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Proceso de Paz

Venezuela, EE. UU. y la UE, claves en la política exterior

Los presidentes de Colombia, Juan Manuel Santos, y de EE. UU. Donald Trump.

Los presidentes de Colombia, Juan Manuel Santos, y de EE. UU. Donald Trump.

Foto:Michael Reynolds / EFE

La negociación de paz, el premio nobel y la eliminación de la visa en la UE, algunos de los logros.

El veredicto final de la opinión pública sobre la política local del presidente Juan Manuel Santos es un aspecto que, probablemente, solo el paso de los años irá definiendo.
Pero en política exterior, al menos mirado desde afuera, su mandato será recordado como uno de los más exitosos de la historia reciente.
Aunque son varios los ejemplos, lo anterior es evidente en las relaciones con Estados Unidos.
Si bien la negociación del tratado de libre comercio (TLC) con Washington le correspondió al gobierno de Álvaro Uribe Vélez, su aprobación en el Congreso de EE. UU. se dio bajo la administración de Santos, luego de que ambos gobiernos acordaron un “plan de acción” para solucionar las quejas en materia laboral que impidieron por años su trámite en un legislativo dominado por los demócratas y con una Casa Blanca (de Barack Obama) que nunca se llevó del todo bien con el gobierno anterior.
Durante el mandato de Santos, ambos países establecieron una relación de “alto nivel”, término que se usa en EE. UU. para describir el trato hacia un país con el que se busca estrechar nexos. Hubo reuniones de la primera línea de ambos gobiernos para profundizar lazos en seguridad, cultura, ciencia, educación y energía.
El compromiso más evidente de Washington fue el robusto apoyo que le brindó al proceso de paz con las Farc. Obama no solo nombró un enviado especial para que acompañara las negociaciones en La Habana (Bernie Aronson), sino que diseñó un nuevo programa, Paz Colombia, que en la práctica reemplazó al Plan Colombia y garantizó recursos futuros para la implementación de los acuerdos. Algo que sucedió justo cuando la ayuda de EE. UU. al país venía en descenso.
Desde el 2016, EE. UU. destinó casi US$ 400 millones anuales (60 por ciento más frente a los recursos que daba en el 2015). Los fondos están asegurados para el 2018 y a punto de confirmarse para el 2019.
Así mismo, durante su periodo, Washington relajó las advertencias a sus ciudadanos para que no viajaran al país, lo que se tradujo en un aumento del turismo. Quizá lo único que quedó faltando fue la eliminación de visas para los colombianos, proceso que comenzó, pero que no ha concluido.
Sin embargo, esto sí se logró con la Unión Europea en el 2016, y es uno de los grandes triunfos de su gobierno por el significado en cuanto a imagen para el país.
Desde el 2020, los colombianos, al igual que otros 61 países, deberán tramitar un nuevo permiso que se exigirá para ingresar y que fue aprobado hace poco por la crisis migratoria y de seguridad que vive el Viejo Continente. El permiso se tramitará por internet a bajo costo. Con este bloque, además, también se firmó un TLC en el 2013.
Otro triunfo de Santos fue conseguir que Colombia ingresara al club de los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (Ocde), al que llegan las naciones con los más altos estándares en materia económica y social.
Aunque fue EE. UU., el aliado, el que terminó bloqueando temporalmente el ingreso del país por presiones de las empresas farmacéuticas que acusaban a Colombia de establecer controles arbitrarios a precios de medicamentos. El impasse se resolvió en mayo, cuando levantó el bloqueo.
Santos, de paso, también recibió el Premio Nobel de Paz en el 2016 por el acuerdo con las Farc.
Frente a Venezuela, dice Michael Shifter, presidente del Diálogo Inter-americano, Santos pagó un costo al decir que el presidente Hugo Chávez era su “nuevo mejor amigo”. Pero el mandatario colombiano calculó que para lograr su mayor prioridad, que era la paz, era necesario evitar cualquier tensión o conflicto con el Gobierno venezolano.
Un pragmatismo que tiene sus méritos. Pero también límites, como se vio en la aceptación del fallo de la Corte Internacional de Justicia frente a la disputa territorial con Nicaragua. Pese a esto último, dice Shifter, el balance de su política exterior es positivo.
SERGIO GÓMEZ MASERI
Corresponsal de EL TIEMPO
Washington
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