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Editorial: Corea del Norte: y van tres...

Editorial
Parecía un temblor de intensidad apenas inferior al que sacudió a Colombia el sábado pasado, pero no lo era. Lo que ayer en la mañana disparó los sismógrafos y marcó en Corea del Norte un sacudón subterráneo de 4,9 puntos no era un desplazamiento tectónico sino una nueva prueba nuclear experimentada por el gobierno dictatorial de Pyongyang.
Es esta la tercera explosión atómica que lleva a cabo en los últimos seis años Corea del Norte y, aunque había sido anunciada sin señalar fecha, marca importantes diferencias con las dos primeras. La prueba inicial, adelantada en el 2006, hizo explotar un kilotón. La de ayer fue de siete kilotones, la mitad de los que utilizó Estados Unidos para arrasar a Hiroshima en 1945. Además, en esta ocasión no se trató, como en las anteriores, de plutonio reprocesado, elemento que solo podría conseguir en escasas cantidades el errático país, sino, al parecer, de uranio enriquecido. De ser así, no está demasiado lejano el día en que Corea del Norte se encuentre en condiciones de enviar un proyectil nuclear que alcance el territorio de Estados Unidos.
La disculpa de la prueba es característica de un gobierno que se niega a aceptar las leyes internacionales y juega con sus propias reglas. De acuerdo con la agencia de noticias norcoreana, la explosión debe entenderse como una reacción indignada ante las sanciones que le impuso el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas luego de que Pyongyang lanzó un cohete con capacidad armada, el pasado 12 de diciembre. En el 2009 había estallado un segundo artefacto nuclear.
El hecho suscitó las tradicionales condenas de EE. UU. -cuyo presidente proponía ayer un desmonte de armas atómicas en el mundo para reducir el arsenal general de 1.700 a 1.000-, Gran Bretaña, Rusia, Francia, Japón y el restante club nuclear. Pero ya quedan pocas sanciones comunes aplicables a tan arbitrario gobierno y la ONU, en este caso, recomendó que cada país estudiara la manera de castigar al disidente. La clave, cada vez más, es China, que protege a su aliado. En la última sanción, Beijing no vetó la condena sino que la suscribió. Se necesita que continúe por el mismo camino: que se una en el esfuerzo general por meter en cintura a Corea del Norte antes de que pueda provocar un conflicto internacional de envergadura.
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