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Proceso de Paz

El día en el que el Presidente se ganó el Premio Nobel de Paz

La primera dama, Clemencia Rodríguez, acompañó al Presidente tras el anuncio del premio.

La primera dama, Clemencia Rodríguez, acompañó al Presidente tras el anuncio del premio.

Foto:Carlos Ortega / EL TIEMPO

Llamada antes de las 4 de la mañana de Ingrid Betancourt a Martín Santos alertó sobre la noticia.

La primera en dar la noticia el viernes pasado fue Ingrid Betancourt. Cuando el reloj apenas marcaba las 4 de la mañana, ella llamó a Martín Santos para contarle que su papá, el presidente Juan Manuel Santos, acababa de ganarse el Premio Nobel de Paz. Como ella estaba en Europa, tuvo acceso a la información de manera directa.
Betancourt le contó que acababa de conocer la información del Comité Noruego del Nobel. Que acababan de confirmar que Santos era el premio Nobel de Paz del 2016.
La conversación no duró mucho, y fue básicamente porque Martín le dijo que tenía que avisarle a su papá inmediatamente.
Antes de las 4:10 de la mañana, el jefe de Estado fue despertado por la llamada telefónica de su hijo mayor. El mandatario, todavía medio dormido, escuchó al otro lado de la línea la voz emocionada de su hijo, quien le comunicó que acababa de ganarse el Nobel. Al principio, parecía no entender bien de qué le hablaba Martín, y le pedía que le explicara a qué estaba haciendo referencia.
El sueño de la madrugada todavía lo dominaba y se había acostado sin grandes expectativas de obtener ese importante galardón.
Martín se despidió y le dijo que ya salía para Palacio, para felicitarlo personalmente.
Enseguida, el Presidente recibió otra llamada, esta vez de su jefa de prensa, Marilyn López, quien le confirmó que esa información ya estaba en los medios de comunicación.
Quedaron en que había que preparar una declaración muy temprano para los medios.
El mandatario quedó despierto en la casa privada y, cuando todavía no se reponía de la emoción, llegó la llamada oficial del Comité Noruego del Nobel.
Desde Oslo, un delegado del Comité le confirmó que acababa de ganar el Premio Nobel de Paz. “¡Oh, Dios mío! –respondió Santos–, me siento muy honrado. Estoy muy agradecido, este es un acontecimiento muy importante para mi país, para las víctimas de esta guerra, y este es un compromiso para seguir intentando traer la paz a mi país”.
Tras la notificación formal vino una breve entrevista de la organización.
“Mi nombre es Adam Smith, representante de Nobelprize.org, el sitio web oficial del Premio Nobel en Estocolmo. En nombre de todos, nos gustaría felicitarlo por la obtención del Premio Nobel de la Paz”, le dijo el delegado de la organización encargada del premio.
Santos, tras darles las gracias, les dijo que recibía “esto con mucha emoción”, pues “es algo que es muy importante para la gente de mi país, para la gente que ha sufrido con la guerra, especialmente las víctimas”.
Esa declaración comenzó a rodar no solo por los medios nacionales, sino por los internacionales. Era la primera reacción del nuevo premio nobel de paz.
Tras darle la noticia a su padre, Martín llamó a su hermana, María Antonia, y le avisó que pasaría por ella para que se fueran a Palacio.
Pasadas las 4:30 de la mañana, los dos llegaron a la Casa de Nariño.
A la primera dama, Clemencia Rodríguez de Santos, quien estaba en Anapoima, el primero en avisarle fue el embajador en España, Alberto Furmanski. Ella enseguida armó maleta y decidió regresarse para Bogotá.
También hubo espacio para llamar a Esteban, el hijo menor del Presidente, quien está estudiando en Washington.
Emocionado, él escuchó la noticia del Nobel para su papá y dijo que inmediatamente alistaría su viaje a Bogotá. Sin embargo, debido a que no había cupos en los vuelos hacia Colombia, hasta la noche del viernes no había podido llegar a la capital del país.
Mientras tanto, el jefe de Estado se dedicó a alistar su presentación ante los medios de comunicación y atendió algunas llamadas.
Él fue el encargado de definir lo que serían las ‘líneas gruesas’ del pronunciamiento que iba a hacer.
Minutos antes de las 7 de la mañana se reunió con algunas personas de su equipo de comunicaciones, revisaron la declaración y se alistaron para salir ante los periodistas.
Como a esa hora no era fácil conseguir quién se encargara del maquillaje y el peinado de la primera dama, esa tarea la asumió su hija, María Antonia. Y lo hizo a ritmo acelerado, pues ya casi eran las 7 de mañana, la hora para la que el Presidente había anunciado una alocución.
Cuando ella estuvo lista, salieron presurosas hasta la sala en la que el Presidente hace sus intervenciones.
Visiblemente emocionado, el jefe de Estado llegó al sitio, saludó a los comunicadores e hizo su intervención.
Una vez terminó, y ante la petición de los periodistas, les dio una breve declaración en la que también agradeció a la prensa por su labor para buscar la paz en el país.
Por los pasillos de Palacio el recorrido se hizo lento. Eran saludos y felicitaciones a cada paso que daba.

Receso

Luego de esto se tomó un breve receso de unos 5 minutos. En el salón protocolario de la Casa de Nariño recibió la felicitación de los ministros y de un grupo de funcionarios cercanos.
Fue el momento para un rápido desayuno, que no fue nada distinto a palitos de queso y almojábanas. También se dio la oportunidad para que varias de las personas que estaban en el lugar se tomaran fotos con el jefe de Estado. Incluso hubo espacio para unas cuantas selfis.
Enseguida, el Presidente agradeció a los asistentes y les dijo que la agenda prevista había que cumplirla, y salió hacia su despacho.
Allí comenzó a recibir llamadas del exterior de jefes de Estado y de personalidades que querían felicitarlo.
Atendió comunicaciones del expresidente Bill Clinton; la canciller alemana, Ángela Merkel; el ministro de Relaciones Exteriores del Reino Unido, Boris Johnson; de presidentes de la región y hasta de Barack Obama, también nobel de paz, en el 2009.
Hacia las 10 de la mañana, el mandatario tuvo un encuentro con líderes del ‘Sí’, a quienes agradeció su apoyo en el plebiscito y su respaldo al proceso de paz.
También tuvo un encuentro con los gobernadores del país, quienes casi que al unísono lo felicitaron por el premio ganado y lo instaron a continuar luchando por la paz.
Es posible que el viernes haya sido el día en el que Santos posó para más fotos en su vida.
A las 9 de la noche todavía estaba dejándose fotografiar con empleados de Palacio, miembros del equipo de seguridad y hasta con periodistas.
Antes de las 9:30 partió con su familia hacia la casa privada. Terminaba su jornada. Fue el día en que Colombia recibió por segunda vez un Nobel. Esta vez, el de la Paz.
EL TIEMPO
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