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Proceso de Paz

Farc: de la plaza pública a los actos privados de reconciliación

La Farc, por lo menos hoy, parece entender que las circunstancias la obligan a cambiar la plaza pública por actos discretos.

La Farc, por lo menos hoy, parece entender que las circunstancias la obligan a cambiar la plaza pública por actos discretos.

Foto:Juan Páez / EFE

La exguerrilla debe buscar la aceptación del país asumiendo la responsabilidad por sus crímenes.

Juan Carlos Rojas
Más que una campaña electoral, lo que el partido de la exguerrilla de las Farc parece necesitar hoy para revertir el rechazo que aún genera entre un amplio número de colombianos es hacer más actos de reconocimiento de responsabilidad de sus crímenes atroces, como el que tuvo hace unos días con víctimas de El Nogal.
Aunque ese discreto acto no tuvo la trascendencia mediática que sí tuvieron las agresiones a su candidato presidencial, Rodrigo Londoño, en Armenia, Cali y Yumbo, es especialmente significativo porque traza el camino que tiene que recorrer la exguerrilla para quebrar la resistencia que todavía tienen muchos colombianos con su participación en política.
Si bien la Farc ya había tenido dos encuentros con víctimas del ataque terrorista al club bogotano y con víctimas de las masacres de Bojayá, La Chinita y la de los diputados del Valle, lo que ocurrió entre las 7:30 de la mañana y las 6 de la tarde del 10 de febrero con sobrevivientes de El Nogal fue su primer reconocimiento explícito de responsabilidad en un crimen grave, y así quedó oficializado en un documento de cuatro páginas. “Ese es un documento para la historia”, afirma Bertha Fries, quien ha liderado a un grupo de víctimas del club.
Antes de leer, uno a uno, los nombres de los 36 muertos en el ataque ocurrido el 7 de febrero del 2003, el exjefe guerrillero Carlos Antonio Lozada dijo: “Con el corazón en la mano y la mente abierta al futuro, los antiguos mandos y excombatientes de las Farc aceptamos las responsabilidades que nos correspondan por este injustificable hecho (…). Llegamos a este acto con humildad, a pedirles que ojalá seamos perdonados”.
No es gratuito que de esa declaración fueran testigos el secretario ejecutivo de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), Néstor Raúl Correa, y el presidente de la Comisión de la Verdad, Francisco de Roux.
Es la primera vez que miembros de estas dos instancias, en las que se soporta el sistema de verdad, justicia y reparación que se pactó con las Farc, están presentes en un encuentro de la exguerrilla con sus víctimas.
El ataque a El Nogal será, sin duda, uno de los casos que juzgará la JEP. Ante la imposibilidad de investigar la totalidad de los crímenes graves ocurridos durante 53 años de guerra, esa instancia judicial se concentrará en los más significativos.
La reunión con las víctimas del atentado al club se dio por iniciativa de la Farc, que ante el aniversario número 15 de la tragedia las convocó para empezar a contar “la verdad” de las circunstancias en que se dio ese ataque.
Y ellas aceptaron el encuentro porque, como dice Bertha Fries, el acuerdo de paz les dio a las víctimas “el derecho de exigir a las Farc verdad, justicia y reparación”. Además no hay que olvidar, agrega ella, que el ataque al club “es injustificable porque atentaron contra niños, mujeres embarazadas, deportistas y otros civiles que nada tenían que ver con la guerra”.

Actos íntimos, no políticos

Las agresiones contra Timochenko durante actos de campaña no deberían ocurrir en el actual escenario de legalidad e institucionalidad democrática al que hoy le apuesta la exguerrilla, pero seguramente fueron un golpe de realidad para la Farc. Y un llamado a trabajar más para conseguir el perdón.
Si bien los actos tempranos de reconocimiento de responsabilidad como el de El Nogal no pueden convertirse en instrumentos políticos, hacerlos contribuye a crear un clima favorable para la reconciliación nacional.
Para las víctimas está claro que deben ser actos íntimos y no públicos, precisamente para evitar que sean utilizados políticamente en medio de la actual campaña electoral.
Y la Farc, por lo menos hoy, parece entender que las circunstancias la obligan a cambiar la plaza pública por actos discretos, aunque no secretos, que aporten verdad sobre sus más graves crímenes y en los cuales reconozcan, sin rodeos, toda su responsabilidad.
MARISOL GÓMEZ GIRALDO
Editora - EL TIEMPO
margir@eltiempo.com
En Twitter: @MarisolGmezG
Juan Carlos Rojas
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