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Jotajota

Habrá que seguir votando hasta que el gurú se equivoque.

Pero claro que estamos pagando un karma aquí en Colombia: el que sobrellevan las personas que dan por hecho que ser un ciudadano es ser muy poco, el que sufren los individuos liderados por explotadores con vocación de extranjeros que consideran que sus negocios son parte de su vida privada, el que cargan los pueblos que no pueden, ni quieren ni aceptan vivir en su propia tierra. Por supuesto que estamos pagando un karma. Henos aquí, varados en este siglo XXI que alguna vez sonó a ciencia ficción, repitiéndonos los unos a los otros vocablos tan manoseados como “Uribe”, “Pastrana”, “Santos”, “Castro”, “Chávez”, “Farc”, “autodefensa”, “narcotráfico”, “DEA”. Henos aquí, en pleno 2018, en otra campaña presidencial asediada por un recién afeitado de kimono negro llamado ‘Jotajota’.
Como si no tuviéramos suficientes anomalías enrareciendo nuestras elecciones, como si no nos bastaran las encuestas, los datos de Facebook, los gringos, la guerra por las drogas, el uribismo, el miedo al castrochavismo, las barras bravas que apedrean a los candidatos, las campañas turbias que el país entero acaba pagando en 48 cuotas, las maquinarias que tendrían que ser estudiadas como un renglón más de la economía, últimamente nos toca lidiar con las jugadas del estratega político venezolano Jotajota Rendón.
Resulta fascinante ver a Rendón –un psicólogo de 54 años que se ha dedicado a asesorar y enardecer y entorpecer campañas– concediendo entrevistas perversas sobre lo que debería pasar en nuestras elecciones.

Resulta fascinante ver a Rendón concediendo entrevistas perversas sobre lo que debería pasar en nuestras elecciones.

En una charla risueña con Jaime Baily, perito también en estas tierras de ciegos, agradece al expresidente Uribe los espacios que le abrió en Colombia, recuerda cómo domó “la ola verde”, reconoce su decepción ante el proceso de paz del ‘expresidente’ Santos, y, lleno de sí mismo, suelta titulares como “me estoy ocupando de Petro por mi cuenta y riesgo”, “voy a hacer todo para que pierda”, “le duele y le va a doler más” hasta que Baily exclama, extasiado, “¡estás diciendo cosas realmente espectaculares!”. En un diálogo un poco más serio con Vicky Dávila, convertido en activista contra los socialismos del siglo XXI, Rendón sigue advirtiendo que lo veremos allí donde “el pulpo de la izquierda” quiera tomarse el poder y que trabajará pro bono contra Petro porque Petro todavía puede ganar.
Vaya usted a saber qué más hicimos, quizás permitir que maten a los líderes sociales sin parar el país, para tener que soportar la sombra de esta sombra de elección en elección, pero el inclemente Jotajota Rendón está aquí para quedarse. Véalo usted mismo. Aquella frase astuta que Petro le soltó a Semana como empezando a sentirse cómodo en el papel de jefe de la oposición, “cuando yo subo, arrastro a Duque”, no va a bajarle la guardia a semejante experto en campañas negativas. Todo lo contrario: el gran anhelo de su derecha miamense ha sido volver cuarenta, cincuenta, sesenta años atrás, como los Estados Unidos de Trump, a los tiempos en los que el progresismo no era sino una fuerza valiente condenada a señalar los desmanes del poder.
Yo estaba a unos pasos la noche en la que Jotajota capoteó con condescendencia los reclamos de Adriana Córdoba, “tranquila, Adriana, desahógate”, en el estreno de un triste documental sobre cómo el poder puso en su lugar a “la ola verde”. Quería decir el estratega medio zen, como se lo repitió a Dávila y a Baily en estos días, que sentía verdadera simpatía por esos candidatos buenos –y por esos electores cándidos– que quieren que la política sea el arte de convivir y que prefieren perder a seguir haciéndole el juego a este karma, pero que quizás lo mejor era que se dedicaran a otra cosa. Habrá que seguir votando hasta que el gurú se equivoque.
RICARDO SILVA ROMERO
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