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El naufragio de ‘la U’

El partido de Santos se ahogó en la mermelada de contratos y se quedó sin líderes creíbles.

Mauricio Vargas
A diez meses de la primera vuelta presidencial, no es evidente cuántos partidos llevarán candidato propio, pero ya está claro cuál no lo tendrá. Se trata de ‘la U’, que –gran paradoja– cuenta con tres ventajas que deberían garantizarle algo de favoritismo en la contienda. Primero, es el partido del Presidente de la República, quien, aunque viva en la impopularidad, debería estar en capacidad de impulsar un candidato de su grupo. Segundo, ‘la U’ ganó las tres presidenciales anteriores: la reelección de Álvaro Uribe en 2006 y las dos elecciones de Juan Manuel Santos, en 2010 y 2014. Y tercero, ‘la U’ es el partido con más curules en el conjunto del Congreso, y eso no es asunto de poca monta.
Esas tres ventajas han sido también sus tres maldiciones. Ser el partido de un mandatario con tan enorme rechazo en la opinión se le ha vuelto en contra. En cuanto a la segunda, haber apoyado primero a Uribe y luego a Santos dejó en evidencia a líderes como los senadores Roy Barreras y Armando Benedetti, que mutaron de ultrauribistas a ultrasantistas. En medio de la aguda confrontación entre el expresidente y el Presidente, ellos pasaron, de la noche a la mañana, de alabar a Uribe, como si se tratara de un semidiós, a llenarlo de insultos. Al partido le ha costado en coherencia haber sido ‘la U’ de Uribe y volverse, en un pispás, ‘la U’ de Santos.
En cuanto a lo tercero, contar con amplias bancadas en las cámaras solo les ha servido a sus dirigentes para llenarse de negocios y contratos, y estar hoy en el corazón de la mayoría de los escándalos de corrupción. Los dos mayores electores de Santos en 2014, Musa Besaile y el ‘Ñoño’ Elías –sin cuyo apoyo quizás Santos no hubiese ganado la segunda vuelta–, han quedado atrapados en la red de coimas del caso Odebrecht, develada tras un excelente trabajo de la Fiscalía, que llegó mucho más lejos de lo que las pruebas entregadas por la justicia de Brasil y de Estados Unidos indicaban en un principio.
Los sobornos de la constructora brasileña han enlodado por igual a ‘la U’ y al Gobierno, que parecen hermanos siameses en los entramados de corrupción. Una lógica reflexión indica que si Odebrecht escogió a estos congresistas para que, a cambio de millones de dólares, impulsaran la adición de un jugoso contrato –la vía Ocaña-Gamarra–, es porque esos dirigentes contaban con el poder suficiente para garantizar que el Gobierno les otorgaría la adición. Y lo consiguieron.
Justo es decir que ‘la U’ no es el único salpicado entre los partidos santistas: en el caso Odebrecht han salido al baile el conservatismo y Cambio Radical, que también han disfrutado de generosas unciones de ‘mermelada’ y que, como le ocurre al Partido Liberal –cuarto jinete del santismo–, aparecen en otros escándalos. Y también es justo decir que el uribismo no ha salido indemne, ni en el caso Odebrecht ni en otros.
Pero, a diferencia de ‘la U’, los demás cuentan con candidato: Cambio Radical tiene a Germán Vargas; el liberalismo, a Humberto de la Calle; y el conservatismo, a Marta Lucía Ramírez. En cuanto al uribismo, aún sin un nombre definido, tiene una evidente fortaleza electoral: en algunas encuestas, gana “el que diga Uribe”.
‘La U’ tenía un candidato obvio: el exministro Juan Carlos Pinzón. Pero ante unas críticas tímidas al Gobierno, le cayeron rayos y centellas del Presidente, que, curiosamente, atrajeron sobre él la atención de la opinión. Ahora lo está criticando su sucesor en el Mindefensa, Luis Carlos Villegas, y eso sí que puede coronar de gloria a Pinzón. Esta semana renunció a ‘la U’. Primero, porque debe tener el estómago revuelto con tanto escándalo. Y segundo, porque nadie quiere ser el capitán del Titanic, justo después del estrellón con el iceberg y cuando el naufragio resulta inevitable.
MAURICIO VARGAS
mvargaslina@hotmail.com
Mauricio Vargas
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