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Lo que hay detrás de un acuerdo de paz

La guerrilla deja de estar por fuera del lazo social y acepta jugar las reglas del mundo civilizado.

Con la paz acordada, las Farc dejaron las armas, se sometieron al Estado de derecho y abandonaron el terror como forma de hacer política. Este gesto humaniza y ahorra víctimas, lo cual es motivo de celebración. Pero ese gesto debe ir acompañado de actos de arrepentimiento para probar que, también en su fuero interno o espiritual, los exguerrilleros están de acuerdo en que la violencia que emplearon fue un error.
Hay que recordar que una guerrilla es una organización armada que está por fuera del derecho. Su poder reside en que está armada, y las armas asesinan, obligan, sujetan, chantajean, esclavizan. El poder de la guerrilla en una mesa de negociación consiste en que o se acogen sus propuestas o se levanta de la mesa para regresar a sus actividades, o sea, para seguir haciendo el mal.
Prueba de ello es que en el cese bilateral del fuego acordado entre el Gobierno y el Eln el pasado 30 de septiembre, esta guerrilla se comprometió a: “No secuestrar ciudadanos colombianos o extranjeros. No atacar la infraestructura, lo que incluye los oleoductos. No enrolar en sus filas a menores de 15 años de edad. Abstenerse de sembrar artefactos antipersonales que puedan herir o poner en peligro la población civil”. ¡Vaya concesión!
Esta lógica basada en el cinismo también alimentó el acuerdo de paz con las Farc. Ejemplos: el asesinato de Guillermo Gaviria, el atentado a El Nogal, el asesinato de los diputados del Valle, el secuestro de políticos, las pescas milagrosas, etc. No seguir haciendo esto fue la concesión que entregaron.

Al suscribir un acuerdo de paz, una guerrilla se somete a la leyes; y se espera que ahora rinda cuentas en la JEP y responda ante las víctimas

Esa es la lógica de los que están más allá de la ley, como si hubiesen sido ungidos por un mesías de un privilegio para autoproclamarse redentores del pueblo, lo que, de paso, les otorgaría una ilimitada licencia para hacer el mal.
Hay que decir que la reacción del Estado no fue siempre la mejor: se recurrió al paramilitarismo y a la violación de derechos humanos, bajo la mirada cómplice de unos sectores de la sociedad.
Desde luego, existen razones que explican, pero no justifican, la decisión de una persona de incorporarse a una guerrilla: ideales de justicia, ausencia de oportunidades en el campo, abandono o agresión del Estado o de los paramilitares, todo ello enmarcado en un proyecto político. En realidad, solo tienen excusa los que fueron reclutados a la fuerza cuando eran apenas unos niños, pues no tuvieron opción de decidir. Pero los guerrilleros adultos no cesaron de recrear un goce obsceno.
A propósito, el capítulo de “guerrilla y psicoanálisis” está pendiente de escribirse. Freud anota que en el principio de la humanidad, el conflicto de intereses era resuelto por medio de la fuerza; con el paso del tiempo, la fuerza fue trasladándose al uso de las armas y de las herramientas de trabajo, pero algunos abandonan el derecho para volver a la violencia (Freud, El porqué de la guerra).
En fin, la guerrilla es una sociedad por fuera del derecho que busca imponerse mediante la fuerza, con lo cual devuelve la civilización a la época de las cavernas.
Pero, al suscribir un acuerdo de paz, una guerrilla se somete a la ley y a las autoridades; y se espera que ahora rinda cuentas en la JEP y responda ante las víctimas, al tiempo que se espera que la sociedad la reincorpore con grandeza. De esta manera, la guerrilla deja de estar por fuera del lazo social y acepta jugar las reglas de juego del mundo civilizado. Y de la época de las cavernas regresa a la modernidad.
Es un acontecimiento abandonar lo malo; y es un desafío abrazar lo humano.
NÉSTOR RAÚL CORREA HENAO
* Secretario Ejecutivo de la Jurisdicción Especial para la Paz
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