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Educación

Un consejo: elige un diccionario / En defensa del idioma

Las palabras deben representar con precisión las ideas que se pretenden transmitir.

Las palabras deben representar con precisión las ideas que se pretenden transmitir.

Foto:123rf

Estoy absolutamente convencido y tengo la plena seguridad de que tengo dudas.

Redacción El Tiempo
Hace unos meses, un reconocido futbolista colombiano aspiraba a jugar como titular en un prestigioso equipo de Inglaterra a fin de exponer sus calidades, y solo consiguió actuar apenas unos minutos en algunos partidos oficiales.
En otros juegos, ni siquiera fue considerada su participación, y ahora ya el deportista encontró otros atléticos destinos.
En otros ambientes y con motivo del empeño por formarse y adquirir criterio, muchos son los estudiantes que solicitan otra oportunidad. Debido a que los encierros de las tardes y noches de viernes y sábados en la biblioteca resultaron insuficientes, a que la consulta de diversos libros fue corta para dar frutos y a que la búsqueda de profundos estudios solo permitieron una visión limitada de los contenidos de una materia, abundan las solicitudes cuando se acerca el momento de los exámenes finales: “póngame otro trabajo, profe”, “yo le traigo lo que sea” (¿lo que sea?), “déjeme presentarle el taller de hace tres meses”, “yo no presenté ese parcial, profe, porque había un trancón” (¿en las avenidas o en la voluntad?), etc.
Para citar un caso puntual, parafraseo alguna idea: “Profe, yo le presento otro ensayo. Eso sí: no me ponga a leer, porque a mí no me gusta”. Tal petición es tan sensata como la del famoso futbolista colombiano si le dijera a su director técnico: “Póngame a jugar; deme una oportunidad. Eso sí: no me ponga a patear el balón, porque a mí no me gusta”. Aclaramos, sin embargo, que al aludido futbolista sí le encanta patear el balón.
Y en ese mundo de contradicciones, quizás haya algún motivo inexplicable para estas absurdas solicitudes, como “por favor, tráigame una hamburguesa, sin carne (las hay de soya, de lenteja, etc.)”, “yo sí estudié para el parcial, pero no leí nada”.

Ser y parecer

Desde esa perspectiva, nada aumenta tanto las probabilidades de acierto en una decisión como la verificación de las definiciones: el estudiante debe leer y el futbolista debe patear balones. Es la esencia de cada uno. Las palabras, de manera semejante, deben representar con precisión las ideas que se pretenden transmitir; no valen las aproximaciones ni las apariencias. Y en ello, procedió muy adecuadamente una respetada y admirada colega cuando me consultó acerca de la diferencia entre “consejo” y “concejo”. Hoy, respira tranquila y se muestra muy sonriente porque ya se aclaró que en las elecciones de un colegio pretenden elegir a las personas que conformarán un consejo (así, con ese) estudiantil, y que es casi imposible elegir allí un concejo (así, con ce).
Un error frecuente consiste en suponer que la opinión de la mayoría es la acertada (se llama falacia ad populum). Con ese referente, la más conveniente recomendación es la consulta de un diccionario para diferenciar “consejo” de “concejo”, sin aceptar que “se ve feo con ce” (o con ese), como despejan las dudas quienes se guían solo por la apariencia, como la mayoría. El truquito es fácil: “aconsejar” es familiar de “consejo” (parientes muy cercanos), por eso comparten muchos genes, como el uso de la ese; también se le llama así al órgano colegiado, a ese grupo de personas que discute, comparte, expone y hasta decide variados asuntos; sus miembros se llaman consejeros. Así, hay consejos de ministros, de alcaldes, de estudiantes, de trabajadores, de profesores, de amas de casa, etc.
El concejo (el que va con ce), en cambio, es solo el ayuntamiento municipal, cuyos miembros se llaman concejales. El concejo es, más o menos (con la dispensa de los maestros del Derecho), como un congresito, pero de un municipio: pueblo o ciudad. Ese es el único que va con ce.
Sin embargo, por evadir el consejo, el error estuvo en “elije bien”. Aquí va otra pequeña lección: todos los verbos terminados en “ger” y “gir” se escriben con g (la de “gato”), menos tejer y crujir (y brujir y grujir). Entonces, todas las combinaciones de estos verbos con las letras “i” y “e” deben escribirse con g: recoger (recoge, recogimos, recogiste, etc.), rugir (rugía, ruge, rugiste, etc.), acoger (acogí, acoge, etc.), exigir (exijo, exige), etc. Concluyendo: elegir: elige, elegimos, elegíamos, elegiste, elegirás, etc.
La sensación de hallar un error de ortografía es semejante al de encontrar un cuerpo extraño en la sopa (sin detalles): me resulta difícil (imposible) ingerirlo, como al futbolista que no patea balones o al estudiante que no lee. Entonces, hay que acudir al diccionario, porque, al igual que ciertas palabras, unos y otras pueden ser solo apariencias.
Por eso, estoy absolutamente convencido y tengo la plena seguridad de que tengo dudas.
Con vuestro permiso.
JAIRO VALDERRAMA V.
jairo.valderrama@unisabana.edu.co
UNIVERSIDAD DE LA SABANA
Redacción El Tiempo
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