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Un ejército educado y resiliente

Hay una profunda revisión de la construcción de los procesos de la Fuerza, con una visión al 2030.

Don Tomás Rueda Vargas, un educador por excelencia, como asesor de la primera misión militar chilena (1907-1914), fue quien coadyuvó a sentar las bases doctrinales del naciente Ejército ‘Nacional’, terminada la guerra de los Mil Días (1889-1902). Una organización que se estaba reinventando, más profesional y disciplinada, y, sobre todo, una institución alejada de la pugnacidad política que dejaría la cruenta confrontación civil de principios de siglo.
Son varios los escritos que daban cuenta de la resistencia a los cambios que se proponían. Por supuesto, sacaban de su zona de confort a algunos mandos militares y políticos de la época, que se oponían a la necesaria transformación institucional. Escribió Rueda Vargas en su obra El Ejército Nacional, en carta fechada el 31 de agosto de 1909: “La Fuerza solamente es eficaz cuando un sólido saber la acompaña y la dirige”.
Pasaron un poco más de cien años y, en 2011, el Ejército Nacional de Colombia diseña un plan de transformación serio, basado en metodologías prospectivas de primer orden, todo un esfuerzo epistemológico y antiendogámico. Un ejercicio orientado a definir los roles y las nuevas áreas misionales, la necesidad de adaptabilidad y cómo enfrentar los desafíos que planteaba una amenaza mutante y persistente. En síntesis, una profunda revisión de la construcción de los procesos de la Fuerza, con una clara visión al 2030.
Hoy, este Ejército, el de todos los colombianos, es el mismo que selló la independencia en 1819; el que combatió con bravura en Corea en 1951; el de la operación Jaque, que en 2008, tras esa inolvidable genialidad de nuestra inteligencia militar, les devolvió la libertad a Ingrid Betancourt, tres americanos y once miembros de las FF. AA. Sí, justamente el mismo que doblegó en el campo de combate, con gran experticia y legitimidad, a quienes terminaron sentados en un proceso de negociación política.

El Ejército Nacional de Colombia diseña un plan de transformación serio, basado en metodologías prospectivas de primer orden, todo un esfuerzo epistemológico y antiendogámico.

Esta gloriosa institución, de la cual nos sentimos orgullosos los soldados de Colombia, avanza en el camino correcto de la transformación con humildad, carácter y comprendiendo el concepto de la Acción Unificada del Estado, un solo puño, un objetivo común. Por todo lo anterior, nadie se puede equivocar, pues este Ejército es hoy más educado, siempre respetuoso del poder civil, resiliente y listo para defender a nuestros compatriotas y vencer en ambientes cada vez más complejos.
Somos referente en el ámbito regional, hemisférico y global, un ejército que es ejemplo de modelos éticos en el mundo con Dante, la innovadora Dirección de Aplicación de Normas de Transparencia. Una Fuerza que adelanta, con el Ministerio de Educación, el proyecto Universidad del Ejército y está renovando su doctrina, y hoy, con Damasco, potencia esta capacidad distintiva de exportación, refinada en más de cinco décadas de combate contrainsurgente y contraterrorista, una doctrina militar que varios ejércitos del primer mundo admiran y quieren aprender más a fondo.
El presidente Lleras Camargo, en su histórico discurso en el teatro Patria en 1958, pronunció estas palabras, que hoy cobran significativa vigencia:
“Los ejércitos vienen a ser el más alto, puro y noble servicio nacional. Colombia, como toda nación, pero en este momento más que cualquiera otra, necesita tanto de un buen gobierno como de unas Fuerzas Armadas poderosas, no solo por su capacidad de defensa, sino por el respeto y el amor que el pueblo les profesa”.
CORONEL PEDRO JAVIER ROJAS GUEVARA
* Director del Centro de Doctrina del Ejército Nacional de Colombia
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