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Parques Nacionales Cómo Vamos

La creciente deforestación es el problema ambiental más grave que enfrenta el país.

El pasado miércoles 25 de julio tuvo lugar el lanzamiento de Parques Nacionales Cómo Vamos, una alianza de diez organizaciones de la sociedad civil en pro de este extraordinario patrimonio natural de la nación. De alguna manera, con este lanzamiento se concluyó un singular y positivo ciclo de eventos sobre los parques nacionales. Se inició hace un mes con la ampliación del parque de Chiribiquete y su declaratoria como patrimonio de la humanidad y continuó con el anuncio, efectuado por el presidente Juan Manuel Santos, de la creación de nuevas áreas protegidas, en acto que tuvo lugar la semana pasada e incluyó la presentación del espléndido libro Parques nacionales naturales de Colombia, editado por Benjamín Villegas, con 225 fotos en gran formato de Gabriel Eisenband y texto de Andrés Hurtado.
Parques Nacionales Cómo Vamos (PNCV) fue creado por diez organizaciones que tienen la convicción de que es necesario fortalecer entre la ciudadanía la defensa de estas áreas protegidas como una condición necesaria para su consolidación. Se trata de un observatorio que permitirá, a partir de sólidos indicadores y diversos tipos de información, señalar en forma transparente el estado de su biodiversidad y los conflictos socioambientales que en muchas existen, identificar las virtudes y falencias de su gestión y proponer alternativas para resolver sus principales problemas y bregar por su implementación.
El lanzamiento de PNCV se hizo mediante la realización del foro ‘Conservación, soberanía y gobernanza en los parques nacionales naturales’. Se planteó que la creciente deforestación que se presenta en Colombia no solo es la mayor amenaza contra la integridad de diversos parques, sino, en general, el problema ambiental más grave que enfrenta el país. Basta recordar que entre 2015 y 2016, la deforestación creció un 44 por ciento y que entre 2016 y 2017, un 23 por ciento, para llegar a 144.147 hectáreas en este último año. Entre los parques más afectados por la deforestación se encuentran Tinigua, la Macarena y Picachos (los tres en el Área de Manejo Especial de la Macarena), y Paramillo, La Paya y Catatumbo Bari. En solamente el primer semestre de 2018 se deforestaron 5.620 hectáreas en el parque Tinigua. La deforestación en los tres parques de la Macarena, y en sus zonas de amortiguamiento, ha sido en gran parte propiciada por las disidencias de las Farc, y en algo se vincula con la expansión de los cultivos ilícitos. O, en otras palabras, sin el control de este territorio por el Estado, lo único que podríamos esperar es mayor destrucción ambiental.
El principal núcleo de deforestación del país se encuentra en el norte de la Amazonia y, por fuera de la frontera agrícola declarada por el Gobierno, en un extenso corredor de tierras baldías ubicado entre Chiribiquete y la serranía de la Macarena, y de persistir se destruiría una de las más valiosas selvas del país.
Como lo señala el experto Rodrigo Botero, se trata fundamentalmente de una deforestación dirigida por grandes capitales de diferente origen –desde comerciantes, ganaderos y narcotraficantes hasta políticos y autoridades públicas regionales–, con miras a apropiarse en forma ilegal de grandes extensiones de tierra, más para la especulación que para la ganadería.
La prioridad es combatir este empresariado criminal (que llamamos así por el daño irreparable que está haciendo a un invaluable patrimonio natural de la nación), para lo cual es imperativo que se creen fuerzas especializadas de policía e inteligencia que, en alianza con la Fiscalía y otras autoridades, actúen en forma continua y sistemática. Solo así se podrá detener esta deforestación masiva. Tratar de hacerlo con políticas convencionales propias de las autoridades ambientales y de la cooperación internacional es algo así como pretender ganar con obras de caridad una guerra por la apropiación del territorio.
MANUEL RODRÍGUEZ BECERRA
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