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Por fin

Ningún ciudadano que respete la ley puede concederse permiso de amenazar de muerte.

Editorial .
Ayer en la tarde, cuando se dio a conocer la noticia de que el senador Iván Cepeda había denunciado al ex- sicario alias Popeye por instigar a la violencia desde su cuenta de Twitter –ya de por sí un absurdo–, incluso los políticos a los que ha venido apoyando reaccionaron con alguna expresión semejante a ‘por fin’. Por supuesto, todo hombre que haya purgado una pena está en su derecho de dar a conocer sus opiniones, pero ningún ciudadano que respete la ley puede concederse permiso de amenazar de muerte. Es lo que el exsicario –que aún se presenta así mismo como la mano derecha de Pablo Escobar– ha venido haciendo desde las redes sociales.
Quizás haya faltado una mayor contundencia en las declaraciones que la clase política ha lanzado luego de que Popeye trinara contra los seguidores del candidato presidencial Gustavo Petro: “Mi fusil hablará por mí”, les advertía a quienes le llevaran la contraria luego de anunciar que estaría dispuesto a irse al monte para armar una “guerrilla de derecha” contra “el comunismo”. Quizás haga falta una reacción todavía más enfática de los políticos, pero el paso que ha dado Cepeda va en la dirección correcta: la de desconocer a los violentos como interlocutores e impedir que aquello de amenazar de muerte impunemente –como si lo que se dice en las redes sociales fuera un mero pensamiento– se convierta en una cultura.

Quizás haga falta una reacción todavía más enfática de los políticos, pero el paso que ha dado Cepeda va en la dirección correcta: la de desconocer a los violentos como interlocutores.

Resultan sorprendentes el delirio, la confusión, la violencia viva de un hombre que ha pretendido reintegrarse a la sociedad a la cual agredió brutalmente durante años: muchos están en prisión por delitos menos graves que los que él ha estado cometiendo. Y es todavía más inesperado que, a fuerza de insistir en el ataque a los gobiernos y a los opositores políticos de los líderes que dice respetar, haya conseguido tantos seguidores en las redes.
Definitivamente, hace falta, aquí en Colombia, revisar la historia reciente: sus pulsos, sus luchas a muertes, sus mártires y sus víctimas.
editorial@eltiempo.com
Editorial .
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