¡Hola !, Tu correo ha sido verficado. Ahora puedes elegir los Boletines que quieras recibir con la mejor información.

Bienvenido , has creado tu cuenta en EL TIEMPO. Conoce y personaliza tu perfil.

Hola Clementine el correo baxulaft@gmai.com no ha sido verificado. VERIFICAR CORREO

icon_alerta_verificacion

El correo electrónico de verificación se enviará a

Revisa tu bandeja de entrada y si no, en tu carpeta de correo no deseado.

SI, ENVIAR

Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí.

¡Calma!

Hay que resistirnos a esta histeria que ha sido tan bien explotada por las campañas presidenciales.

Ricardo Silva Romero
No podemos seguir votando entre el asco y el miedo. No vale la pena –porque es volver a caer en la trampa– seguir repartidos entre el asco que ceba a “la derecha” y el miedo que empobrece a “la izquierda”. Sería un poco más ridículo que triste envejecer creyendo que el dictador venezolano Nicolás Maduro no es una vergüenza por tiránico, corrupto e inepto, sino por “socialista”. Habría que dejar atrás esta tentación de pensar que lo peor de este Estado bienintencionado pero mediocre –“bienvenidos al futuro”, advirtió el olímpico César Gaviria– no ha sido su violencia, ni su complicidad con el horror, ni el desprecio de la ley que es una manía, ni su tonito imperial entre la pobreza ni su incompetencia atrevida, sino su “neoliberalismo”. Tendríamos que tener calma: humor y calma.
Y resistirnos a esta histeria colombiana que ha sido tan bien explotada por las campañas presidenciales –que se volvieron permanentes y sucias desde que hay redes sociales– y que nos empuja a tomarnos las elecciones como acaboses, como colmos: “mi candidato o muerte”.
Visto con calma, el exnegociador de paz De la Calle no es un actor de la guerrilla que desarmó, sino un candidato presidencial de primera: un hombre del establecimiento hecho a corregir el establecimiento, un demócrata empeñado en que el país sea de todos, un cierre digno de la generación de la posguerra. Visto sin rabia, el exgobernador Fajardo no es el falso gurú que repite “nosotros la política la hemos hecho de frente”, sino un gran candidato presidencial: cree que puede solo, sí, pero no es poco proponer un Estado sobre la base de la educación, ni es nadar en aguas tibias llamar a la ciudadanía a que se resista a la polarización. Visto sin fanatismos, el excongresista Duque no es un castrochavista camuflado en el uribismo, ni un uribista nomás, sino un candidato decente de mi generación en un país más complejo de lo que queremos.

Duque no es un castrochavista camuflado en el uribismo, ni un uribista nomás, sino un candidato decente de mi generación en un país más complejo de lo que queremos.

El abogado Duque, hijo de un recordado exministro liberal que murió el año pasado, hizo su primera carrera política de la mano de Santos cuando Santos seguía gritando a voz en cuello –Dios mío– que Uribe era el mejor presidente que había tenido Colombia: la derecha de su recalcitrante partido de derecha sigue sacándole en cara, como si fuera un pasado judicial, cosas tan poco misteriosas como haber escrito para EL TIEMPO desde la Fundación Buen Gobierno, haber criticado la gestión del general Bedoya y haber recibido una beca del multimillonario George Soros, pero lo cierto es que Duque siguió ejerciendo el uribismo –habiendo tantas cosas para ejercer– mientras Santos pasaba de ser “el que diga Uribe” a ser “el que traiciona a Uribe”: no ser Uribe ya es volteársele a Uribe.
Este martes, en Rionegro, el moderador de una convención de su partido llamó al escenario a Iván Duque con las palabras “invitamos al candidato a la presidencia de la República por el Centro Democrático: ¡el doctor Iván Márquez!”. Y solo quedaba reírse –qué más puede hacerse aquí–, pero para los teóricos de la conspiración de la derecha, que quieren hacer “trizas” el acuerdo de paz y creen que “moderado” es sinónimo de “traidor”, el lapsus fue, como lo es el alivio de sus rivales, una prueba más de que es la hora de respaldar de cara al Sol al exprocurador Ordóñez “como única opción para la restauración de Colombia”, pues con Duque “la izquierda agazapada”, “el ala marxista”, “la solución socialista” acabará por tomárselo todo: jajaja. Y usted que pensaba que la derecha era la derecha.
En fin. Que es una falta de respeto pedirles calma a los enajenados, y allá ellos mientras obren dentro de la ley, pero resulta un respiro que siga llegando a esta campaña gente que no crea en apagar los incendios con fuego.
RICARDO SILVA ROMERO
Ricardo Silva Romero
icono el tiempo

DESCARGA LA APP EL TIEMPO

Personaliza, descubre e informate.

Nuestro mundo

COlombiaInternacional
BOGOTÁMedellínCALIBARRANQUILLAMÁS CIUDADES
LATINOAMÉRICAVENEZUELAEEUU Y CANADÁEUROPAÁFRICAMEDIO ORIENTEASIAOTRAS REGIONES
horóscopo

Horóscopo

Encuentra acá todos los signos del zodiaco. Tenemos para ti consejos de amor, finanzas y muchas cosas más.

Crucigrama

Crucigrama

Pon a prueba tus conocimientos con el crucigrama de EL TIEMPO

Más de Redacción