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La revocatoria de Peñalosa

¿Qué les hace pensar que Peñalosa, previo a desfacer parte al menos de los muchos entuertos que dejó su antecesor, solo disponía de un año para realizar su programa de gobierno?

Como debería saberse, los mecanismos de participación popular (referendo, plebiscito y revocatoria del mandato, entre otros) fueron establecidos en la Carta del 91 con el fin de que los ciudadanos puedan tomar parte directamente en el ejercicio del poder político, adoptando decisiones sobre asuntos que comprometan el interés de todos los asociados, conforme a la reglamentación y en obediencia de los requisitos que señale la ley.
Sin embargo, los resultados prácticos hasta ahora obtenidos (y los que se avecinan) de esos instrumentos son deplorables, más que por ignorancia de los votantes por equivocación o mala fe de quienes promueven la medida correspondiente.
No más dos hechos al canto así lo enseñan: el plebiscito No obligatorio que el 2 de octubre pasado negó la refrendación de los acuerdos de paz de La Habana y el referendo que la exfiscal ‘liberal’ Viviane Morales y su esposo (auténtico paradigma de virtudes ciudadanas y coherencia política) vienen promoviendo con éxito sobre adopción por parejas homosexuales, sin pudor, al contrariar (¿o precisamente por eso?) ¡jurisprudencia de la Corte Constitucional!
Pero como no hay situación tan grave que no sea susceptible de empeorar, ahí tenemos ya en marcha, como abrebocas de año, a falta de una, cuatro delirantes propuestas (desde luego originadas en una misma e inconfundible persona política, que por cierto alguna vez interpuso masiva ‘tutelatón’ a favor de sí misma) tendientes a sacar de su cargo, mediante revocatoria del mandato, a Enrique Peñalosa Londoño, alcalde mayor de Bogotá.
Así, al rompe, la noticia, divulgada en medios después de Inocentes, podría parecer una enorme chambonada, sin consecuencias. Pero no lo es tanto si se tiene en cuenta que quienes piden tan drástica medida son ciudadanos que ejercen a plenitud un derecho conferido por la Constitución y que nadie puede enervarles, a menos de decisión judicial debidamente ejecutoriada y en firme. Solo que su evidente entusiasmo y desbordado optimismo no se aviene, por lo menos a estas alturas del partido, con la realización efectiva de sus aspiraciones.
En efecto, si Peñalosa acaba de superar el primer año de los cuatro que juró desempeñar y cumplir todo un programa de gobierno para una metrópoli que su antecesor dejó absolutamente postrada (en inejecución de obra, en desacuerdo con el cabildo, en escandalosa inyección burocrática, en desarreglo presupuestal, etc.), ¿qué les hace pensar a los petristas dirigidos por su mayestático adalid (de tan ingrata recordación para millones de residentes capitalinos) que el burgomaestre actual, previo a desfacer parte al menos de los muchos entuertos que dejó su antecesor, solo disponía de un año para realizar, a satisfacción general, todo su programa de gobierno?
Si la Registraduría autorizara al señor Gustavo Petro (representado por los ‘movimientos’ que de seguro pedirán ‘revocatoriatón’) a recoger firmas, no veo dificultad en conseguirlas, en número cuatro veces mayor que el exigido legalmente. Otra cosa será cuántas logran superar la verificación de autenticidad e, ineludiblemente, cuál será la argumentación, concisa, puntual, legalmente sustentada e irrefutablemente probada, de las razones en que fundamentan el pedido revocatorio de un funcionario que a ojos vistas está haciendo bien su tarea.
De modo que si, como parece, pedir la ‘sacada’ de Peñalosa es anhelo vindicativo de Petro, enemistad política de Ángela Robledo y ocio improductivo de algunos ilusos, mucho me temo que la posesión del alcalde reemplazante, Hollman Morris, aún tardará un tiempito...
Víctor Manuel Ruiz
vimaruiz@hotmail.com
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