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Proceso de Paz

Estas son las historias más curiosas y los números del plebiscito

El registrador Galindo nunca quiso ocupar ese cargo. "Eso fue una coincidencia -dice él-. Yo lo que quería era ser procurador".

El registrador Galindo nunca quiso ocupar ese cargo. "Eso fue una coincidencia -dice él-. Yo lo que quería era ser procurador".

Foto:EFE

Más de 34 millones de ciudadanos están capacitados para votar el próximo domingo.

Redacción El Tiempo
 Qué cantidad de paradojas. El poeta decía que Colombia es la tierra de las cosas singulares. Tenía razón, pero es que los poetas siempre la tienen. Para demostrarlo basté con echar una mirada a todo lo que ha ocurrido en estos tiempos que corren. En Sincelejo, hace 10 días, se agarraron a pedradas y garrotazos los partidarios del ‘Sí’ y los del ‘No’ cuando estaban conversando sobre la mejor manera de convivir en paz. Vea usted.
Mientras tanto, el registrador Juan Carlos Galindo Vachá, que en solo cinco semanas preparó la logística del plebiscito que votaremos el domingo, no quería el puesto de registrador nacional. Otra más.
Qué cantidad de contradicciones y curiosidades insólitas. Pocas veces, en la revuelta historia de Colombia, se había vivido una época tan virulenta, agresiva y furiosa como esta víspera de un plebiscito que se hace, precisamente, para que el pueblo decida sobre unos acuerdos de paz. Qué tal.
Ya la gente no habla: grita. Nadie respeta las razones ajenas. Ni la honra. No queda improperio que no se haya proferido. No ha habido infamia que se les haya escapado a los promotores de ambos bandos, partidarios y adversarios, para sembrar el encono y la discordia entre los colombianos: calumnias, manipulación de las redes sociales, videos falsos, fotos amañadas. Divulgan cartas inventadas, de lo que yo mismo he sido víctima permanente, o me atribuyen textos que jamás he escrito.
Pero me queda la esperanza de que, como decían los viejos filósofos persas, nunca es más oscura la noche que cuando está a punto de amanecer. Ojalá empiece a caer sobre nosotros la alborada.

Los checos y dos plebiscitos

¿Quieren que les cuente otra curiosidad que es todavía más asombrosa?
El primero de diciembre de 1957, hace casi 60 años, se celebró el famoso plebiscito en que los colombianos aprobaron la creación del Frente Nacional, por el cual se alternaba y dividía el poder político entre liberales y conservadores.
Los resultados de ese plebiscito permitieron convocar a las primeras elecciones para Congreso tras la dictadura de Rojas Pinilla. El abogado Carlos Galindo, un profesor de la Universidad Nacional que llegaría a ser magistrado del Consejo de Estado, fue elegido representante conservador por Boyacá.
Un día de esos estaba el congresista Galindo en Praga, la capital de Checoslovaquia, cuando tuvo la mala suerte de caerse en el baño del hotel. Lo llevaron de urgencia al dispensario. Allí tuvo, en cambio, la buena suerte de conocer a Jana, una enfermera bella y jovencita, 13 años menor que él. En pocas palabras, se casaron dos años después y se instalaron en Bogotá. En 1962 nació su hijo Juan Carlos.
¿Se dan cuenta? El registrador que dirige el plebiscito de ahora es resultado directo de aquel otro plebiscito. Desde que nació, le salía un plebiscito en su futuro. Ya lo decían los griegos: nadie escapa a su destino.
Y, para que sepan ustedes, en toda la historia de Colombia no ha habido sino dos plebiscitos, aquel y este. Mejor dicho, los plebiscitos de Galindo.

Canoas, aviones, a pie

No vayan a creer que se acabaron las curiosidades. Cifra exacta: para que fuera posible organizar hasta el más mínimo detalle en solo 34 días, fue necesario que trabajaran 75.512 personas, entre funcionarios de planta de la Registraduría, supernumerarios y empleados de las firmas contratistas.
Imagínense ustedes que eso es como si todos los habitantes de San Andrés, más Providencia, se dedicaran exclusivamente a esa tarea.
Hablemos ahora del material electoral. Pesa, en total, 300 toneladas, es decir, 300.000 kilos. Para que se hagan una idea, es lo mismo que pesaba toda la ayuda humanitaria que, en buena hora, Colombia mandó para las víctimas del terremoto de Haití en el año 2010.
A fin de que pueda llegar oportunamente a cada remoto paraje de Colombia, ese material se ha ido despachando en 7.500 vehículos de toda clase: camiones, carros, motocicletas, bicicletas, caballos, burros, canoas, mulas. Incluso a pie porque, como si fuera poco con semejante correndilla, se les vino encima el invierno. En avión también, porque podrán votar los colombianos residentes en 64 países.

El cable de Don Quijote

El domingo, durante el plebiscito, se van a utilizar 81.925 hojas digitales para anotar los datos, resultados, números de cédula. Para que tengan una idea de la magnitud de esa cifra, les pongo un ejemplo: es como si el texto completo de Don Quijote de la Mancha se digitalizara 57 veces seguidas en un computador. Menos mal que Miguel de Cervantes nunca fue jurado de votación.
Para contar los votos, serán necesarios 1.800 computadores. Y para que se puedan transmitir esos datos desde cualquier rincón del país, tuvieron que conectar por toda la geografía colombiana 120 kilómetros de cable, que es como si pusieran un cable continuo entre Barranquilla y Cartagena o entre Ibagué y Armenia.
En este catálogo de curiosidades y pesquisas les estoy debiendo una que mencioné por encimita al comienzo de esta crónica: que el registrador Galindo Vachá nunca quiso ser registrador. Ni siquiera lo intentó. “Eso fue una coincidencia”, dice él. “Yo lo que quería era ser procurador”.

De carambola

Resulta que, en el año 2002, Galindo era procurador delegado ante el Consejo de Estado, donde se encargaba de asuntos relacionados con contratos, “los temas que a mí profesionalmente me encantaban”, confiesa ahora, 14 años después.
“Pero un día me llamó mi superior, el procurador Edgardo Maya, y me dijo que necesitaba trasladarme para la sección de temas electorales. Acababan de pasar los comicios de ese año y había muchas demandas y rumores de fraude”.
Galindo se preparó hasta volverse un experto en derecho electoral, sobre todo en materia de controles. Cinco años después, para que dirigiera las elecciones del 2007, las tres cortes lo eligieron registrador. Galindo había sido ya magistrado auxiliar de la Corte Suprema.
Consiguió, por ejemplo, que por primera vez se autorizara la participación de los universitarios como jurados de votación. Actualmente son más de 1’500.000 muchachos los que están capacitados para serlo. Aquella vez duró un año en el cargo. Ahora, en el 2016, vuelve a ser registrador, escogido por concurso de méritos.

En Colombia y el mundo

Una negociación entre la guerrilla y el Gobierno es, de por sí, un hecho singular. No vayan a creer, pues, que todas estas curiosidades se limitan al caso colombiano. La propia expresión “proceso de paz” ha provocado discusiones enconadas –como también ha sucedido aquí– en países tan diferentes como Irlanda del Norte y El Salvador o Sudáfrica y Guatemala. En su debido momento, en esas naciones hubo quienes afirmaron, como en España, que era más apropiado llamarlo “proceso político”.
Volviendo con el tema colombiano, el próximo domingo estarán capacitados para votar un poco más de 34 millones de ciudadanos. De ellos, 18 millones son mujeres y 16 millones hombres. En el exterior podrán participar 600.000.
Habrá 36 millones de tarjetones disponibles, de los cuales 15.000 fueron escritos en sistema braille, para que puedan votar los ciegos.
Funcionarán 80.500 mesas y 1.300 más estarán disponibles en el exterior. En ellas se sentarán 537.000 jurados en todo el país, de los cuales 86.000 estarán solamente en la ciudad de Bogotá. Aquel que no concurra a cumplir con su tarea, y no pueda presentar una excusa válida, será multado con diez salarios mínimos, que equivalen a $6’894.540 pesos.
¿Cómo van a hacer para que los resultados del plebiscito se conozcan rápido? La gente le contesta a uno que todo eso es posible gracias a la tecnología moderna, lo cual es cierto, pero olvidan el valor de los seres humanos. Un ejemplo: apenas se cierren las urnas, este domingo, habrá 11.000 muchachos entrenados para transmitir los datos desde cualquier recoveco perdido, a 11.000 más que se los reciben en la Registraduría Nacional en Bogotá. Luego los digitalizan. Son como computadores humanos.

Epílogo

Ahora solamente falta ir a votar. Hágalo usted libre y pacíficamente, por el ‘Sí’ o por el ‘No’, según su conciencia. No se deje comprar ni manipular por nadie. (El otro día vi, en un poste de Cartagena, un letrero que decía: “Lo valioso es no tener precio”.) No olvide lo que decían los ingleses del siglo diecinueve, según los cuales en esta vida únicamente hay dos cosas que hacen iguales al plebeyo y al aristócrata: la muerte y el voto.
Confieso que yo sueño despierto con el día en el cual el tarjetón electoral se convierta en la única arma verdadera de todos los colombianos.
A punto ya de concluir esta crónica, quiero hacerles a ustedes una propuesta final: que una vez se hayan desarmado los guerrilleros pertenecientes a las Farc –si es que lo hacen–, promovamos otro acuerdo de paz para que uribistas y santistas desarmen los espíritus, depongan sus lenguas y se las entreguen a una comisión de las Naciones Unidas. Sin necesidad de plebiscito.
JUAN GOSSAÍN
Especial para EL TIEMPO
Redacción El Tiempo
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