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¿Y la Farc?

Por décadas mataron a nombre del pueblo, pero en las urnas ese pueblo solo les dio 52.000 votos.

Mauricio Vargas
“Las Farc van a sacar cientos de miles de votos en sus regiones de influencia, apenas dejen las armas y se dediquen a la política”, me había predicho un académico de izquierda, poco antes de la firma de los acuerdos de La Habana en 2016. “En las grandes ciudades, la gente no comprende que la guerrilla cuenta con una base popular amplia y sólida en aquellas zonas del país donde ha operado por décadas”, sostenía. Esta semana lo llamé para que habláramos de los resultados electorales de la Farc (ya sin la S, ya no guerrilla sino partido político). Me dijo: “Es un estrepitoso fracaso”.
La lista al Senado de la Farc, encabezada por Iván Márquez y Pablo Catatumbo, obtuvo 52.000 votos, el 0,34 % del total de sufragios emitidos por los colombianos para la Cámara alta. En apenas un centenar de los 1.122 municipios del país, sacaron más de cien votos por municipio. Y solo en seis pasaron del 10 % de la votación, como lo revela un detallado análisis de ‘La Silla Vacía’. Esos seis formaron parte de los 170 municipios del Programa de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET), desarrollado por el Gobierno en virtud de lo acordado en La Habana.
En un solo municipio –Uribe (Meta), capital histórica de las Farc–, la lista de Márquez obtuvo más del 20 % de los votos. Solo allí, el partido de Timochenko podría pelear la alcaldía en 2019, y eso que en dicha circunscripción, la lista liberal al Senado obtuvo más votos que la exguerrilla. En la elección para la Cámara les fue peor. A pesar de una votación tan baja y de haber quedado muy lejos del umbral del 3 %, requisito para obtener curules, las tendrán: cinco en el Senado y cinco en la Cámara, garantizadas por los acuerdos de Cuba.
Pero, aun con ese premio de consolación, la pobreza del resultado electoral ha dejado a la Farc por fuera de cualquier negociación de alianzas con miras a las presidenciales. Ni siquiera Gustavo Petro, que meses atrás mantuvo con los excomandantes algunas conversaciones en busca de apoyo, está interesado hoy en sumar ese misérrimo costalito de votos.
Como si fuera poco, a los jefes de la Farc les va a caer una investigación del Consejo Nacional Electoral por el uso que les dieron a 5.000 millones de pesos que, por los acuerdos de La Habana, les correspondían para gastos electorales. La Farc no usó esos fondos durante la campaña al Congreso, y cuando sus dirigentes entendieron que los perderían si no hacían algo con esos recursos, los sacaron en un solo cheque por ventanilla horas antes de las votaciones. Eso despertó las sospechas del CNE: ahora, la Farc tendrá que presentar facturas y demás soportes para justificar esos gastos, o devolver la plata.
Yo jamás pensé –lo dije en esta columna– que a los excomandantes les fuera a ir bien en un certamen electoral. Ellos eran buenos para conseguir votos a favor de sus aliados políticos en algunas regiones, cuando tenían fusiles para presionar a los electores. Ahora tuvieron que soportar que bandas criminales y sus excompañeros de armas de las disidencias de las antiguas Farc amenazaran y asesinaran a algunos de sus líderes, algo a todas luces inaceptable y que demanda de las autoridades judiciales las más efectivas investigaciones y la captura y condena de los culpables.
En cualquier caso, está claro que fue bueno que los comandantes y el grueso de la tropa de ese grupo armado se desmovilizaran y dejaran las armas. Es mejor que anden en busca de votos, aunque les vaya así de mal en ese campo. Pero uno no puede evitar reparar en este absurdo histórico: unos cuantos miles de hombres armados se dedicaron a extorsionar, reclutar menores, secuestrar, matar y narcotraficar durante medio siglo a nombre del pueblo, y el día que le pidieron a ese pueblo que votara por ellos, apenas consiguieron 52.000 votos.
MAURICIO VARGAS
mvargaslina@hotmail.com
Mauricio Vargas
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