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Aprendiendo de Karl Marx

Marx no es sinónimo de castrochavismo. Nunca promocionó la represión ni procesos antidemocráticos.

Tobias Franz
Este año marca el aniversario 150 de la publicación del primer volumen de 'Das Kapital' (El Capital) de Karl Marx. Mientras en muchos países este aniversario ha provocado debates políticos, diálogos públicos y análisis académicos sobre los fracasos del capitalismo como modelo económico dominante a escala global, la situación en Colombia es muy diferente. 
En el discurso público y político, incluidas las campañas de todos los candidatos presidenciales, hay una ausencia de discusiones serias sobre el modelo económico actual. Esta aversión es comprensible dado el modo en que el marxismo ha sido instrumentalizado por distintos actores durante los 52 años del conflicto colombiano. Es poco útil para encontrar una solución exitosa al conflicto colombiano debates cerrados y poco profundos sobre el modelo económico actual, que incluyen ideas cliché como hablar de castrochavismo.
Considerando las repetidas crisis del capitalismo a nivel global y nacional, y dado que muchas tensiones presentes en Colombia están enraizadas en los problemas socioeconómicos del país, nunca ha sido tan importante como ahora escuchar lo que Karl Marx tenía que decir hace 150 años.

¿Qué dice Marx en El Capital?

Marx menciona que el capitalismo como sistema económico se basa principalmente en los llamados procesos de acumulación primitivos en los que las élites poderosas (capitalistas) despojan a los campesinos y agricultores de sus tierras para usarlas como medio de producción. Como los campesinos desposeídos, sin tierra ya no pueden mantener sus propios medios de subsistencia, se ven forzados a convertirse en mano de obra barata que ayuda a los propietarios capitalistas a hacer ganancias. Los capitalistas utilizan estas ganancias para su consumo o las reinvierten en sus empresas para que crezcan y obtengan mayores ganancias.
En su análisis sobre la Inglaterra del siglo XIX, Marx señala varias implicaciones y contradicciones en este modelo. En primer lugar, el proceso de desposesión es intrínsecamente violento. Los campesinos que se resisten al despojo son asesinados, heridos o encarcelados. En segundo lugar, el proceso de acumulación se basa en la explotación de la mano de obra que produce mucho más valor del que se les compensa. Como tal, la acumulación de capital depende intrínsecamente de las desigualdades económicas y sociales. En tercer lugar, la tierra se mercantiliza y se explota más allá de los niveles sostenibles, conduciendo a la degradación ambiental. Todo esto deja en claro que el proceso de acumulación de capital tiene límites naturales y sociales: el crecimiento capitalista se basa en una explotación económica y ambiental que nunca puede ser exponencial y que alcanzará puntos de saturación social y natural.

En el discurso público y político, incluidas las campañas de todos los candidatos presidenciales, hay una ausencia de discusiones serias sobre el modelo económico actual.

Estas contradicciones inherentes al capitalismo han llevado a varias crisis económicas el siglo pasado. Sin embargo, en lugar de tener debates sobre estas contradicciones y repensar la forma en que funcionan la economía y la sociedad, siempre ha había algo más a lo cual culpar: el comunismo ruso durante la Guerra Fría, el poder excesivo de los sindicatos que generó ineficiencias en el mercado, el atraso de algunos países, o simplemente la falta de ingenio financiero para asegurar una producción continua (lo que en última instancia condujo a la crisis financiera mundial del 2007 y el 2008).
¿Cuáles son las implicaciones actuales para Colombia, un país que aspira a lograr la paz, la equidad y la educación tal como señala el Plan Nacional de Desarrollo?
La acumulación por desposesión y la cuestión de la propiedad de la tierra no son meros puntos teóricos que Marx analiza para la Inglaterra del siglo XIX. Son aspectos centrales de la sociedad colombiana del 2017. A pesar de que la política de desarrollo agrario integral fue el primer punto de los Acuerdos de Paz con las Farc, los problemas de propiedad desigual y desplazamiento interno de campesinos e indígenas continúan alimentando las tensiones del presente. La expropiación de tierras, el control geopolítico de los paramilitares, y la llegada de empresas multinacionales que buscan beneficios extractivitos continúan produciendo desplazamientos y convirtiendo a los agricultores en mano de obra barata. La población indígena, los campesinos sin tierra, y otros grupos históricamente marginados son las principales víctimas de estos desarrollos.
Estas dinámicas solo exacerban las desigualdades económicas y sociales en Colombia. Con un Gini de 51.1, Colombia es uno de los países más desiguales del mundo. Los bajos salarios, los pocos derechos laborales y la persecución y la ilegalización de los sindicatos son el núcleo de la explotación capitalista en Colombia. Esto no solo perpetúa las desigualdades. La concentración de la riqueza y de las ganancias capitalistas también resulta en pocos incentivos para invertir en las actividades económicas de alto valor agregado que pueden resultar en la creación de empleo de mayor salario.
La desposesión y la concentración de la propiedad también han estimulado las inversiones en industrias extractivas, en monocultivos y en pesquerías industriales. Los desastres naturales en Mocoa, la contaminación del agua en el Río Ranchería, la deforestación del Amazonas y la sobrepesca de los mares colombianos son solo algunos de los problemas que muestran que Colombia se dirige hacia un desastre ambiental con su actual modelo económico.
Finalmente, hoy en día los mercados financieros dominan las actividades económicas tradicionales (financiarización de la economía). Además de la vulnerabilidad de la economía colombiana a las fluctuaciones de los tipos de cambio internacionales y la dependencia de las entradas de divisas extranjeras, este desarrollo ha llevado a la inestabilidad y la especulación. La financiarización de la economía y coincidentemente la monetización de la vida privada han resultado en un aumento de la deuda privada, lo que ha impulsado el crecimiento de la economía crediticia. El endeudamiento privado está en su punto más alto histórico de $ 187.5 billones, un aumento del 10.2% desde el año pasado. El crédito interno (consumo y viviendas) como porcentaje del PBI ha alcanzado sus mayores niveles históricos con un 52%. Las características especulativas y frágiles de este desarrollo seguramente llevarán a la próxima crisis financiera con consecuencias perjudiciales para el pueblo colombiano.

Los problemas de propiedad desigual y desplazamiento interno de campesinos e indígenas continúan alimentando las tensiones del presente.

¿Marx como solución?

Cada vez que se menciona a Karl Marx como una fuente e inspiración política, filosófica o intelectual para encontrar soluciones a los problemas de Colombia, las discusiones se cierran y las propuestas se ignoran. Contrario a la creencia popular, un discurso político marxista sobre estos temas no necesariamente equivale a las tradicionales propuestas de la izquierda ortodoxa. Argumentos marxistas como los aquí descritos, pueden ayudar a encontrar soluciones políticas dentro de las estructuras e instituciones democráticas establecidas en Colombia para los problemas sociales y económicos del país.
Marx no es sinónimo de castrochavismo. Este gran pensador del siglo XIX nunca promocionó la represión ni los procesos antidemocráticos. De hecho, en 'El Capital' el imaginaba la sociedad como “una asociación de hombres libres que trabajan con medios colectivos de producción y que despliegan sus numerosas fuerzas individuales de trabajo, con plena conciencia de lo que hacen, como una gran fuerza de trabajo social”. Si Colombia quiere aprovechar la oportunidad de cambio histórico que supone una transición exitosa a la paz, no puede negarse a una discusión seria sobre cómo se organiza esa asociación de hombres libres y quiénes se beneficiaran de ella.
TOBIAS FRANZ
* Ph.D. en Economía de SOAS, Universidad de Londres es Investigador Postdoctoral en el Cider, Universidad de los Andes.
tb.franz@uniandes.edu.co
Tobias Franz
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