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Recorrido por los museos de Washington: una breve historia del orden

La fachada del National Gallery of Arte de Washington tiene columnas jónicas que recuerdan las columnas jónicas.

La fachada del National Gallery of Arte de Washington tiene columnas jónicas que recuerdan las columnas jónicas.

Foto:CEET

Otra manera de conocer la capital federal de los EE. UU. es a través de la historia del arte.

Natalia Noguera
Los edificios, las piedras, los faroles y los arbustos están en su lugar. no hay papeles de basura en el suelo. tampoco carros atravesados en las avenidas ni pastos secos ni calles destrozadas. Hay, en cambio, un trazado casi perfecto: calles adornadas con árboles que milenariamente han resistido al verano y al invierno, y embellecidas con fuentes de agua y jardines florecidos en primavera. 
Como un reloj suizo, Washington D. C. funciona en sincronía. Tic, acá el gobierno. Toc,
allá el barrio chino. Tic, a este lado los monumentos. Toc, al otro lado las casas. 
Las fachadas institucionales, los bancos y los monumentos son de color blanco. A lo
largo de las avenidas en el centro de la ciudad se erigen columnas jónicas que recuerdan construcciones de la Grecia clásica. No es capricho: color y columnas fueron escogidos como una forma de hacer honor a Grecia, cuna de la democracia.
Esta fue una ciudad planeada y escogida a dedo por el mismo George Washington (uno de los grandes presidentes de EE. UU.), en 1790, para convertirse en la capital del
país. es un lugar en donde converge un ambiente político siempre en tensión, con una amplia oferta cultural.
Con esto en mente, el recorrido a continuación sigue una premisa: el caos, el único
desorden, reposa en las obras de arte expuestas en los museos. 

El mundo según los museos

Los periodistas estamos aquí por una razón. El congreso internacional de turismo
de Estados Unidos, International Pow Wow, nos ha congregado en el Newseum, un museo que se pregunta por la libertad de expresión. Algo querrá decirnos esta
nación.
El lema del museo es ‘Hay más en cada historia’. En seis pisos, el Newseum ofrece
una selección de trabajos relacionados con el derecho a la libre expresión, que enérgicamente defienden periodistas norteamericanos en un momento en el que su gobierno está en el ojo del huracán.
En el primer piso se expone una línea de tiempo que explica la historia de los derechos civiles y la lucha por conquistarlos. En la segunda planta hay una selección
de fotografías y caricaturas de medios locales e internacionales, que han resultado ganadoras de premios o han sido reconocidos por denunciar o reportar un hecho. Y en el tercero, se destaca una antena destruida. Es la ruina que dejó una de las torres gemelas después del atentado del 9/11.
Con herramientas de realidad virtual, videos interactivos y narraciones acompañadas con imágenes, este museo se perfila como una opción para que periodistas y no periodistas vean el otro lado de la Historia.

La Galería Nacional de Arte

A la salida del Newseum, el cielo se antoja sin nubes. Al otro lado de esta avenida
Constitution se levanta una imponente construcción blanca. Una placa de cemento
anuncia que es el National Gallery of Art. Diedre Tillery es maestra de arte. Hoy se
ha entregado a este grupo de turistas para explicar la importancia de Van Gogh o para enumerar las razones por las que Niagara, de Frederic Edwin Church, se convirtió en la promesa de juventud y vitalidad.
La guía cuenta que el museo está compuesto por dos edificios conectados por un pasaje subterráneo, el Oeste –construido primero– y el Este, inaugurado en 1978 y reabierto en el 2016, después de una restauración de tres años. 
La entrada del edificio Oeste es así: una sala circular con altas columnas de mármol negro y una fuente de Mercurio, el dios romano del comercio. El dios del intercambio en uno de los museos más importantes del país capitalista por excelencia.
Es –como casi todos los museos de la ciudad– de entrada gratuita. A través del tiempo ha expuesto obras de artistas como el fotógrafo Alfred Stieglitz, el pintor abstracto Mark Rothko y el holandés Johannes Vermeer. Desde 1967, hace gala de una de sus obras más preciadas: el Retrato de Ginevra de Benci, de Leonardo Da Vinci, una enigmática imagen hecha antes de la popular Mona Lisa
No es posible visitar todo el museo en un solo día. De hecho, no es recomendable. Es
mejor escoger un edificio, un artista, una tendencia. El arte, como el vino, no se disfruta en cantidades alarmantes. Es mejor catar un recorrido por el arte americano de principios del siglo XX y maridarlo con pintura francesa de los años 1890 a 1940.
Diez minutos en autobús y en una calle residencial aparece una casa de paredes
rojizas. En The Phillips Collection, museo privado que cobra 10 dólares la entrada, la
historia se repite: un magnate financia la creación de un museo con las obras que ha
comprado. En este caso se trata de Duncan Phillips, nieto de un millonario empresario del acero que junto a su esposa, Marjorie Acker Phillips, fueron artífices de la propuesta artística.
En sintonía con el ambiente político de la ciudad, están expuestas las imágenes de
Jacob Lawrence: Serie de la migración. En 60 retablos, este pintor contó la historia de
la migración masiva de los afroamericanos durante la Primera y la Segunda Guerra
Mundial, desde los campos rurales del sur estadounidense hacia el urbanizado norte,
en donde se había abolido la esclavitud.

¿Y si las mujeres gobernaran?

De regreso al centro y muy cerca de la Casa Blanca está el National Museum of
Women in the Arts (Museo Nacional de las Mujeres en el Arte).
La premisa es simple: solo se exponen creaciones femeninas. En este antiguo templo
masónico, que funciona como biblioteca, exhiben cuadros de Frida Kahlo, Yael
Bartana y Elisabeth Louise Vigée-LeBrun, destacadas por su talento sobrecogedor.
Este museo toma en cuenta la disparidad de género que las mujeres han enfrentado
durante la historia. Y no puede ser en otro lugar, sino en Washington, que esta lucha
tiene museo y nombre propio. 
Si algo nos ha enseñado el arte es que todo es posible. Que un orinal en un museo
es arte. Que el concepto detrás de la idea es el motor de la obra. Y Washington es su
máxima demostración.
* Invitación del International Pow Wow, IPW 2017
Natalia Noguera
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