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Educación

‘Esos momentos en que solo somos mi papá y yo’

Los padres de estas épocas participan activamente en la crianza de los hijos. Cambian pañales, los alimentan y los llevan al médico.

Los padres de estas épocas participan activamente en la crianza de los hijos. Cambian pañales, los alimentan y los llevan al médico.

Foto:UNSPLASH

Hoy en día, algunos padres buscan actividades que puedan compartir sin que la mamá esté presente.

Natalia Díaz
Los tiempos han cambiado y los padres participan cada vez más activamente en la crianza de sus hijos. Es más, buscan actividades que puedan compartir sin que la
mamá esté presente. De esta forma fortalecen lazos y crean espacios de confianza.

1. Cocinar, un placer compartido
Felipe y Juliana Forero

A sus 17 años, Juliana reconoce que cocina gracias a su papá. “Siento que me inspira, me genera las ganas de preparar cosas. Soy inconstante, y él me impulsa, me hace ver las cosas buenas de esto. Yo le doy a probar lo que preparo, y él me dice con sinceridad si están bien o no”.
“Ella tiene un talento impresionante. Y esta afición le ha permitido crecer en autoconfianza y sobrellevar el colegio, que aveces no le parece tan chévere”, afirma Felipe Forero, su padre.
Las pizzas fueron los primeros platos que hicieron juntos. Ella tenía unos 5 años. “Empecé a darle ciertas responsabilidades como romper los huevos, revolver cosas… muy pronto aprendió. Hace rato que yo soy su ayudante de cocina”, dice Felipe.
Como a Adriana, su mamá, y a Laura, su hermana, no les interesa este tema –solo disfrutar de lo que preparan–, ellos aprovechan y se gozan todo el proceso: comprar los ingredientes, preparar los platos y sentarse a comer, así que pasan mucho tiempo juntos. “De las amigas y los novios habla con la mamá y la hermana. Nosotros hablamos del origen de ciertos productos, de la realidad del país, porque ella es muy crítica y no se queda con lo obvio”. “Como mi papá pone el radio, hablamos de las noticias. Yo le pregunto y él me explica”.
Así, los dos han construido una relación de camaradería y confianza de la que ambos se sienten orgullosos. “Por lo general, esto de cocinar se da más entre madres e hijas, pero en este caso no”, concluye Juliana.
Los viernes y sábados, Felipe y Juliana Forero pasan mucho tiempo juntos en la cocina probando nuevas recetas.

Los viernes y sábados, Felipe y Juliana Forero pasan mucho tiempo juntos en la cocina probando nuevas recetas.

Foto:Carlos Ortega - El Tiempo

2. Construir mundos
Gustavo y Martina Cristancho

El mejor regalo que recibió Gustavo Cristancho en su cumpleaños número 41 en este junio fue la versión en Lego del Halcón Milenario, la nave de Star Wars que le dio su esposa Sandra. Esa alegría solo la superó el haberla armado junto a su hija Martina, de 6 años. “Ella también se emocionó mucho y me armaba el plan para ir avanzando. Nos demoramos como tres semanas en tenerlo listo”, dice Gustavo.
No es la primera vez que arman un Lego juntos; por el contrario, es todo un plan entre padre e hija, desde la compra hasta verlo completo. “Martina es una niña supercuriosa y me propone hacer cosas: un teleférico o un telescopio; le encantan los dinosaurios, hacemos pócimas con perfumes, pero armar legos es lo que más disfrutamos. A veces, mientras yo pongo piezas, ella juega con los muñequitos y terminamos haciendo juego de roles”.
En este tiempo que pasan juntos, Martina parece divertirse mucho: “Cuando juega, mi papá se comporta muy chistoso, dice cosas chistosas. He aprendido que estar con él es superdivertido. En cambio, a mi mamá le gusta mucho leer, no tanto jugar”, cuenta.
Gustavo aprovecha estos ratos para “reforzar su autoestima, hablarle de lo que está bien y mal, sin ser cantaletudo ni dar el discurso. Sé que estamos fortaleciendo lazos ahora y para el futuro”.
Y destaca que afortunadamente, la empresa en donde trabaja promueve la vida balanceada y puede tener estos espacios con Martina. “Mi papá era de los que trabajaban mucho, y esa era su principal ocupación”, recuerda.
Gustavo y Martina no solo comparten el gusto por armar legos, también por las historias de ‘Star Wars’.

Gustavo y Martina no solo comparten el gusto por armar legos, también por las historias de ‘Star Wars’.

Foto:Rodrigo Sepúlveda - El Tiempo

3. La huerta familiar
Los Arcila

Limpieza o cosechar. Estas son las dos principales actividades de Alejandro, de 11 años, y Antonio, de 10, con su papá, Julio Arcila, los sábado en la tarde, cuando los niños regresan de su práctica de fútbol y de gimnasia olímpica, respectivamente.
Los tres trabajan en la huerta casera que tienen desde hace varios años.
“Lo primer es hacer el plan de trabajo y luego les voy dando instrucciones. Mientras tanto, les voy contando cositas y ellos me cuentan a mí qué aprendieron. Es algo divertido y didáctico a la vez, tanto que uno de ellos hizo hace poco una exposición sobre siembra orgánica con video; esto los ha inspirado”, cuenta el papá.
La idea de tener su propia huerta le surgió a este ingeniero electrónico con el fin de enseñarles a sus hijos a alimentarse sano y aprovechar el espacio que tenían en la casa. “Empecé a inculcarles eso de sembrar nuestros propios alimentos, a reciclar, todo lo que tiene que ver con el medioambiente, a aprovechar la basura orgánica y a reutilizar los desechos para hacer nuestro propio abono”.
Juntos hacen el semillero y luego van trasplantando la maticas a la huerta. “Vamos sacando las hierbitas que se meten, los animalitos que no deben estar ahí porque se las comen. Es un momento de los tres para conversar y relajarnos alrededor de esta actividad. Hablamos del colegio, y ellos empiezan a pensar en otras cosas. Es un momento didáctico pero entretenido. Ellos se sienten útiles porque portan ideas, seleccionan semillas, proponen nuevos productos”.
Con la huerta, Alejandro y Antonio han aprendido que las cosas no son inmediatas, que tienen un proceso, una gran enseñanza de su papá Julio (der.).

Con la huerta, Alejandro y Antonio han aprendido que las cosas no son inmediatas, que tienen un proceso, una gran enseñanza de su papá Julio (der.).

Foto:Claudia Rubio - El Tiempo

4. En carro por toda Colombia
Los Villalobos

A sus 23 y 21 años, respectivamente, Sebastián y Felipe Villalobos están seguros de conocer este país kilómetro a kilómetro. Lo han recorrido, por trochas sobre todo, con su papá, Fernando, desde que eran chiquitos. Subirse al jeep, armar una caravana con otros amigos que también llevan a sus hijos –y que ya son una familia–, enterrarse en el barro, dormir con el cielo como cobija, comer lo que haya, bañarse en el río les ha dejado grandes experiencias.
“Hemos conocido lugares a los que mucha gente no ha llegado, que ni siquiera se imaginan que existen, y lo hemos logrado en carro. Eso sí, por trochas y barriales”, dice Felipe, quien estudia administración de empresas. “Hemos visto la biodiversidad de este país, la fauna, la flora y nos hemos encontrado con gente maravillosa, de distintas culturas”.
Esa es la parte de la aventura, porque esos paseos también les han enseñado otras cosas: “Hemos conocido la realidad del país, su pobreza, vimos soldados desangrándose después de un enfrentamiento con paramilitares o guerrilleros. Eso me ha dado ventaja frente a mis compañeros para entender este país; esto sensibiliza y da conciencia”, agrega.
Estas palabras enorgullecen a su papá. También saber que son unos muchachos “nobles, sencillos, nada complicados. Tantas horas juntos dan tiempo de hablar de muchas cosas, de establecer lazos de confianza”. Y Felipe añade: “De estas experiencias hemos aprendido a trabajar en equipo, a apoyarnos. Esto te da destrezas para la vida en solucionar las cosas en momentos de crisis, con cabeza fría”.
Los Villalobos –Sebastián, Fernando (papá) y Felipe conocen la biodiversidad de Colombia gracias a todos sus viajes por el país.

Los Villalobos –Sebastián, Fernando (papá) y Felipe conocen la biodiversidad de Colombia gracias a todos sus viajes por el país.

Foto:Sebastián Villalobos

NATALIA DÍAZ BROCHET
Editora EL TIEMPO
ndiazbrochetnatdia@eltiempo.com
Natalia Díaz
icono el tiempo

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