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Trump cuida sus votos

Con decisiones polémicas, el presidente estadounidense se prepara para las elecciones de noviembre.

Editorial .
“Por la puerta de Twitter”, como acertadamente lo describió un reconocido analista, salió de su cargo el secretario de Estado Rex Tillerson. Fiel a su estilo, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunció por esta red social, y sin antes informarle, la salida –cantada desde hace meses– del encargado de la política exterior de su país. También reveló el nombre de su reemplazo, Mike Pompeo, hasta el lunes director de la CIA y un reconocido ‘halcón’ con visiones maniqueas de la política mundial similares a las de Trump. A Pompeo, a su vez, lo sustituirá en el cargo Gina Haspel, a quien la opinión de esa nación recuerda por haber estado al mando de una cárcel secreta en Tailandia, donde se torturó a sospechosos de terrorismo.
La salida de Tillerson, quien estuvo de visita recientemente en Colombia, donde, además de cierta empatía con el país, mostró un apego a las formas diplomáticas –lo que no es precisamente la regla en la actual administración–, confirma la dificultad de su exjefe para conformar equipos sólidos y estables. No ha habido un mes desde que se posesionó sin que dimita un alto cargo.
Lo cierto es que la manera como Trump prescindió de los servicios de un funcionario con el que tuvo roces desde el primer día, al que constantemente desautorizaba y quien era considerado un ‘moderado’, no fue el único recordatorio de su estilo en los últimos días.
Ayer, muchos en el planeta –entre risueños y perplejos– vieron al inquilino de la Oficina Oval examinando varias muestras de posibles diseños para el muro que insiste en construir en la frontera con México. Detrás de esta puesta en escena estaba únicamente la intención de producir un golpe de opinión, pues es bien sabido que los recursos para la infame obra siguen embolatados en el Senado. El más reciente intento por obtenerlos, cuando ofreció a los demócratas intercambiar su apoyo a los dreamers por el aval para contar con este monto –más de 10.000 millones de dólares– naufragó ante la negativa de los parlamentarios opositores.

La salida del secretario de Estado Rex Tillerson confirma la dificultad del mandatario
para conformar equipos sólidos
y estables.

Al volver a sacar la carta del muro; al nombrar como secretario de Estado a un radical y en la CIA a Haspel, no obstante su oscuro pasado –cabe aclarar que ambas decisiones requieren todavía el visto bueno del Congreso–; al hacer realidad su promesa de campaña de proteger la industria del acero y el aluminio con aranceles a las importaciones, Donald Trump da un nuevo giro a la derecha. Muchos coinciden en que el antiguo hombre de negocios ha asumido que le dará más réditos políticos garantizar la fidelidad de los sectores más extremos del Partido Republicano que intentar conquistar apoyos en el resto del espectro ideológico de su país: es decir, entre republicanos moderados y demócratas.
Todo lo anterior con miras a las elecciones que el 6 de noviembre pondrán en disputa la totalidad de las 435 curules de la Cámara de Representantes y 34 de las 100 del Senado, y en las que estarán en juego su gobernabilidad y aun la misma posibilidad de que repita mandato.
Por lo pronto, la gran incógnita es si esta será la lógica que impere en su encuentro con el líder norcoreano, Kim Jong-un, en abril. Por supuesto, el mundo espera que no sea así.
editorial@eltiempo.com
Las distancias entre Tillerson y Trump ya se manifestaban desde hace varios meses.

Las distancias entre Tillerson y Trump ya se manifestaban desde hace varios meses.

Foto:Getty

Editorial .
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