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Educación

Periodistas condicionados / En defensa del idioma

En estos tiempos hay un uso de las palabras en un campo social que pretende la equidad de sexo aplicando la reiteración del género.

En estos tiempos hay un uso de las palabras en un campo social que pretende la equidad de sexo aplicando la reiteración del género.

Foto:Archivo/EL TIEMPO

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Usar un condicional (esperaría, contaría, etc.) da a entender un hecho inexistente.

Se comprende que las personas cuyo oficio o profesión no exijan el dominio pleno del idioma se expresen de manera espontánea. En ellas se pasa por alto cualquier incorrección gramatical, porque se atiende más a la intención de la idea que quiso transmitir (o que transmitió) y casi nunca se presta atención al cómo, y más cuando los dialogantes acuden a un lenguaje muy semejante.
Es posible que por cortesía, muy afectada por cierto, muchas personas han empezado a contagiarse del uso impreciso de los verbos en el futuro condicional. Sobre todo mis coterráneos, los bogotanos, cuentan un hecho probado como si este fuera solo una posibilidad. Voy al punto: la intención aquí es aclarar, no confundir.
En cualquier reunión de trabajo o estudio, inclusive en el ambiente familiar, cuando se pide la opinión de un asunto, es frecuente escuchar expresiones como “yo creería que debemos aplicar esa medida”, “en mi caso, pensaría que la inversión es poca”, “para lograr las metas previstas, preferiría que acordáramos para el próximo 31 de febrero (ojalá existiera esa fecha) una reunión”. Quizás, esas sean solo unas maneras de suavizar el posible efecto de reparo que se tendría (ojo) ante la aparición de un punto de vista diferente.
Pero, debido a la falta de decisión, de claridad (y por tratar de “quedar bien” con “todo el mundo”), estos interlocutores, que son bastanticos, aminoran la contundencia de sus ideas con ese tipo de palabras. Se ha dicho mucho que el efecto sacudidor de la verdad y, a veces, la indisposición que causa pueden ser los motivos para envolver con amortiguadores sonoros, y tergiversados, ese tipo de palabras. Pero, cuando se es sincero, casi siempre esa sinceridad molesta a los oídos quisquillosos, y cuando esta se expone casi nunca lleva azúcar.
Las palabras adecuadas para los ejemplos de atrás son los siguientes: “yo creo que debemos aplicar esa medida”, “…pienso que la inversión es poca”, “…prefiero que acordemos una reunión…”. Y eso, en últimas, es lo que entiende el común de los ciudadanos.

Muchas personas han empezado a contagiarse del uso impreciso de los verbos en el futuro condicional

A pesar de ello, el tirón de orejas va esta vez contra mis colegas, los periodistas, a quienes aprecio mucho, y por ello cada vez más los alerto acerca de las imprecisiones del idioma, para que los mensajes no lleguen distorsionados a los lectores y escuchas, a quienes aprecio más, y a quienes mis colegas se deben en su profesión. Para estos comunicadores sociales, a diferencia de los otros ciudadanos, no hay excusa: deben ser profesionales en el dominio de su lengua. Veamos:
Al usar un condicional (esperaría, contaría, desarrollaría, etc.) se da a entender un hecho que no existe y del cual no hay certeza de que exista. Por tanto, cuando alguien usa un condicional, se está refiriendo a una situación posible, a un hecho potencial, a una aspiración contingente; es más un anhelo que una concreción. Es decir: tiene más consistencia una voluta de humo; pero, a pesar de eso, se toman esas palabras como hechos irrebatibles. ¡Qué peligro!
A este respecto dos aclaraciones. Si se usa un condicional, hay que completar la oración; si no, el sentido queda a medias. Peor: queda inconsciente; es decir, sin sentido.
Por ejemplo: “Yo creería que el trabajo podemos hacerlo entre todos”. Entonces uno pregunta: Entre todos… ¿si… qué? Es decir: falta el requisito, la condición. Por tanto: “El trabajo podríamos hacerlo entre todos si acordáramos los horarios (por ejemplo)”. Y así ya la oración cuenta con el sentido completo.
Otro caso: “Pensaría que la inversión es poca” (y, ¿en qué casos piensa eso?). Entonces, se corrige: “Pensaría que la inversión es poca si recibiéramos menos del 40% del dinero”. Aclarado: si se recibe más del 40% del dinero, esa persona no pensará que la inversión es poca. Listo: oración completada.
Por eso, el inmenso error (continuado) de mis colegas, los periodistas, cuando anuncian (porque claro: no lo han confirmado ni probado, ni nada): “El sujeto se habría escondido en una montaña”, “el ministro ordenaría la compra”, “el defensa viajaría a Europa el lunes próximo”, etc. Si escuchan a los reporteros expresándose en futuro condicional, desconfíen.
Correcciones: “El sujeto se habría escondido en una montaña si la policía lo hubiese perseguido” (no se dio una cosa ni otra), “el ministro ordenaría la compra si contara con presupuesto” (el ministro no ha comprado nada; no había dinero), “el defensa viajaría a Europa si recibiera cinco millones de euros por adelantado (no ha viajado ni recibido tal cantidad). Siguen las volutas, esta vez de vapor… Porque ya ni humo hay.

Por eso, el inmenso error (continuado) de mis colegas, los periodistas, cuando anuncian (porque claro: no han confirmado ni probado, ni nada)

Desde ese punto de vista, las falacias toman fuerza, y con estas podemos acudir a una infinidad de artimañas del lenguaje: “Cinco extraterrestres llegarían a la Plaza de Bolívar en Bogotá”, “Veinte muertos regresarían del más allá”, “se esperaría la llegada de Lionel Messi a Guacamayas, Boyacá”, “Donald Trump bailaría salsa con la Negra Candela”, etc. Y en todos los casos, una persona sensata preguntaría (si se inquietara por estas preguntas): ¿Y con qué condiciones “llegarían”, “regresarían”, “se esperaría” y “bailaría”?
Por eso, al pedir la cuenta en un restaurante quedo a medias, porque, aparte de la poca comida, escucho: “Serían 72 mil pesos”. Y siempre me pregunto: “¿En qué caso serían 72 mil pesos (¡la condición!)?”. Lo correcto: “¡Son 72 mil pesos!”.
Con vuestro permiso.
JAIRO VALDERRAMA V.
FACULTAD DE COMUNICACIÓN SOCIAL
UNIVERSIDAD DE LA SABANA
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