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Diálogo con un hombre de letras

“Lo que enseño es actitud, a hacer las preguntas correctas”: Erik Spiekermann, tipográfo alemán.

Vladdo .
El tema de la tipografía puede parecer un asunto no solo árido y denso, sino muy especializado, que poco o nada le interesa al lector común. Sin embargo, al pensar en la función real de la tipografía, esa percepción puede cambiar.
De hecho, si no existiera la tipografía, no sé cómo nos estaríamos comunicando; los medios tal y como los conocemos serían impensables. No habría periódicos ni lectores; tendríamos que contactarnos de un modo muy diferente. Sin distinción de culturas, la tipografía está en todas partes: desde la información en los buses hasta los subtítulos de las películas; pasando por las recetas médicas, los recetarios de cocina, los tiquetes de cine, los chats con la familia, las facturas, las señales de tráfico, los tableros de las aulas, las páginas web o las placas de los carros. Por donde miremos, vamos a encontrar un letrero, una etiqueta o un mensaje escrito; es decir, tipografía.
Mi afición al tema me trajo a Typo Berlin, un evento que congrega a especialistas del diseño, el arte, el periodismo, etcétera, que cada año se reúnen en la capital de Alemania a contar sus experiencias y compartir sus conocimientos alrededor del mundo de las letras, literalmente hablando (y valga la redundancia).
Como en todos estos encuentros, más allá del contenido de las conferencias, lo más interesante es la posibilidad de intercambiar experiencias con los demás asistentes y los expositores. La ponencia central estuvo a cargo de Erik Spiekermann, uno de los más prominentes diseñadores gráficos alemanes, quien pese a su trayectoria es un hombre sencillo y generoso, con quien pude conversar sin afanes ni misterios.

Por donde miremos, vamos a encontrar siempre un letrero, una etiqueta o un mensaje escrito; es decir, tipografía

Antes de su charla, nos reunimos para una entrevista que habíamos pactado en los preparativos de mi viaje. (Su cara siempre me hace recordar al actor Ed Harris, y cuando lo tuve enfrente no pude evitar hacerle el comentario. “Mi esposa dice lo mismo”, me respondió con cierta complicidad.)
Decir que Erik Spiekermann es arquitecto de información, diseñador tipográfico y escritor es insuficiente para describir a este joven de 70 años, que cada día va en bicicleta a su taller, donde se dedica a producir afiches, folletos, revistas y libros a la vieja usanza; es decir, en una imprenta de barrio, en sencillas máquinas que funcionan como relojitos, gracias al interés de este maestro en volver a lo básico.
Spiekermann ha trabajado para marcas tan emblemáticas como Audi, Bosch y Volkswagen; ha creado tipografías para los Ferrocarriles Alemanes (Deutsche Bahn) y el aeropuerto de Düsseldorf y ha rediseñado medios como The Economist, de Londres, y Folha de São Paulo, de Brasil; entre otros.
Con semejantes pergaminos a cuestas, Spiekermann sigue siendo un hombre simpático que salpica sus conceptos profesionales y sus opiniones con anécdotas y bromas, sin restarles profundidad a sus planteamientos.
Al hablar de la crisis de los medios impresos me decía: “La gente quiere creerle a alguien. Entonces, ¿dónde busco mis noticias? Voy a The New York Times, a The Economist, a The Wall Street Journal; o a aquellos de mi país en los cuales confío, pues sé que hacen la tarea. Voy a Der Spiegel... Sé que ellos tienen un gran archivo y que no copian y pegan de Wikipedia; ellos investigan”.
Y sobre la enseñanza de la tipografía, este profesor es muy directo: “Yo podría enseñar la parte técnica en un par de semanas y luego todo es cuestión de práctica; pero lo que yo enseño es actitud, a hacer las preguntas correctas, a no confiar en cualquiera, a distinguir y a escoger los clientes”.
Tras escuchar la contundencia y claridad de Spiekermann es fácil entender por qué la de este hombre de letras fue la intervención más esperada en Typo Berlin, y por qué hoy me siento todavía más encarretado con la tipografía.
VLADDO
Vladdo .
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