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Proceso de Paz

Hoy, por fin, la paz con las Farc

Colaboradores trabajaban en la puesta a punto del escenario del acto en el patio de banderas del Centro de Convenciones.

Colaboradores trabajaban en la puesta a punto del escenario del acto en el patio de banderas del Centro de Convenciones.

Foto:Christian Escobar Mora / EFE

A las 5 de la tarde comienza el acto más importante para Colombia en medio siglo. Santos y 'Timochenko' firman la paz con un balígrafo ante Ban Ki-moon y 15 presidentes de América latina.

Redacción El Tiempo
Este lunes, cuando se acaba oficialmente la guerra con las Farc, comienza una nueva época para Colombia. Esa es la importancia de lo que pasará esta tarde en Cartagena, cuando el presidente Juan Manuel Santos y el máximo jefe de esta guerrilla, Timoleón Jiménez, ‘Timochenko’, firmen en la explanada de Banderas del Centro de Convenciones el Acuerdo Final de Paz.
Los dos, según dijo el Presidente, pondrán sus firmas con un balígrafo, una bala convertida en lapicero que se ha vuelto símbolo de la paz. La banda musical del municipio de Baranoa, Atlántico, tocará el himno nacional, con el que a las 5 de la tarde, según está previsto, arrancará este histórico acontecimiento.
Enterrar el conflicto de medio siglo con la principal guerrilla del país significa despejar el camino para que el Estado llegue sin los tropiezos de la violencia a las zonas atrapadas en la marginalidad y las haga parte del desarrollo que se requiere para que Colombia sea aún más competitiva.
A menudo, la guerra ha servido de pretexto para no hacer nada en la Colombia profunda donde han actuado la Farc –en más de la tercera parte de los municipios y la mitad departamentos– y donde justamente está el potencial, según la FAO, para convertir al país en una de las siete principales despensas agrícolas de un mundo que cada día demanda más alimentos.
La inversión en infraestructura, servicios y desarrollo agrícola para sacar el campo colombiano de su rezago es precisamente la esencia del acuerdo sobre desarrollo rural integral que hicieron el Gobierno y las Farc. Es el primero de los seis puntos de la agenda que negociaron.
Si bien subsisten el Eln y bandas criminales, las Farc llegaron a ser la guerrilla militarmente más poderosa del país y, como ningún otro grupo armado en Colombia, en la mitad de los 90 llegaron a poner en jaque a las Fuerzas Armadas con feroces tomas a bases militares que dejaron decenas de militares y policías muertos y al menos otros 500 secuestrados durante varios años.
Está claro que sin la violencia de esta guerrilla, el Estado podrá volcar sus esfuerzos de seguridad en el combate al Eln y a las organizaciones de narcotráfico, que ya intentan rodear los espacios que dejarán las Farc en rutas del narcotráfico del Pacífico y el nororiente colombianos.
El fiscal Néstor Humberto Martínez dijo el martes que el Eln y otros grupos armados ilegales se están movilizando para copar esos territorios tras la firma del Acuerdo Final de Paz con las Farc y el inicio del cronograma para que se concentren en 27 puntos del país.
La paz con esta guerrilla, es cierto, implica desafíos para el Estado, y uno de ellos es contener la violencia que se puede desatar por la disputa de las rentas ilegales que manejaban las Farc. Pero es indiscutible que el cierre del conflicto con este grupo armado es el comienzo hacia un país más seguro. Aunque esto no va a ocurrir de la noche a la mañana, la salida de la guerra de 15.000 combatientes que, se calcula, tienen las Farc es una ganancia.
A esta guerrilla, que nació en 1964, se le atribuyen la mayoría de los 24.482 secuestros, 3.899 asesinatos selectivos y 343 masacres que el Centro de Memoria Histórica imputa a las guerrillas en su informe ‘Basta ya’.
El significado de la paz que firman este lunes el presidente Santos y ‘Timochenko’, subvalorado por algunos en Colombia, es suficientemente comprendido en el mundo.
La prueba es la presencia hoy en Cartagena del secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, y de 15 jefes de Estado de América Latina encabezados por el presidente Raúl Castro, de Cuba, el país anfitrión de cuatro años y siete meses de diálogos para terminar la guerra con las Farc.
En muchos sentidos, el acto en la explanada de Banderas del Centro de Convenciones de esta ciudad del Caribe colombiano será una celebración latinoamericana.
El conflicto de Colombia ha sido visto como un factor de perturbación también para los países vecinos, y por eso acabar el enfrentamiento con la guerrilla más poderosa ha producido un genuino entusiasmo regional.
Ha sido un largo camino para llegar hasta este día. No solo por los 1.641 días que se prolongaron los diálogos entre las Farc y el Gobierno desde su fase exploratoria, sino por las circunstancias históricas que se debieron conjugar para que la negociación fuera posible y exitosa.
Empezando, desde luego, por el convencimiento de Santos y ‘Timochenko’ de que era hora de parar la guerra, porque ni la guerrilla estaba en condiciones de tomar el poder por la vía de las armas ni el Estado podía aniquilarla completamente en el terreno militar.
***
Es ineludible estar en Cartagena en la víspera de la firma de la paz con las Farc y no recordar al nobel de literatura Gabriel García Márquez, cuyas cenizas están aquí. Él fue un persistente y discreto promotor de negociaciones con las guerrillas desde el primer intento que se hizo con las Farc, en 1983, bajo la presidencia de Belisario Betancur, que era su amigo.
Precisamente ese año, García Márquez escribió: “En medio de la confusión y el desencanto no faltan, no faltamos, quienes siguen creyendo, de un modo empecinado y tal vez ilusorio, que la paz es posible”.
MARISOL GÓMEZ GIRALDO
Editora de EL TIEMPO
En Twitter @MarisolGmezG
Redacción El Tiempo
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