máximo sus piezas; una vez descontaminadas y desmontadas del auto, se separan las partes peligrosas de las que todavía pueden ser reutilizadas, para venderlas de segunda mano.
El resto de piezas pasa a una máquina fragmentadora que tritura el auto para convertirlo en pequeños trozos con el fin de facilitar la separación entre piezas ligeras y metálicas.
Cauchos. Junto a los plásticos y vidrios, los primeros (neumáticos, mangueras, empaques, defensas y consolas) son triturados y reutilizados (entre un 3 y 4 por ciento) para la creación de nuevas partes automotrices.
Otra gran parte de caucho y plástico tiene otros destinos como el recubrimiento de canchas deportivas, mientras que el 3,5 por ciento de los vidrios del parabrisas y las ventanas se regenera en nuevos cristales, otro porcentaje va para la fabricación de botellas y otros objetos.
Así es el proceso de desintegración
La desintegración física de un vehículo, proceso conocido popularmente como ‘chatarrización’, consiste en la destrucción de todos sus elementos y componentes hasta convertirlos en chatarra.
Se estima que la producción de una tonelada de acero, partiendo de chatarra, genera un ahorro del 80 por ciento frente a la producción de la misma partiendo de mineral de hierro. Al menos el 87 por ciento del peso de un carro se recicla. El proceso arranca con la extracción de los fluidos y residuos peligrosos, que se almacenan en depósitos y se entregan a gestores que se encargan de regenerarlos.
Luego se retiran puertas, se extraen autopartes que pueden volver al mercado de usados luego de un complejo proceso de identificación y remarcación. Lo que queda se comprime y tritura.
Una máquina separa el hierro de los elementos no férricos como el cobre y el aluminio.
No se reciclan telas ni espuma de los asientos.
Mientras más moderno es un vehículo, más partes se pueden reciclar.
En Europa, a partir del próximo año, los automóviles que se fabriquen deben ser un 85 por ciento reciclables.
En España funcionan empresas dedicadas al desguace de vehículos que se encargan de recogerlo y llevarlo en una grúa hasta el centro de tratamiento.
No se cobra por esta operación y al final el propietario recibe el certificado que da constancia de la ‘muerte’ de su carro.
Tras el proceso de descontaminación y desguace, se desmontan las piezas que pueden volver a utilizarse para incorporarlas en el mercado de autopartes usadas (parachoques, espejos, etc.), que en un mercado legal cuestan hasta un 70 por ciento menos que un repuesto nuevo.
Lo que aprobó el Congreso
El Congreso aprobó la semana pasada un proyerto de ley que facilitará y agilizará los trámites para la chatarrización voluntaria de carros particulares inservibles.
A partir del momento en que entre en vigencia la ley, los propietarios de este tipo de vehículos que hayan sido matriculados desde el año 2000 hacia atrás, tendrán dos años para acogerse a los beneficios de la ley. Estos son: exoneración de impuestos dentro de los dos años siguientes a la expedición de la ley. Quienes tengan deudas por este concepto y quieran desintegrar sus vehículos, recibirán un paz y salvo por la totalidad de la obligación.
Este beneficio no aplica para los procesos de liquidación o de cobro coactivo que se hubieren iniciado antes de la entrada en vigencia de la ley. No podrán ser objeto de desintegración física y/o cancelación de matrícula los vehículos afectados por prendas, medidas cautelares o que sean objeto de depósito provisional en procesos penales.
No se exigirán Soat ni RTM, ni se requerirá que el vehículos lleguen por sus propios medios a la entidad desintegradora.
Un negocio grande
De acuerdo con la EPA (‘Enviromental Protection Agency’), agencia de protección ambiental de los Estados Unidos, en ese país la industria del reciclaje de autos se ubica 16 en el ranking ecológico, junto con las del papel y los plásticos.
En México, al final del año pasado había más de 23 millones de vehículos, de estos, un gran número se encuentra abandonado ante la falta de centros especializados de reciclamiento.
En España, desde cuando entró en funcionamiento el Plan 2000E, hoy Piva (Programa de incentivos al vehículo eficiente) se han dado de baja y retirado de circulación alrededor de 300 mil vehículos de más de 10 años de uso.
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