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Educación

Colombia, el tercer país con más trabajadores sobrecalificados

El fenómeno, por exceso o por defecto, alcanza al 50 por ciento de los trabajadores colombianos.

El fenómeno, por exceso o por defecto, alcanza al 50 por ciento de los trabajadores colombianos.

Foto:123RF

El 20 % de trabajadores del país tiene nivel educativo superior al cargo, según la U. Externado.

Cada día crece el número de trabajadores colombianos con un nivel de educación que sobrepasa las exigencias para el desempeño del sistema laboral del país. Es decir, están sobreeducados.
Esta situación –revelada en un nuevo estudio de la Universidad Externado– contrasta con otro importante número de trabajadores cuyo nivel de educación resulta inferior a las exigencias de sus puestos. Es decir, están subeducados. Lo que se traduce en un desajuste educativo.
El fenómeno, por exceso o por defecto, alcanza al 50 por ciento de los trabajadores colombianos: 20 por ciento está en condición de sobreeducación; 30 por ciento en condición de subeducación, y el restante está correctamente ocupado, según el estudio del Externado.
La cifra se considera elevada en comparación con estudios similares llevados a cabo en el ámbito internacional y tiene repercusiones negativas en la productividad del país.
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT) –en un estudio del 2013– el desajuste educativo a nivel internacional oscila entre el 30 y 50 por ciento de los ocupados. Entonces Colombia se encontraría en el límite superior del rango estimado.
Es decir, en sobreeducación, Colombia (20 por ciento) tendría un resultado similar al de países como Estonia (19,4 por ciento) y Chipre (21 por ciento), pero superior al de Francia, España y Reino Unido, países que alcanzaron niveles de 10,1 por ciento, 11,6 por ciento y 15,1 por ciento, respectivamente.
Solo Rusia y Ucrania superan a Colombia con 32,6 por ciento y 28,1 por ciento, respectivamente.
En cuanto a niveles de subeducación, los de Colombia resultan superiores a los encontrados en Noruega (15,5 por ciento), Dinamarca (25,6 por ciento) y Alemania (24,9 por ciento), y similares a los de Francia y Suiza, que tienen 29,7 y 29,2 por ciento, respectivamente.
Las anteriores son las principales conclusiones del estudio ‘Mercado laboral y educación: desajuste educativo en Colombia’, realizado por el Observatorio del Mercado de Trabajo y la Seguridad Social de la Universidad Externado de Colombia. La investigación está basada en los resultados de la Gran Encuesta Integrada de Hogares (en las ediciones 2009, 2014 y 2016) del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane).
Según Alejandro Nieto, investigador del Observatorio y uno de los autores del informe, tanto la sobre-educación como la subeducación implican un desajuste de competencias entre trabajadores y puestos de trabajo existentes. Este fenómeno –explica– impide a los países aprovechar todo el potencial de su fuerza de trabajo y, por tanto, limita el crecimiento de la productividad y de la economía nacional.
Por ejemplo, en el caso de los subeducados, si un empleado tiene menos conocimientos de los que requiere una empresa, esta tendrá que invertir recursos en capacitarlo para que se ajuste a sus actividades laborales. Y esto significa, entonces, menor productividad y mayor gasto para la compañía.
En el caso de los sobre-educados, cuando un empleado tiene un nivel educativo superior al cargo que desempeña su productividad se ve disminuida, principalmente su salario no corresponde a lo que se merece debido a toda su formación académica.
El informe demuestra que entre 2009 y 2016 la subeducación bajó de 35,3 a 30,3 por ciento, mientras que la sobreeducación aumentó de 14,9 a 20,1 por ciento.
Según Nieto, la disminución de uno y el aumento del otro se presenta porque los colombianos se están educando cada vez más, debido a que hay más oportunidades para estudiar.
Eso implica que la balanza se empieza a inclinar hacia el lado de la sobreeducación. Lo preocupante de este fenómeno es que, según lo observado en el informe, los cargos en las empresas no están ajustados al nivel educativo de los colombianos.

Impacto en el mercado

El desajuste educativo en el mercado laboral –según el estudio– es menor entre los trabajadores que han completado sus estudios superiores. Sin embargo, existen notorias diferencias entre ellos.
La gran mayoría de los postgraduados y de los profesionales están correctamente ocupados; en cambio, el 66,3 por ciento de los técnicos y tecnólogos resultan sobreeducados. En cuanto a la subeducación, los mayores niveles los experimentan los trabajadores con educación primaria o menos.
“Es importante que el sector productivo y las instituciones de educación superior se pongan de acuerdo. Especialmente para el sector terciario; es decir, técnicos y tecnólogos porque es en este sector en el que se evidencia aún más el desajuste”, explicó Nieto y agregó, “no están encontrando trabajos acordes con lo que estudiaron”.
En edades más avanzadas, la subeducación se incrementa de manera importante y es especialmente alta en la población mayor de 55 años.
En todo caso, el desajuste educativo es un problema más notorio entre los trabajadores de mayor edad, asegura el estudio.
Las ramas económicas intensivas en capital –transporte y comunicaciones, establecimientos financieros, electricidad, gas y agua, y minería– tienden a presentar proporciones elevadas de sobreeducación, mientras que aquellas intensivas en trabajo experimentan niveles altos de subeducación, especialmente la construcción y el comercio, los restaurantes y los hoteles.
Nieto asegura que si la tendencia hacia mayores niveles de educación por parte de los colombianos continúa, la subeducación se reducirá. Pero aclara que si las empresas no incrementan su inversión en capital humano y físico, lo cual a su turno terminará aumentando la demanda de trabajo calificado, la sobreeducación seguiría creciendo.
De ahí que, según se concluye en el estudio, es importante una política educativa y formativa eficaz. Además, sugiere que sería necesario concentrarse en la mejora de la educación técnica y de la tecnológica, y en el apoyo a los estudiantes más jóvenes que se gradúan de estos cursos.
SIMÓN GRANJA
Redactor de EL TIEMPO
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