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Ciencia

El más grande cazador de fraudes se confiesa

Randi mantuvo oculto por años a su novio, el venezolano Deyvi Peña. Lo protegía de las autoridades debido a su condición de indocumentado.

Randi mantuvo oculto por años a su novio, el venezolano Deyvi Peña. Lo protegía de las autoridades debido a su condición de indocumentado.

Foto:Archivo particular

James Randi dice que aún cuenta con las fuerzas para seguir luchando contra las farsas paranormales.

Con todo y sus 1,66 metros de estatura y su aspecto de abuelo bonachón, James Randi es un hombre poderoso y temido por quienes aseguran tener habilidades paranormales. Randi es –como lo describe el nombre artístico que utilizó cuando se ganaba la vida como mago, ilusionista y escapista inspirado por el legendario Houdini– un hombre sorprendente.
A sus 88 años, Randall James Hamilton Zwinge, conocido como James ‘the Amazing’ (el sorprendente) Randi, sigue siendo uno de los más grandes y respetados escépticos científicos del mundo. Se ha ganado su reputación gracias a las férreas batallas que ha librado contra toda clase de pseudocientíficos, religiosos y autodenominados psíquicos, esotéricos y adivinadores, a quienes ha expuesto públicamente en diversos medios de comunicación.
Quizás la más sonada de sus enemistades fue la que tuvo con el israelí Uri Geller, quien durante la década de los setenta se dedicó a autopromocionarse como psíquico, capaz de doblar el metal gracias al “poder de su mente”, y con una especial predilección por las cucharas. Randi lo desenmascaró en más de una ocasión, demostrando que sus supuestos poderes no eran más que ilusiones ópticas y el resultado de su fuerza física infligida sobre los objetos que tenía en las manos.
Pero Geller no fue la única víctima de renombre de Randi, nacido en Toronto (Canadá) en 1928 y con nacionalidad estadounidense. En 1986 expuso al mediático pastor evangélico Peter Popoff, un californiano con programa de televisión propio y quien atribuía a la gracia divina su presunta capacidad para adivinar las enfermedades de sus feligreses. Tras una investigación, demostró que la esposa del pastor le suministraba los detalles biográficos y padecimientos de sus seguidores mediante un diminuto auricular escondido en su oreja y a través de una señal de radio. Esta técnica se denomina, en el argot de los escépticos, lectura en caliente.
Con el propósito de seguir derribando falsos ídolos, Randi creó la Fundación Educativa James Randi, que ofrecía un millón de dólares a cualquiera que demostrara sus habilidades paranormales bajo estrictas condiciones de observación en laboratorio; entre 1996 y el 2014, poquísimos de los que Randi llama charlatanes aceptaron el reto; y de quienes lo hicieron, ninguno superó las pruebas que les presentaba. Entre aquellos que aceptaron el desafío estuvo Sylvia Brown, una ‘vidente’ y ‘médium’ que, pese a ganarse la vida hablando con muertos, reconoció su incapacidad para ponerse en contacto con Randi. En el 2014, Randi puso en pausa el premio y rediseñó el objetivo de la fundación, para que el dinero sea donado a becas que premien el trabajo de organizaciones científicas o escépticas que promuevan el pensamiento crítico y la investigación de afirmaciones paranormales.
Ese mismo año se estrenó ‘Un mentiroso honesto’, documental sobre la vida de Randi que –además de su trayectoria– explora su vida personal y revela que el hombre que durante casi 50 años defendió la verdad siempre guardó un secreto: su homosexualidad y su relación con Deyvi Peña, un inmigrante ilegal venezolano 34 años menor que él y a quien protegió ocultando su identidad, lo que llevó a la pareja a enfrentar líos legales.
Usted es mago, ilusionista, escéptico, racionalista. ¿Cómo se define a sí mismo?
Principalmente, soy un escéptico, porque he dedicado los últimos 40 años a ello y a enseñar al mundo por qué no debería estar creyendo en cosas como los psíquicos y otros que dicen tener poderes misteriosos y sobrenaturales. No digo que estas cosas no existan, sino que no hay evidencia que las prueben. Ya les hemos dado oportunidades en todos estos años para demostrar sus poderes, y ahora miro por la ventana y no veo a ningún psíquico que quiera ser puesto a prueba. En ocasiones hemos logrado someter a pruebas a estas personas, y todas han sido negativas; creo que la mayoría de ellos están autoengañados; y no los culpo por ello, sino por no escuchar lo que las organizaciones de todo el mundo tienen para decirles.
Si nos ufanamos de ser seres racionales, ¿por qué somos tan fáciles de engañar?
Sí, lo somos. Somos engañados por los políticos, por los magos –me alegra decirlo–; pero cuando un mago, un prestidigitador o un ilusionista lo hace, es con el fin de entretener; lo mismo que los actores de televisión, de teatro y de cine, quienes interpretan el rol de seres paranormales, y la gente lo sabe. Los ‘psíquicos’, y utilizo la palabra entre comillas, le dicen a la gente que son reales, que pueden hacer cosas sobrenaturales, y eso no es cierto. Incluso, los mejores, como Sylvia Brown y Uri Geller, han fracasado en cualquier prueba que les hemos puesto.
¿Se debe dejar a las personas que crean en lo que quieran o atacar a sus creencias, para tener una sociedad más racional?
Creo que debemos atacar sus creencias, pero no de forma viciosa. No se les puede decir que son estúpidas por creer en esas cosas. Hay que tratar de hacerlo amablemente, convenciéndolas desde un punto de vista diferente. Como mago y hombre dedicado al entretenimiento, y a la edad de 88 años, tengo experiencia sobre la forma como estas personas hacen sus trucos, y con esto no quiero decir que no puedo ser engañado. No. Podré ser engañado por alguien muy inteligente al principio, y tendré que admitirlo, pero luego me dedicaré a saber cómo lo hizo.
¿Siempre hay motivaciones económicas?
No siempre. En muchos casos lo hacen solo porque es divertido. Existen toda clase de propósitos por los que las personas engañan a los demás, aunque muchos sí lo hacen porque encuentran que pueden ganar buen dinero –y rápidamente– engañando a otros y haciendo trucos. Muchos de estos personajes hacen poco daño; el problema es cuando les quitan el dinero a personas inocentes a las que les muestran que el universo funciona de una forma diferente de la real.
¿Se arrepiente de alguna de sus investigaciones?
Sí. No voy a decir nombres para no avergonzarlos, pero hubo algunos hace décadas –cuando fui capaz de exponer sus trucos– que eran jóvenes y querían empezar a formar religiones y cosas así para tomar ventaja de otros; debo decir que me arrepiento de haberlos desenmascarado porque eran relativamente inocentes; y cuando digo relativamente me refiero a que sabían que hacían algo malo, pero no reconocían lo dañino que era para sus víctimas.
¿Cuál es el mayor fraude de la actualidad?
Eso depende del campo en el que se quiera entrar: publicidad, ciencia, etcétera. Miremos la homeopatía, por ejemplo. La homeopatía es una completa farsa que no funciona y ha sido puesta a prueba infinidad de veces en el mundo por diferentes organizaciones que he representado y a las que he pertenecido. Y siempre fracasa en los tests científicos a los que la hemos sometido. Con todo, en Estados Unidos puedo ir a una farmacia y encontrar estantes repletos de medicinas homeopáticas que no tienen ningún ingrediente activo, aparte de azúcar y sustancias inertes que las personas toman, y creen que se están sintiendo mejor. Pero deben saber que no están eliminando la fuente de su enfermedad, que puede ser algo serio, y que deben ser curados por la medicina real.
¿Y cuál es la mentira más grande que las personas se han creído?
Siempre he dicho que la religión es la mayor farsa del universo. No hay evidencia de que haya uno o varios dioses, diosas, espíritus, fantasmas o alguna de estas cosas sobrenaturales ampliamente aceptadas en países y culturas. No digo que no existan los dioses, un más allá o estas cosas, porque no puedo probar que no es así. Lo que digo es que la evidencia es débil, basada en rumores sin lógica. Sería lindo pensar que hay un dios en algún lugar, un cielo y un infierno, un lugar al que vamos después de morir, pero no creo en ello. No digo que no sea cierto, solo digo que no tengo una prueba que me demuestre que hay una razón para creer.
Uno de sus mayores enemigos es Uri Geller. ¿Cree que él se salió con la suya?
Hasta cierto punto, sí. Ahora, después de tantos años, él ya no se proclama como psíquico sino como místico, solo un nombre diferente de lo que hace, porque sí, él mistifica a las personas haciendo buenos trucos. Pero solo está cambiando el sabor de lo que asegura hacer. Entiendo que regresó a Israel, y tengo buenos amigos que me preguntan por qué lo hizo, si la gente en ese país tampoco le cree y lo tratan como un chiste. Al menos ya no está en Inglaterra.
¿Y por qué la larga batalla con él?
Se debió a que, sin duda, él se elevó hasta los primeros lugares de la lista de los fraudes que hacían simples trucos de magia como este. (Randi toma un bolígrafo y lo hace desaparecer entre sus manos durante la entrevista, vía Skype).
¿Quién va a continuar con su legado?
Bueno, no pretendo morirme aún, tan solo tengo 88 años. Pero todos vamos a morir... Eso es probablemente cierto, en eso creo. Tengo muy buena salud y vengo de una familia en la que los hombres han vivido muchos años, más allá de los 90. Tengo un tiempo todavía y pienso quedarme tanto como me sea posible. Tengo un nuevo libro a punto de ser publicado, que se va a llamar ‘Un mago en el laboratorio’, y estoy seguro de que será traducido al español y se lo recomiendo a todo el mundo.
En ‘Un mentiroso honesto’, usted revela algunas verdades que, como usted, muchas personas cargan como pesos sobre sus hombros. ¿Cuál es su consejo para ellos?
Eso depende del contexto, porque en diferentes lugares del mundo estos temas tienen distintas connotaciones: en el lejano Oriente habría sido fatal reconocer que se es gay, que es lo mismo que admitir que no se acepta la religión. En muchos lugares del mundo se puede ser ejecutado por asuntos como este, pero hemos encontrado que en los Estados Unidos, en Canadá, en Europa y en buena parte del mundo civilizado, estas cosas no deben ser escondidas de ninguna manera. Yo salí del clóset y expuse mis sentimientos porque era lo correcto y porque no era sano guardármelo.
¿Seguirá desenmascarando charlatanes?
Claro que sí, cada minuto de cada día.
En este punto, Deyvi, quien ha estado junto a Randi durante toda la entrevista, interviene: “Además de sus publicaciones, están su fundación y todas sus apariciones públicas. Randi ha influido a toda una generación y, aunque nadie va a tener su misma experiencia, tenemos a personas como Penn y Teller, o Richard Dawkins. No estamos hablando de una persona, sino de todo un movimiento que lleva sus ideas hacia él. Esto será especialmente importante en América Latina, donde la superstición está tan arraigada en la cultura. Mientras más expongamos los fraudes, tendremos una generación que se base en hechos y no en creencias.
NICOLÁS BUSTAMANTE HERNÁNDEZ
Redactor de EL TIEMPO
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