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Los retrocesos de Trump

Lenguaje del Presidente norteamericano es un regreso a los tiempos de las tensiones internacionales.

Editorial .
Todo parecía indicar que aquello de destruir el legado del gobierno anterior era un error del que estaban exentas las democracias por décadas vistas como referente. Pero desde que Donald Trump llegó a la presidencia de Estados Unidos, parece que ninguna sociedad se encuentra exenta de dar con un liderazgo que desprecie el trabajo de sus predecesores, hasta el punto de revertir decisiones fundamentales e incumplir acuerdos internacionales. Ahora el mandatario ha decidido, y lo ha comunicado en un discurso digno de su campaña ante los cubanos de Miami, echar para atrás ciertos avances en la tensa relación entre su nación y la isla gobernada por los Castro.
Como en viejos tiempos, Cuba ha rechazado con vehemencia lo que ha llamado “la retórica hostil” de Trump y se ha atrevido a decir que EE. UU. no puede “lanzar sermones” sobre los derechos humanos. El jefe de Estado ha sido claro en que su idea es revertir la “terrible y desorientada política” de su antecesor, Barack Obama. Pero a buena parte de los demás países del mundo, y a los observadores juiciosos de la política internacional, les ha quedado la sensación de un regreso torpe e innecesario a los días de la Guerra Fría: el esperanzador trato de la administración Obama con Cuba, que había dejado la impresión de un planeta capaz de superar lo irreversible, ha quedado en pie, pero claramente reducido.
Trump no ha roto las relaciones diplomáticas recobradas en el 2015: la embajada norteamericana en La Habana seguirá abierta, y los negocios que se encuentran en marcha no serán detenidos. Pero, en la misma lógica de salirse del pacto de París sobre el cambio climático, desde el viernes pasado su gobierno ha dejado de reconocer que la vieja estrategia del aislamiento no consiguió devolver a Cuba a la democracia y que era necesaria –y lo es– una aproximación diferente a la isla.
El lenguaje del Presidente norteamericano es un triste regreso a los tiempos de las tensiones internacionales, pero lo que sí resulta inédito e incierto es una presidencia investigada que parece acostumbrada a no tener paz adentro ni afuera.
editorial@eltiempo.com.co
Editorial .
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