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La familia del cine colombiano

Se logra mucho, año por año, en el cine nacional, y es deber de los espectadores seguir apoyándolo.

Editorial .
Que no cese el elogio de lo que ha estado consiguiendo el cine colombiano en los últimos años. Por un lado, la 57.ª edición del Festival Internacional de Cine de Cartagena –que ha comenzado a llamarse el Ficci– confirmó la buena época que ha estado viviendo el evento en los últimos años: su programación seria es una suma de conferencias magistrales, entrevistas y proyecciones de las películas más arriesgadas que se siguen haciendo año por año a pesar de todo.
Por otra parte, el cine nacional, hoy en día resultado de una generación de sólidos profesionales amparados por la reconocida Ley de 2002, siguió probando que no puede dársele por sentado, que está lleno de voces y de miradas que van a seguir sorprendiendo a los espectadores.
Se habló mucho de 'Adiós, entusiasmo', de Vladimir Durán, el inquietante largometraje ganador de la ‘Competencia oficial de cine colombiano’. Se registró en los medios, por la belleza del personaje que retrata, el nuevo trabajo del brillante Rubén Mendoza: 'Señorita María: la falda de la montaña'. Pero también se aplaudieron a rabiar la sensibilidad estremecedora del documental 'Amazona', de Clare Weiskopf y Nicolás van Hemelryck; la pertinencia innegable de 'El silencio de los fusiles', de Natalia Orozco, y el coraje de las otras cinco producciones nacionales en competencia.
Se ha dicho varias veces que la Ley de 2002 dio piso a una generación de cineastas cinéfilos que ya han probado su talento y han ido convirtiéndose en autores de mundos propios. Pero que no cese el reconocimiento para una labor que, incluso con el respaldo de los fondos y de las instituciones y de las asociaciones cinematográficas, resulta titánica en cualquier país del mundo: se logra mucho, año por año, en el cine colombiano, y es deber de los espectadores seguir echando la voz, contagiando a más espectadores para que no se pierda todo lo bueno que ha estado viniendo de los cineastas colombianos.
Y todo lo bueno que ha habido: si por algo se ha caracterizado la nueva generación de realizadores ha sido por su reconocimiento de aquellos que los precedieron, por su empeño en hacer parte de una tradición.
editorial@eltiempo.com
Editorial .
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