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Murió ficha clave en caso de crimen de Carlos Pizarro

Exjefe de Inteligencia del DAS murió sin declarar. Había sido vinculado a magnicidios de mafia.

Alberto Romero, el exjefe de Inteligencia del DAS a quien la Procuraduría pidió vincular hace dos años al proceso por el magnicidio de Carlos Pizarro, exjefe del M-19 y candidato presidencial, murió sin que avanzaran las investigaciones en su contra.
Durante la mayor parte de sus 35 años en el DAS, Romero fue un verdadero poder en la sombra. Para la época de los magnicidios de Luis Carlos Galán, Bernardo Jaramillo Ossa y el mismo Pizarro -este último perpetrado el 26 de abril de 1990-, el ex-DAS mantenía comunicación con uno de los autores intelectuales de los crímenes: Carlos Castaño Gil. En el 2010, cuando la Procuraduría lo puso en la mira de la justicia, admitió que habló con Castaño, pero aseguró que siempre pensó que se trataba de un informante.
El 10 de abril pasado, casi 22 años después de la muerte del exguerrillero en un vuelo comercial, quedó en firme el acto administrativo que cerró los procesos contra Romero, quien falleció por una grave deficiencia respiratoria.
Nuevos testimonios
La investigación seguirá adelante con las declaraciones de dos exparamilitares cercanos a Castaño que darían pistas sobre militares que participaron en el plan terrorista que tuvo en jaque a la democracia colombiana. Uno de ellos es el capitán Jorge Humberto Victoria, alias 'Capitán Victoria', que se entregó el año pasado y desde finales de los 80 fue enlace entre la Fuerza Pública y los hermanos Fidel y Carlos Castaño, únicos condenados del caso.
La Fiscalía sigue, de todos modos, reforzando las pistas sobre la conexión entre el DAS, que custodiaba a los tres candidatos asesinados, y los asesinos. Ya escuchó al detective Jaime Ernesto Gómez, quien viajaba con Pizarro el día del crimen y disparó contra el sicario Gerardo Gutiérrez, alias 'Jerry'.
Gómez, durante un extenso interrogatorio, se limitó a insistir en que solo "cumplió con su deber" y que disparó dos veces contra 'Jerry' "en defensa propia". Sin embargo, la reconstrucción del crimen realizada por peritos del CTI en el 2010 deja grandes dudas. La muerte del sicario se habría dado cuando se encontraba reducido y pedía que no lo mataran.
El abogado del detective cuestionó los resultados de la reconstrucción del crimen y esa prueba, que es definitiva en la investigación, completa casi un año a la espera de que un fiscal delegado ante el Tribunal de Bogotá resuelva su validez.
La tesis de los investigadores es que el arma usada por el sicario estaba escondida en el baño del avión, donde habría sido puesta por infiltrados en el esquema de seguridad (DAS y Policía) de Pizarro.
También se sigue la pista del exdetective José A. Santamaría, quien fue escolta, en cuestión de semanas, de los candidatos asesinados Pizarro y Jaramillo. Según el único fallo de la justicia en el caso Pizarro, "el modus operandi utilizado en uno y otro magnicidio fue el mismo, después de cometidos los crímenes se disparaba contra los autores materiales con el fin de acallarlos".
'Báez' dijo que Castaño iba en el avión
Una confesión que, según alias 'Ernesto Báez', se dio en la finca 'La 33', en medio de una noche de whiskys con el jefe paramilitar Carlos Castaño, daría nuevos elementos para la reconstrucción del crimen de Carlos Pizarro.
Castaño admitió el crimen en el libro Mi confesión, y la justicia determinó que él mismo entrenó al sicario en su mansión de Medellín, Montecasino.
En declaraciones ante Justicia y Paz, a comienzos de marzo, 'Báez' aseguró que Castaño estaba "enceguecido por la envidia" contra Pizarro, porque cuestionaba cómo el jefe del grupo que se tomó el Palacio de Justicia terminaba de candidato presidencial.
"'Ernesto' yo fui el autor de la muerte de Pizarro, o vivía Pizarro o vivía yo, así de fácil y sencillo", relató 'Báez'. Y agregó que para el momento del crimen,  Castaño todavía andaba en buenos términos con el capo Pablo Escobar y compartían la idea de que no era posible  que "sólo por obra y gracia de un proceso de paz con el M-19, Pizarro se pudiera bajar del monte y fuera candidato presidencial".
"En un momento dado se le viene las lágrimas y llora pero no de remordimiento, de la obsesión y la angustia de recordar los discursos de Pizarro en su campaña política. Era un tormento para su vida. Había sido premiado mientras al resto los perseguían", dijo 'Báez'.
Y entregó un elemento novedoso en la investigación. Según dijo, Castaño no solo previó cada detalle del crimen sino que viajó, con una identidad falsa, en el fatal vuelo entre Bogotá y Barranquilla. "Castaño convenció al muchacho de que la mejor manera de que saliera con vida era que él fuera en el avión", dijo el 'expara'. Supuestamente, Castaño le dijo que en realidad iba en el vuelo por si la muerte de Pizarro o la muerte del sicario, salían mal.
"No sabía el muchacho (sicario) que era a  Castaño al que le correspondía eliminarlo si salía con vida. Ocupó las sillas delanteras encubierto, con otra chapa. Cuando escuchó la detonación del arma se preparó para eliminar al homicida, pero no hubo necesidad de ello porque de acuerdo con los convenios el homicida cayó por cuenta de los escoltas", dijo.
Esta versión es contradictoria con la que el mismo Castaño escribió en su libro. El jefe paramilitar aseguró que vio desde el ventanal del segundo piso del aeropuerto cómo despegaba el avión. "Escuchaba por radio la última entrevista que Pizarro concedió desde el carro o desde un lugar muy privado en el aeropuerto, que nosotros aún no detectábamos.
La entrevista se llevó a cabo con Caracol Radio, cuyo director, Yamid Amat, al terminar, le dijo: "¡Suerte, comandante!". Pizarro no contestó nada y después de ese silencio, Yamid le dijo: "Cuídese". Al saber lo que pasaría, sólo susurré: "Caramba, como si lo presintiera. Así son las cosas de la vida".
La justicia sigue buscando casetes de conversaciones entre Castaño y sus fichas en el DAS, sobre los movimientos de políticos escoltados por ese organismo que terminaron asesinados.
En mayo del 2010 la Fiscalía reconstruyó el asesinato de Pizarro en un avión, hoy ubicado en el Museo de los Niños, de Bogotá. Los peritos concluyeron que la trayectoria de las balas que entraron al cuerpo del sicario y los rastros que dejaron en el cadáver no coinciden con el relato de los escoltas del exguerrillero. Esa prueba no puede aún ser usada en el caso, pues fue apelada por la defensa de uno de los exdetectives del DAS.
REDACCIÓN JUSTICIA
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